El Observatorio de Barlovento

Volumen 1, Número 2

Julio 2000

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El Amarillamiento Letal y los países cocoteros del caribe .-

por: Contacto/OB

¿Quién podría imaginarse las costas caribeñas sin la presencia de la imponente palma de coco? ¿De un fruto tan importante para la alimentación, economía y la belleza de nuestras comunidades?

Hoy este fruto es víctima de la mayor y más destructiva plaga que ha sufrido durante toda la historia, llamada Amarillamiento Letal del cocotero. Esta plaga es producida por un microorganismo fitoplásmico (Mycoplasm-Like organism) y trasmitida por un insecto chupador saltahojas conocido comúnmente como chicharrita, la cual mata el árbol lentamente en un periodo de 4 a 6 meses después de su contagio, y hasta ahora se desconoce cura química u orgánica alguna. Las Características propias de los fitoplasmas, tales como la falta de pared celular y su imposibilidad de cultivarlos in vitro, dificultan los intentos de purificación, caracterización taxonómica y diagnóstico. Este vector puede dispersarse por el viento o con el movimiento de grama ornamental infectada con chicharritas y utilizada para cubiertas de suelo en plantaciones de palmera.

El Amarillamiento Letal (AL) es una enfermedad que afecta por lo menos 30 especies de palma, incluyendo los cocoteros. Las palmas suceptibles mueren rápidamente desde la aparición de los primeros síntomas visuales. La epidemia del AL está presente en las superficies sembradas con millones de palmas en la costa de Caribe y del Atlántico, y los países Centro y Sudamericanos se encuentran en riesgo, debido a que la variedad más común del coco es altamente susceptible al Amarillamiento Letal.

Esta plaga fue detectada hace más de cuarenta años y varios países ya han tenido experiencias desastrosas con este problema. En algunos lugares del caribe como Aruba, Haití y Jamaica esta enfermedad destruyó grandes plantaciones de cocoteros, generando cuantiosas pérdidas económicas. Hasta el momento lo único que se puede hacer es cortar el árbol afectado y sembrar otro que sea resistente a esta enfermedad. Actualmente hay aproximadamente 20 a 25 variedades resistentes, entre cocos altos y enanos, debiéndose escoger una variedad que pueda brindar más rendimiento por hectárea de terreno sembrada. Países asiáticos como Filipinas y Malasia, son líderes en la producción de coco, sobre todo en lo que respecta a bagazo y carne de coco.

Estudios sugieren que las palmas de coco en las Costas del Pacífico de América muestran un nivel efectivo y natural de resistencia, debido a que tienen relaciones cercanas con las variedades del Sureste Asiático, en comparación con las variedades del Caribe y de la Costas del Atlántico.

Cuando la enfermedad estuvo activa en Jamaica y Florida en las décadas de 1960 y 70, fue creado el Concilio Internacional del Amarillamiento Letal (ICLY). Este fue apoyado por la FAO; la Junta Industrial del Coco de Jamaica; la Administración a Ultramar del Reino Unido; la Universidad de Florida; y la Sociedad Internacional de la Palma, entre otros.

La enfermedad se empezó a extender a México en los tempranos 1980s, pero en ese entonces no se tomó en serio como una amenaza regional. Al final de la década de los 90s el Amarillamiento Letal es ya una enfermedad epidemiológica en diferentes partes de México, Belice y Honduras, y aún no se ha hecho nada para detener su desplazamiento hacia otras partes de América. La posibilidad que el fitoplasma podría asociarse con las enfermedades de otras plantas, como el dátil o la caña de azúcar, está en investigación.

En algunas de las islas del Caribe como Jamaica, la enfermedad no es ya una epidemia debido a que se aplicaron estrategias de control, replantando los cocotales con variedades e híbridos que han probado ser resistentes a la plaga. Enfermedades con epidemiología de fitoplasmas también ocurren en el Oeste y Oriente de Africa.

El Amarillamiento Letal del cocotero es una enfermedad cuyos síntomas en la planta se pueden observar por el color amarillento que adquiere, posteriormente los frutos y ramas van cayendo, hasta quedar sólo el tronco. De acuerdo a los registros históricos esa enfermedad ingresó a la zona centroamericana empezando por Honduras, mediante una importación de grama de Estados Unidos a la caribeña isla de Roatán.

En el caso de República Dominicana, la producción cocotera juega un papel de particular importancia a nivel económico, social y ecológico. Existen alrededor de 4 millones de árboles de coco, concentrados en su mayoría, en el noreste de la isla. La producción cocotera anual se estima en unos 20 millones de unidades.

