"La
sexualidad" una fuerza de vida...
Se considera
que la sexualidad se refiere a las relaciones sexuales y a todo
lo que las rodea. Y en realidad es mucho más que eso. Es
más que el estar solo o estar acompañado; más
que el tener o no tener pareja.
La sexualidad
es una fuerza de vida que le permite al ser humano ser, crecer,
desarrollarse y expresarse en el mundo, es una energía que
lo hace capaz de relacionarse con su medio ambiente y con los demás.
Involucrar
el cuerpo
Para poder
aprovechar la energía sexual como fuente de vida, el individuo
necesita recuperar la conciencia de su propio cuerpo. Hacerse consciente
de su postura, de su respiración, de su forma de caminar
y de moverse.
De las sensaciones
de todo tipo que el cuerpo experimenta durante el día, placenteras
unas y desagradables otras. George Feuerstein, doctor en filosofía
y erudito en la tradición del yoga, piensa que la sexualidad
consiste en recuperar la propia conciencia corporal más allá
de cualquier relación sexual: “Es vivir todos los días,
en y con el cuerpo entero y no meramente con la cabeza y con la
mente; hay que dejar que hable el cuerpo y los sentidos y comenzar
a escucharlos. Para poder estar en contacto con otra persona hay
que saber primero estar en contacto con uno mismo”.
En la Edad
Media la cultura árabe consideraba como una parte esencial
en la vida todo lo que agradara a los sentidos. Crear un ambiente
atractivo a la vista era una necesidad y no un lujo, y se otorgaba
un interés especial a los aromas como inductores de la calma
y como afrodisíacos.
Las personas
tenían aguzado el sentido del oído y disfrutaban escuchar
el canto de los pájaros y la música. Había
un tiempo y un espacio dedicados ala comida, que no podía
ser interrumpida con conversaciones que distrajeran el paladar de
sus sabores, y hombres y mujeres cuidaban con esmero su piel para
que sea suave al tacto.
Sexualidad,
amor, intimidad. Por siglos y milenios se olvidó que los
tres son elementos estrechamente ligados, que deben interactuar
para conformar un ser humano –hombre o mujer- integral, cabal,
en pleno ejercicio de sus capacidad orgánicas, mentales y
emotivas para tener una vida plena y satisfactoria.
Para alcanzar
este último objetivo hombres y mujeres cuentan con uno de
los mayores regalos que les ha hecho la naturaleza: una ilimitada
creatividad.
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