La Política Religiosa del Virrey Toledo: Un ensayo sobre el Poder Total.

Federico García Morales.

 

"Los Imperios son de Dios, El sabe el mejor derecho."

(Lope de Vega; La Imperial de Otón)

 

Paje: -el Español está aquí

Palatino: - ¿quién es ??

Paje: -Don Juan de Toledo

Palatino: -Ya vendrá a causarnos miedo.

(Lope de Vega:La Imperial de Otón)

 

 

"Que este dicho treinta de enero de mill e quinientos e treinta e tres salió el Capitán deste pueblo de Pachacama, que es donde está la mezquita o templo del Diablo".

(Crónica de Hernando Pizarro)

 

El Señor: "si el mundo nuevo existe, debe ser destruído, porque jamás he escuchado razón que tan ferozmente se burle de mí."

(Carlos Fuentes: TERRA NOSTRA, p. 505-6)

 

 

EL ESCENARIO

 

Como consecuencia de una tremenda lucha dinástica, Isabel y Fernando asumieron el control de los asuntos peninsulares. Las intrigas y las leyendas destruyeron las perspectivas de la hija de Enrique de Trastamara, doña Juana la Beltraneja (1). En aquellos atardeceres nadie habría podido apostar por los días de gloria que vendrían -una gloria difícil, en todo caso. Ya habría de llegar el momento en que el destino marcaría al nieto de Isabel, Carlos I, para emerger en medio de un confuso panorama político, (2) en donde los designios imperiales de los Grandes y del Rey debían estar tropezando con la revuelta comunera y las extensas disputas religiosas... Al final de su carrera, en el Yuste, Carlos V habría de confesar que había ganado más tierras que ningún otro soberano. (3)

Pero trasmitió a su sucesor un tren de afilados problemas de difícil movilización. Felipe II no tendría descanso. Se consagraría a un inmenso esfuerzo burocrático en Europa, en España, en el Nuevo Mundo, en el Mediterráneo (4)... Su poder generaría al hombre de Lepanto (5), de Flandes (6), de Sicilia (7), de Portugal (8), de Trento; él sería el creador de la Invencible Armada, el Rey del Duque de Alba y de su hermano, Don Francisco de Toledo (9).

El encuentro coyuntural de tantos sucesos y personajes de este período, hacen difícil inventariar el intrincado mundo de este soberano, y seguir los hilos que con paciencia de araña fue tejiendo y ordenando cuidadosamente, armados según su voluntad o las intrigas de sus Consejos.

En todo caso, América entró lentamente a convertirse en el arnés principal de esta sociedad. Es la empresa de muchos españoles, grandes o pequeños. Es la empresa del Conquistador. Es la caja-fuerte del comercio de Sevilla (10), es el oro del tesoro Real (11), es el control de los Océanos, la ruta abierta hacia las Filipinas y Catay, es la base de la alianza entre el Papa y el Rey de España, "patrono de las iglesias de las Indias". Pero es también la quiebra y la destrucción de las sociedades americanas por el establecimiento de la Conquista.

Colgando de los límites de los tiempos históricos, unos pocos años antes de Felipe II, un vasto Imperio se levantaba en América. De allí, desde su dorada prehistoria, el Imperio Inca se precipitó al abismo. Los Incas habían sido el último eslabón de una larga cadena de organizaciones sociales. Chavines, Tiahuanacos, Chimúes, Nazcas, Chachapoyanos, Aymaraes, Quechuas, Campas, Lucanas, Diaguitas, los miles de pueblos de la Ceja de la selva, de las junglas de la cuenca del Ato Amazonas, del Ucayali y del Marañón... Todo eso culminó en ese gran centro político y religioso, un siglo antes de la llegada de Pizarro. Este Imperio Inca fue una síntesis poderosa de ese pasado, de tradiciones milenarias y de diversidades sociales. En el momento del destino, esa diversidad conspiraría contra él.

Las primeras fases de la Conquista es poco más que un ataque por sorpresa de un grupo de bandidos; desde entonces, y por algún tiempo después del drama de Cajamarca, Pizarro continúa actuando en la ficción de una superestructura de fantasía: en el nombre del Inca, su prisionero o títere, Pizarro y sus hombres saquean los templos y comienzan la lenta pero irreversible desarticulación del mecanismo social, político y económico del Tahuantinsuyo (+)

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(+) En los hechos, la colonización del Imperio Inca fue realizada mediante la desintegración de todos los componentes de su cultura. Wachtel y Murra hablan, por eso, de su "desestructuración".