La mayoría de los productores son minifundistas y cubren el 90 por ciento de la producción nacional. En la provincia de Samaná, 7000 familias dependen casi totalmente del cultivo del coco para su subsistencia.

El coco se exporta fresco o se utiliza para la producción industrial de aceite comestible y crema de coco, aceite para actividades de belleza corporal y protección dérmica, es fuente de carbón y su concha se usa para hacer muebles y adornos, o bien, se vende en forma deshidratada. El cocotero es una insignia estética que incrementa la belleza del paisaje en las zonas turísticas. Las plantaciones extensivas de cocoteros, como las que existen en la región de Samaná, aumentan la formación nubosa, factor esencial para una suficiente precipitación pluvial.

La mayoría de las plantaciones de coco tienen más de 30 años de vida y, en numerosos casos, hasta más de 50 años. El estado de salud de estas fincas ha sido siempre muy bueno, no habiéndose detectado plagas mayores hasta la fecha. No ha habido necesidad de aplicar plaguicidas, lo que constituirá la base para una futura producción orgánica.

Informes científicos, sin embargo, indican que República Dominicana se ve afectada de alguna manera por el Amarillamiento Letal; no se reporta, sin embargo, la existencia en el país del agente patógeno y de su insecto vector.

En los países donde se ha detectado esta enfermedad las consecuencias han sido devastadoras en poco tiempo. En el caso antes mencionado de Jamaica, se destruyó casi el 100% de los cocoteros en 4 años. En República Dominicana no se ha desarrollado una situación similar, a pesar de que la enfermedad y su vector estén ampliamente diseminados en la región del Caribe. Esto apoya el argumento de que en el país no hay Amarillamiento Letal.

Brasil mantiene en vigor un decreto ministerial del año 1995 que prohibe específicamente las importaciones de coco en estado natural de aquellas áreas en las cuales existe la enfermedad AL. En 1997, Brasil vedó la importación de coco para consumo procedente de República Dominicana, basándose en informes insuficientes, aunque representativos, que indican la presencia de AL. Esta decisión de las autoridades brasileñas aportó a la pérdida de mercado en República Dominicana y, potencialmente, podría comprometer otros mercados en países importadores donde hay preocupación, por la enfermedad AL.

La Secretaría de Estado de Agricultura de República Dominicana solicita la asistencia de la FAO para establecer y reportar un estado libre de AL en su país, impugnando las citaciones aparecidas en la literatura internacional que han motivado las acciones adoptadas por Brasil. República Dominicana también desea establecer un programa de prevención de la introducción de esa enfermedad.

La realización de una encuesta para establecer el estado libre de Amarillamiento Letal en todo el país y de programas de exclusión se halla obstaculizada por limitaciones técnicas y de recursos. Se necesitan técnicos altamente capacitados, así como sofisticados y costosos laboratorios para la oportuna detección e identificación del fitoplasma que causa la enfermedad.

Para que una encuesta sea válida desde un punto de vista técnico y estadístico, esta debe incluir un muestreo considerable de coco cultivado y no cultivado, plantaciones cultivadas y abandonadas, palmeras en patios, plantas para jardinería ornamental y otros hospederos cultivados y silvestres. Ya que tanto la enfermedad como su vector se hallan diseminados por toda la región, sería oportuno efectuar una encuesta de verificación para poder seguir certificando el estado libre de plagas. De todas formas, la existencia de vías naturales y condiciones que favorecen la introducción del vector y de la enfermedad, ponen en duda la factibilidad de una encuesta tan costosa y extensa como medio para superar las restricciones comerciales. La probabilidad de haya una introducción natural también condiciona el que un programa de exclusión pueda ser eficaz sólo para la aplicación de medidas fitosanitarias de acuerdo al desplazamiento del germoplasma.

Al reconocer que las vías naturales no pueden mantenerse bajo control, las contrapartes comerciales podrían seguir imponiendo medidas restrictivas. Es muy probable aún que una encuesta técnica y estadísticamente válida diese como resultado la detección de la enfermedad, si bien a niveles bajos o en un estado incipiente. Esto provocaría la toma de medidas fitosanitarias por las contrapartes comerciales y obligaría a República Dominicana a erradicar la enfermedad para volver al estado libre de AL.

Las características de la enfermedad y la experiencia adquirida en otros países demuestran que la erradicación no es factible. Por consiguiente habrá que utilizar variedades resistentes y otras medidas de cultivo para asegurar la continuación de la producción, adoptando un planteamiento diferente para superar las restricciones fitosanitarias en los mercados de exportación.