Las bases fundamentales del Imperio eran:

1. La relación entre los miembros de las comunidades a través de principios de reciprocidad.

2. la redistribución que realizaba periódicamente el Estado hacia las comunidades y desde ellas, movilizando la tierra, los bienes y los servicios.

3. La sanción religiosa a estos intercambios.

Los intercambios realizados al nivel del ayllu (grupo comunitario básico ) se entrelazaban con los del grupo al servicio de los curacas (jefes regiosales) y con el sector que rodeaba al Inca. la Reciprocidad dominaba toda la fábrica social. La tierra era el recurso local distribuído periódicamente entre el pueblo. El trabajo recibía también el signo de la reciprocidad, y esto permitía la organización de grandes tareas comunes.

También los Incas reconocían la necesidad de mantener la integración de este sistema de intercambio entre diferentes niveles ecológicos. La integración vertical de las economías creaba un complemento de producciones entre diferentes territorios. Todo esto se manifestaba en la constitución administrativa del Imperio, sus complejas divisiones territoriales, la posición central del Cuzco.

La Conquista destruyó, en primer lugar, la centralidad india: el asesinato del Inca, la destrucción de la antigua religión, la transferencia de la capital de El Cuzco a Lima, esto para favorecer las comunicaciones transoceánicas de los colonialistas. En segundo lugar, ellos atacaron directamente el desarrollado sistema agro-pastoril, con la destrucción de los acueductos, la matanza de millones de llamas. El sistema de reciprocidad y de redistribución quedó roto con la imposición de pesados tributos en favor de la Corona, de la Iglesia y de los encomenderos -los nuevos propietarios de la tierra... y la apropiación del excedente sin esperanza de retribución.

 

 

 

Por un tiempo que se alarga, y en el nombre del Inca y del Sol, los gigantescos rebaños de llamas son sacrificados. Se destruyen los acueductos y se imponen tributos abusivos. Poco a poco, y usando a los indios contra los indios, se abajan las rebeliones, y los Conquistadores reducen todo lo que alguna vez admiraron por su riqueza, productividad y eficiencia, a algo parecido a las desolaciones de las guerras de Floandes: una grande y podrida miseria, pero con todo, la base indispensable para el despegue de una nueva aristocracia -unida por una parte a la más completa y despótica disposición de la población indígena, y por otra, al comercio con España.

A la distribución del oro del saqueo, se siguieron las alocaciones de tierras. Todo este mundo humano toma el rumbo de la encomienda, de los repartimientos y otros merecimientos en donde el Conquistador se dispone a descansar de su largo viaje. La encomienda abre otro capítulo de abusos bajo la cobertura de loa cristianización (la conquista espiritual), pero genera también una profunda división entre los colonialistas en desesperada lucha por el control. El control de la tierra es fácilmente transformado en el problema del poder, donde la Corona también reclama la hegemonía. Y así, en medio de un mundo indio todavía no apasiguado ni sometido, se levantó la bandera de la rebelión y de la guerra civil.

En esta guerra todo estuvo permitido. Y una segunda destrucción se dejó caer sobre la Colonia. Nerviosas cabalgatas arrastraban consigo a gran parte de la población india. El clero mismo quedó dividido. Cuando cayó la cabeza de Gonzalo Pizarro, no por eso las causas de las disenciones quedaron aplacadas : los hijos de los Conquistadores y los poderosos curacas, los sacerdotes de la vieja religión, continuaron detentando la riqueza y la influencia; un Inca que reclamaba sus derechos, continuaba vivo en la región de Vilcabamba, cerca del Cuzco, y los cultos tradicionales florecían en todas partes, declarando cerradamente su prioridad sobre la Iglesia oficial; muchos doctrineros se convertían a la fe de los indios y demasiados misioneros vivían, todavía treinta años después, bajo el clima caliente y arbitrario del espíritu de la Conquista y de la caza de fortunas rápidas; el alto clero era más poderoso que los funcionarios de la Corona... La dispersión del poder era el mayor obstáculo para la maximización de las ganancias de la Corona, pero era también un problema político mayor, ya que en medio de todas estas revoluciones, podía preveerse la llegada de la hora del indio: pues para ellos el Imperio de los "mitimaes" españoles no era más que una imposición injusta. Aún antes de que Felipe II se hiciera cargo del manejo de estos asuntos, se había escuchado decir a Bartolomé de las Casas:

"...y sobre estos mansos corderos, dulcificados por tales benditas cualidades, vinieron los Españoles cual tigres crueles, como lobos y leones enrabiados, con un afilado y tedioso hambre..."

La violencia ocupaba una parte esencial en este escenario. "La muerte española" cayó sobre los indios, y produjo, un enorme genocidio. El Conquistador tenía una mentalidad muy especial: tenía la decisión de matar. Esta violencia de alma se ligaba a una concepción religiosa maniquea, con una visión muy especial de Dios y de su opuesto: el Diablo. Ellos son también parte del escenario. Para muchos europeos, la Conquista no fue más que la lucha de Dios contra el Diablo, bajo el grito de "Santiago y a ellos, y cierra España". Su Dios era un Dios de venganza. Un agente demoníaco de tortura que desembarcó en América después de cruzar el Mar Océano en alguna caravela. Nadie sabe cómo, pero un diablo medieval había navegado con él también.

El Concilio de Lima de 1551, explicaba el juego de estos dos poderes, para el uso del predicador:

"El infierno es una cosa muy obscura, hedionda, donde arde una gran fogata. donde los pecadores se queman por la eternidad sin consumirse jamás. devorados de sed, de hambre, de enfermedades y de sufrimientos; ellos quieren morir para poner fin a sus tormentos, pero Dios no los deja que se maten: Ël quiere que queden allí, sufriendo eternamente por sus pecados". (13)

Como decía el padre Joseph de Acosta: "el Diablo ha venido a las Indias a buscar refugio, escapando de Cristo" (14) aquí los diablos hablaban a través de ídolos, de oráculos, a través de los sueños de los indios. Estaba presente en su música, en sus danzas, en los diseños de su cerámica, en sus gestos. Con los años, la lucha contra todo lo que era sagrado para los indios, vino a tener para los cristianos el significado de la lucha contra el diablo.

El saqueo de las tumbas, la quema de las momias y el robo de sus santuarios: todo se justificaba con la Historia de los Santos: "¿Acaso San Antonio no extraía los cadáveres de los infieles, los apuñalaba y luego dormía (sic) sobre ellos ?" creían -o decían creer- que el Demonio, para defender la idolatría, habiase ido a vivir dentro del cuerpo de los Indios. Y en el siglo XVII los casos de posesión demoníaca comenzaron a ser comunes, dando margen al aparecimiento de exorcistas con diferente fortuna.

Ya en el proceso de Fray Francisco de la Cruz ante la Inquisición limeña, podía leerse de doña Juana Pizarro, cuyos momentos de posesión demoníaca fueron placenteramente vigilados noche a noche por una sucesión de ilustres prelados que en vano trataron de sacarle el demonio del cuerpo. (15)

Para los indios, la persecusión del demonio tuvo otro climax. Las justificaciones las da el Padre Avendaño, que dice en uno de sus sermones: "E si Dios ordenara matar a todos los indios que han adorado huacas en el Pirú, quién quedaría vivo ?" (16)

La visión del Dios castigador y autoritario, en lucha con el Malo, traería también un reforzamiento de ideas autoritarias que vendrían a adornar la conciencia del colonizador. Para tanto crimen se necesitaba cierta excelencia en el cumplimiento de ordenes remotas o cercanas, y todo se hacía también para mantener bien sometida a media humanidad. Así llegaría a prosperar hacia la séptima década del siglo una visión política que justificaba el control total, la oblación completa de la voluntad del súbdito a la autoridad,como representante de Dios, que popularizó Ignacio de Loyola en sus cartas sobre "la Obediencia Perfecta."

 

Vásquez Espinoza pasó 14 años de su vida viajando a través de América, y cuando volvió a España (1622), escribió su Compendio y Descripción de las Indias Occidentales, un trabajo que contiene una gran cantidad de menudos hechos relacionados con la administración Colonial y el estado de los asuntos en esos años. Contiene también una prolífica descripción de ese mundo indio semi-destruído. Estas ruinas son parte del escenario. Sobre todo cuando suponen actividades humanas: los españoles destruyeron la Huaca del Sol en Moche para robarle su tesoro, y derribaron la fortaleza de el Cuzco "para construir sus casas" (17). "Donde está la Iglesia catedral fueron las casas y palacios reales del Inca Viracocha..."