El proyecto se propone, antes que todo, facilitar a los organismos oficiales de República Dominicana el proceso de toma de decisiones de tipo fitosanitario, suministrando informaciones, capacitación y asesoramiento técnico con el fin de asegurar la plena comprensión de las estrategias alternativas. En segundo lugar se quiere entablar un diálogo entre los oficiales competentes de República Dominicana y Brasil para iniciar la identificación de opciones de programas técnicamente válidos y con ello facilitar un acuerdo sobre el protocolo a seguir para un programa de exportación cocotera ventajosa para ambas partes.

La condición, requerida por las contrapartes comerciales, de establecer áreas libres de plagas en República Dominicana es una de las estrategias que se pueden incluir en las opciones de programa. En tal sentido, el Gobierno de República Dominicana y la FAO podrían aportar fondos para cumplir con los requisitos específicos de una encuesta inicial sobre la enfermedad AL, con el fin de establecer una o varias áreas libres de plagas (ALP), si dicha estrategia fuese aprobada.

Efecto en la salud y seguridad alimentaria

Los colonos de nuestros pueblo, dependen en alto grado del coco, muchos alimentos cotidianos están relacionados con este producto. La crema, el bagazo y el aceite de coco, han sido ingredientes tradicionales en nuestra cocina, la mayoría de nuestros principales platos necesariamente van acompañados de este ingrediente, de un alto valor energético y nutritivo; uno de los pocos aceite vegetales que se absorben en alto porcentaje en nuestro tubo digestivo; y en ella descansa la mayor responsabilidad para que nuestra población no sufra de desnutrición como ocurre con el resto de la población del país, sin desestimar que también es utilizado medicinalmente.

Los efectos de esta plaga genera una mayor incidencia de enfermedades, principalmente la desnutrición infantil

* Efectos económicos y en turismo

Muchos pobladores de nuestras comunidades dependen económicamente de cultivo del coco, y de los subproductos que se obtienen de ella. Al disminuir la oferta habrá mas demanda, por lo tanto este producto aumentará de precio al igual que los subproductos que se obtienen de ello. Cada familia tendrá que pagar más para comprar el sustituto del aceite, y esto incrementará los gastos domésticos. El turismo que se ha venido acrecentando en nuestra comunidades en los últimos años, apoya el trabajo de muchas familias que obtienen sus ingresos de esta actividad; al morir las palmeras las playas perderán en parte su estética, belleza y encanto tropical; disminuirá la afluencia de turistas a nuestras playas, y consecuentemente esto acentuará la pobreza.

* Efectos culturales y gastronómicos

Varias actividades culturales y gastronómicas dependen del coco. Platillos típicos como, machuca, dugunú, tapoú, pan de coco, la tableta de coco, guentú, bimecacule, alabúndiga, letú, daraza, las diferentes sopas con coco, arroz con coco y otros, al igual que muchos festejos comunales y techos autóctonos que se ven engalanados con las hojas de estas palmeras, sin desestimar que es el principal árbol que provee sombra en las playas, así como fuente de confección de nuestras artesanías típicas, se verán afectados por la plaga.

* Efectos en la Psicología social de la comunidad

El abrupto cambio del panorama comunal, generara inusitados cambios psicológicos en el individuo, modificando su conducta, y haciéndolo mas susceptible a la depresión, la tristeza y a la frustración; se ha observado mayor migración del campo a la ciudad en los campos y fincas depredados por el AL.

* Efectos sobre la tenencia de tierras

Muchas personas en nuestras comunidades justifican la tenencia de tierra en base a la siembra de coco, por lo que el impacto de este problema será grande; y al no cumplir esas tierras su función social se producirá una mayor usurpación de terrenos, ocasionando conflictos e inestabilidad en nuestras comunidades.

En la resiembra, debemos tener el cuidado que el panorama de nuestras playas no sufra modificación significativa, se debe considerar que lo que allí prevalece son los cocos altos resistentes a los vientos fuertes; los cocos enanos pueden ser sembrados en parcelas en el interior de la comunidad. Al igual que se deben hacer nuevos proyectos productivos para explotar este producto con miras a la exportación.

Caso Costa Rica

Costa Rica ha desarrollado un cocotero híbrido resistente al Amarillamiento Letal, pero no será posible distribuirlo a todos los países o pequeños productores por lo caro de su adquisición (US$10.00 cada planta), por lo que cada país debe iniciar su propio programa subvencionado de importación de plantas o producir un híbrido a un menor costo.

La realidad es que los cocoteros ya destruidos requieren de acciones inmediatas para su replante, ya que el coco tarda en dar sus primeros frutos, y no se puede esperar a resolver el problema tardíamente, cuando los estragos económicos y ecológicos sean evidentes.


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