 

 

El PATRONATO REAL

Entretanto, desde comienzos del siglo XVI, se levantó en Europa un clamor contra la infalibilidad papal. también fue un drama común, y a veces muy intenso, ver a la Iglesia defendiéndose del poder del Estado territorial. Pero en América se observa una gran unidad de propósitos entre el Papa y el Soberano, que culmina con la identificación de la Iglesia con el Establecimiento colonial durante un período secular. (18)

"Nunca antes ni después, un Soberano tuvo, con el consentimiento del Papa, un control tan completo sobre la Iglesia católica, como el que tuvo el rey español en sus posesiones americanas" , señala Lloyd Macham (19)

Esta unión del altar y el trono, conocida como el Real Patronato de las Indias, fue única y no tiene precedentes en la historia de la Iglesia en sus relaciones con el Estado (20).

Este "patronato" es el título para el dominio de los indios, pero más tarde se le adapta para implicar las prerrogativas eclesiásticas de la Corona. "Dios nos dió las Indias", decía Solorzano en el libro primero de su Legislación Indiana.

En efecto, Su Santidad el Papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia), en la Bula Intercoetera del 4 de mayo de 1493, había dado el dominio de América a España y a Portugal, en el arbitraje de sus diferencias. De allí provenía la leyenda sobre la donación del Vicario al Conquistador de los Moros.

La Bula del Patronato (1508), establecía que en las Indias no podían fundarse iglesias ni conventos sin la licencia del Rey de Castilla. Y allí se decía que el Rey tenía derecho de "presentación" al papa de todos los oficios eclesiásticos , tales como el de Arzobispo y Obispo; para los otros, ese derecho recae en los Obispos. Por otro lado, él tiene la obligación de dar sostén a todos los oficios provistos por su mano --Alejandro VI dió a los reyes de Castilla esta potestad por los siglos de los siglos, junto con la obligación de pagar por el mantenimiento de la Iglesia en Indias. Todo esto habría de reflejarse en importantes items de la legislación financiera de las Indias.

El Patronato colocaba a la Iglesia al servicio de la Administración colonial, mientras ésta se levantaba como el gran cruzado en la lucha por la conquista espiritual de las Indias. El Papa Clemente VII, en carta a Carlos V, del 23 de marzo de 1530, decía:

"Tenemos confianza que en todo el tiempo que estéis en esta Tierra, seáis obligado y empleéis vuestro celo en hacer que los pueblos bárbaros lleguen al conocimiento de Dios, el Hacedor y Fudador de todo, no solamente con leyes, sino también por la fuerza y el uso de las armas si es necesario (sed armis et viribus si opus fuerit), de modo que sus almas puedan compartir el Reino de los Cielos." (21)

A la muerte de Carlos V, el Nuncio en la Corte española, escribía aquel Apuntamiento sobre Conversión de Indios, dedicado a Felipe II.

Pero antes teníamos la polémica de Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de Las Casas, en la que Sepúlveda, un respetable teólogp de formación aristotélica, decía que los indios "eran esclavos por naturaleza", sujetos a la tutoría de los Poderes Católicos. Aún en nuestros días, esta teoría es aceptada entre algunos sectores clericales. Por ejemplo, Menéndez Pidal y Antonio de Egaña, que llegan a considerar al Imperio Colonial no sólo como la posibilidad para la efectiva conversión de los indios, sino también como una fuerza civilizadora (22).

Las disenciones que ocurrieron después de la Conquista y de la caída del Imperio Inca, sometieron a la potestad real a su prueba más amarga: al punto que sus funcionarios dejaron de ser obedecidos (23). Siguiendo sus propios caminos, los jefes religiosos recobraron autonomía, y demandaron derechos especiales -derechos competitivos- en la designación del clero y la expansión de los mconventos, en la organización de la economía y de la política en Indias. Esta situación dió paso a constantes feudos entre los diferentes potentados, y ponemos como ejemplo las famosas diferencias entre el poderoso obispo de el Cuzco y su rival el Arzobispo de Lima, que ningún Concilio pudo apaciguar.

Felipe II habría de dedicarse a saldar cuentas con el clero, con esa decisión que sabía mostrar en toda ocasión en que salía en defensa de sus prerrogativas. Por un lado, Felipe intentó hacer del clero un instrumento eficiente para los grandes planes de conquista en que estaba lanzado. La propaganda de Las Casas era demasiado escandalosa, y aunque tolerada, fue en su momento considerada peligrosa, ya que infiltraba en el clero un espíritu opositor. Por otra parte, Trento le hacía poner los ojos en la tremenda ignorancia de muchos de sus frailes y en la disipación de sus vidas: los clérigos de la Conquista no eran los elementos más adecuados para conducir la dictadura económica e ideológica que él se prometía para el Perú de los años por venir.

Por estas razones, a lo largo de todo el gobierno de Toledo, se vería ocurrir toda una importante correspondencia entre el Señor y su hombre en América, vinculada muy especialmente con el manejo de estos problemas, y con la recomendación de energía y tacto ( suaviter in forma, fortiter in re ). Muchas veces estas cartas redondeaban complejas intrigas destinadas al sólo efecto de separar a un cura de sede. "El poder del sacerdote debe suplementar al del virrey". Para este efecto en el "Libro de los Despachos de Don Francisco de Toledo", el Real Consejo de Indias estableció una serie de instrucciones. En su mayor extensión, se referen a materias eclesiásticas. Toledo, se entiende, viene a América, fudamentalmente, a restablecer el patronato. Más adelante, cuando examinemos su política religiosa, nos detendremos más sobre esta materia.

El patronato se basaba en una razón: el derecho de la Corona española a substituir a las autoridades indias. Durante su largo vagabundeo por las cosas de América, Toledo buscará nuevos argumentos para esa substitución, tema que repleta esas cartas dedicadas a calmar la mala conciencia de su primo el Rey. Es esta también una gran empresa ideológica, a la que asocia a numerosos escribanos y religiosos, por ejemplo, a Polo de Ondegardo y a Sarmiento de Gamboa.

Pero también entre el clero se da la mala hierba: esa resistencia de origen Lascasiano que se opone a reforzar las normas represivas tan necesarias para las nuevas condiciones del Imperio. El uso del Patronato exigía la remoción de muchos frailes --aunque no hubieran causas muy claras. Frecuentemente fue dicho: por razones non sanctas --pero las conversaciones de Toledo con sus privados y su correspondencia de Ultramar, crean algunas dudas sobre los motivos.

En las instrucciones que el rey envía a Toledo el 28 de enero de 1568, se lee:

"Los religiosos que han residido y residen en estas partes, con el pretexto de protejer a los indios se han dedicado a tratar de la Justicia y de la Soberanía de las indias y de otros asuntos en los púlpitos y lugares públicos."

Más tarde, Toledo tiene una conferencia con su secretario, y se pregunta "si se podría emplear la Inquisición no para quemar herejes, sino para imponer silencio a la contrariedad de opiniones que en los predicadores y confesores era habido y hay en aquellas provincias sobre la jurisdicción y seguridad de conciencia." (24)

 

 

 

LA POLÍTICA RELIGIOSA DEL VIRREY TOLEDO

Fue en 1569, cuando llegó un correo al Perú, portando noticias al Presidente de la Real Audiencia y Gobernador, Don Lope García de Castro, "que Don Francisco de Toledo, de la casa de Oropesa, a quienes Reyes y Emperadores tienen por primo, venía en camino desde Panamá para ocupar el puesto de Virrey del Perú". (25)

El hombre designado por Felipe II era, en efecto, un noble descendiente del Almirante Fadrique Enríquez, bisabuelo del Rey. El gran Señor se hacía acompañar por una comitiva de sirvientes, vasallos y esclavos, integrada también por eclesiásticos y fijosdalgos. Una flota especialmente asignada lo traía a América junto con las bendiciones del Papa.

Su viaje hasta Lima tuvo las caracteristicas de un triunfo. Ni indios ni españoles sospechaban sobre el carácter de las instrucciones que traía consigo. Instrucciones que producirían una reforma completa de la colonia.

Se ha comparado Toledo con Richelieu, en su manía absolutista. Pero en los hechos, Toledo iría mucho más allá que el mandarín francés en su búsqueda de firmes bases para el poder de su Soberano en América. Gastó muy poco tiempo en poner coto al feudalismo en expansión de la segunda generación de la Conquista, cuestión ya resuelta en la parte gruesa por su antecesor . También pondría un trágico fin al último Inca de Vilcabamba.

Paralelamente, Toledo iniciaría grandes reformas económicas, orientadas a producir la movilización de la mano de obra indígena para las tareas mineras. Reforzaría también la elevación de nuevos tributos, e introduciría un doble sistema en su administración, ambos centrados en el virrey --pero uno de ellos basado en el control de los curacas y del sistema administrativo incaico "suficientemente pervertido" (26) la realización de estas tareas implicó una acción muy profunda en el terreno religioso y eclesiástico.

En lo religioso, Toledo fue la proyección americana de su amo Felipe II: donde este persiguió la herejía con la intolerancia de sus tercios, en el espejo americano Toledo cristianizó destruyendo los cultos tradicionales; si Felipe reforzaba su autoridad concentrándose en el escrutinio burocrático, centralizado y minucioso, Toledo inauguró el examen de visu , las visitaciones -mirando por el refuerzo a la disciplina en el clero y los seglares, y a la obediencia a su autoridad. Detrás de esto, dejaría caer una de las más fuertes campañas de extirpación de idolatrías (27). Una campaña que duraría por todo el siglo siguiente. Bajo su gobierno se aplicaron las resoluciones de Trento con todo rigor a la educación de los sacerdotes y al control de su modo de vida. Y con Toledo llega a América el primer grupo de Jesuitas, y también el Tribunal del Santo Oficio. Este último viene a cumplir dos tareas principales: la persecusión de la herejía (en esta época había abundantes motivos de preocupación con los "alumbrados"), y disciplinar al clero en torno al principio del Patronato. El viaje del santo Oficio es casi una empresa en si misma.

El cardenal de Sagunto daba ordenes -hacia el 28 de enero de 1569- para que el Lic. Serván de Cerezuela -obviamnente residente en Oropesa- se trasladase a Sevilla para embarcar en la armada que conduciría a Don Francisco "que le entragaría títulos y despachos que lo instalarían como representante del Santo oficio en Lima (28).

"que dicha providencia por Dios a Nos encomendada, sea libre e preservada de todo error y sospecha de toda herejía, considerando cuanto conviene que en estos tiempos que se va extendiendo este contagion, se prevenga a tan gran peligro ... castigando los errores de la herética pravedad..." (29)

Al otear las costas de Panamá, Cerezuela ya podía escribir:

"No faltan por acá grandes maldades y ofensas de Dios, que por falta de justicia ni se han castigado ni descubierto: placerá a Nuestro Señor que con la venida del santo Oficio su Divina Majestad sea servido y sus ofensas castigadas."

Allí mismo en Panamá, ante el Virrey y su corte, en solemne ceremonia catedralicia, juraría y haría jurar sus poderes. Sobre esos poderes se sabría más, cuando, alzado en un altar, ya en el Perú, se pusiera a recitar el contenido de sus pergaminos:

"...y queriendo proveer y remediar lo que conviene al servicio de Nuestro Señor, mandamos dar y damos la presente para cada uno de vos en la dicha razón por la qual os exortamos y requerimos que si alguno de vos supiérades, oviéredes visto o oydo decir que algunos o algunas personas vivos, presentes o ausentes, o defunctos hayan fecho o dicho alguna cosa que sea contra nuestra fee catholica y contra lo que esté ordenado y establecido,etc,etc... (se enumeran creyentes en Mosés, en Lutero y en Mahoma) ...o que se hayan quejado de ser condenados sin culpa, o que sean hijos o nietos de condenados...o sostenido cualquier relación,etc.,etc..." (30)

Se termina así llamando al establecimiento de un sistema fundado en la introducción general de la delación.

Esta acción habría de marcar profundamente a la Colonia: un estilo político se estaba creando. Puede decirse que las características centrales del culto cristiano -y de los estados de alma que coagularían en la ideología del Estado en América, desde esta época y hacia adelante, salieron enteras de las manos de Toledo.

Sólo es posible dividir las tareas de Toledo desde un punto de vista discursivo. Porque él las consideró siempre como el servicio de una sola totalidad y objetivo: el control total.

La disciplina:

Las sedes de la Iglesia no estaban siempre en manos de viejos enfermos y gotosos: más comunmente estaban vacantes, o sostenían a hombres bastante jòvenes, de temperamento sanguíneo y hasta demasiado vital. Toledo advierte la situación pre-trentina de la Iglesia en América:

"En cuanto al gobierno de aquel reyno, hallé cuando llegué a él que los clérigos y frailes, obispos y prelados de las Ordenes eran señores de todo lo espiritual, y en lo temporal casi no conocían ni tenían superior; y V.M. tenía un continuo gasto en vuestra real hacienda con pasar a coista de ella cada flota mucha cantidad de clérigos y frailes, y en realidad de verdad, pasaban muchos de ellos a enriquecerse con ellos, pelándoles lo que podían para volverse ricos... los dichos sacerdotes tenían cárceles, alguaciles y cepos donde los prendían y castigaban cómo y por qué se les antojaba, sin que hubiera quien les fuese a las manos." (31)

Toledo intenta llenar estos puestos, y comienza por vigilar a aquellos clérigos y frailes que le desagradaban, utilizando "visitadores" secretos. Esta acción fue dirigida muy principalmente contra la Orden de Santo Domingo, a la que "pertenecía ese Obispo de Chiapas, cuyos libros y otros impresos sin licencia del Real Consejo, serán tomados cuando V.M. ordene". En esto de destruir libros no oficiales, don Francisco se esmeraba en aconsejar al Rey.

La ofensiva contra los frailes toma el sesgo de una campaña moralizadora. Nunca podrá saberse a ciencia cierta hasta donde en esto pagaron justos por pecadores. El carácter de la campaña y de las acuaciones y argumentos, se muestra , por ejemplo, en un documento sobre una visita a la provincia de Chucuito, a cargo del Lic. fray pedro Gutiérrez Flores y de Juan Ramírez Segarra, bajo las ordenes de Don Francisco.

Ellos descubren allí que han de levantar cargos contra Fray Juan Vásquez y Fray Juan de Cabrera "que vivían en aquella doctrina en escándalo y mal ejemplo, pues imponían a los indios un servicio de doncellas cerca de sus propias celdas... las cuales iban y venían a casa de los dichos frayles algunas noches que ynbiavan por ellas". También hay cargos contra el Padre Juan de Cobeñas, que cuando un indio le pidió que celebrase su matrimonio, "le golpeó con un palo, diciendo: infiel desalmado que te quieres casar con una muchacha.. y tomando a la novia consigo, la llevó a su celda a forzarla a voluntad...ya la dicha india se defendía, y la ató con una soga diziendo que la avía de ahorcar, y de temor consintió en tener cuenta con él..." Y también hubo cargos contra el padre Diego de Vargas, que tendría una extraña amistad con una india de la que tenía un hijo... Y contra Fray Augustín de Formicedo, "que ovo otro hijo".

Este Formicedo es un caso interesante: "un día él llamó a reunión a todos los principales, y les dijo: 'como todos saben, todos los rebaños de llamas pertenecen al Inca y al sol, y que es conveniente vender todos estos animales para pagar los impuestos... y que él tenía títulos para servir en esto a la comunidad... y que efectivamente él vendió todo... Amén." También tenía otros negocios de cueros, lanas,etc. , con algunos socios que trabajaban en la exportación.

El Padre Francisco de O)viedo, ofrecía un aspecto diferente: él viajaba con un cepo, al que sujetaba a los indios, y les pegaba "hasta hacerles perder la salud". Gustaba de golpearles con una gran piedra, que hacía caer sobre sus cuerpos. Formicedo también tenía cepos. (32)

Al final del gobierno de Toledp, la acción disciplinaria está en maqnos de la Inquisición, y está dirigida contra miembros de la Compañía de Jesús: se acusa entonces al propio Provincial de la Orden, y a su protegido, el Padre Miguel Fuentes, de tener comercio con sus hijas de confesión.

En un grueso expediente que se extiende de 1576 a 1580, una docena de muy piadosas damas, declaran haber sido sujetas de requerimientos por el confesor Fuentes ..."el que después de auer confesado a la testigo, luego el dicho Padre Fuentes le tornaua a hablar en el confesionario porque antes que saliese le dezía que en comulgándose tornase allí y auiendo tornado la aublaua muchas palabras de amores, que la quería como a su alma y la escreuia muchos villetes muy enamorados y uiendola a ver a su casa le dexía las mismas cosas y la abracaua y la besaua y la metía la mano en los pechos y después quando esta testigo se va a confesar con él preguntándole esta testigo sia auia de acusar a quellos becos y abracos y tocamientos, el dicho padre Fuentes dezía que se acusase dellos aunque no era pecado mortal por quanto él no auia tenido propósito de ofender a Dios ni de su parte de esta testigo auia auido voluntad de pecar y que así no era pecado mortal,etc."

Un estilo parecido, del mismo gusto picante, revela la investigación que se junta a la causa de Fr Francisco de la Cruz, en donde:

"Depone contra este reo (fr. Luis López) una María de Morales, mujer de un Juan de Saavedra, de hedad de veinte e tres años, que estando enferma de dolor de costado, confesándose con este reo, qiexandose ella del dolor, el reo le puso la mano sobre el dolor, e yéndoise confesándose, el reo baxó la mano hasta ponerla sobre el estómago y de allí a la barriga, y aunque hico fuerza para quitársela, no pudo... confiesa el reo questando confesando cierta muyjer questaba en cama con dolor de estómago, la puso las manos en él muy apretada todo el tiempo que se estuvo confesando, sin tener la camisa encima, lo qual fue causa que yncitada de aquellos tocamientos, llegando su boca della a la del reo, le besó. (33)

Para perfeccionar la institución del patronato, felipe II pensó en la creación de un patriarcado de las Indias, vinculado al Consejo de Indias. Pero todo quedó en proyectos. aunque en la práctica, y con la misma filosofía, Toledo se las arregló para integrar al clero en su acción política, dándoles un lugar comprometido en sus reformas económicas, transformando a los sacerdotes en colaboradores en la colección de tributos y en organizadores de las reducciones . Por su lado, la Iglesia y muchos clérigos por cuenta propia se vieron favorecidos en la distribución de rebaños, de tierras y de minas (+). El

resultado: una expansión considerable de la iglesia en el Perú. Su vinculación con la cosa política se anota también en la participación que le cabe en la solución final del problema Inca. Son frailes los embajadores y espías que envía Toledo al Inca de Vilcabamba --en algunos casos en misión especial, destinados a envenenar a Titu Cusi. la curia participa también en "la guerra justa" que termina con la captura y ejecución de Tupac Amaru.

Pero no hay disciplina sin educación, y Toledo lanza un programa de reorganización de los estudios universitarios. En este campo se encuentra con algunas dificultades, porque en estas materias caen también los designios y ambiciones de la Compañía de Jesús, que se rehusó a ser el instrumento obediente deseado por el Virrey. Los jesuitas no aceptaron el control de San Marcos, porque querían dominar en el Seminario de la catedral. Siempre en lucha con la otra alternativa: el poder de los Domínicos.

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(+) En la lista de propietarios de Potosí: Veta Zenteno, las monjas de la Encarnación de la ciudad de los Reyes (con 60 indios trabajando); veta Rica, Padre Cáceres (con 4v indios), veta Mendieta, Convento de Nuestra Señora de la Merced (con 20 indios)". Véase Luis Campeche, Relación General de la Villa Imperial de Potosí.

 

 

 

 

 

 

La Inquisición:

Toledo estableció en 1567 el Tribunal de la Inquisición en Lima , "en orden a fortalecer la creencia en el verdadero Dios". El domingo 15 de noviembre de 1573, Lima era testigo del primer Auto dee Fe. la víctima fue un viejo luterano francés , Mathieu Salade. Fue quemado hasta morir, en gran escenario, y en presencia de los más distinguidos ciudadanos de esta Repúiblica de pesadillas. Salade, de atenernos al acta de la sentencia, sólo parece haber sido un hombre adelantado a su tiempo -entre sus "crímenes" se menciona el haber sostenido "que ningún hombre que vendiese negros y mulatos se podría ir al cielo, sino que iba condenado al Infierno..."

Un segundo Auto de Fe es celebrado en presencia de Tledo el 15 de abril de 1578. Esta vez son 16 víctimas, algunas son condenadas a 200 latigazos, otras, son quemadas vivas. Al final del siglo, Antonio Vásquez de Espinoza (35) nos informa sobre la continuación de estos actos de terror.

Toledo mantuvo a la Inquisición funcionando prácticamente dentro de su propia casa, a través de agentes que estaban bajo su exclusivo y directo control. En varias ocasiones -como en el caso de Francisco de Aguirre (36)- hizo uso de los servicios de la Inquisición para reducir a Conquistadores demasiado independientes.

Pero no actuaba a solas. En la Colonia es posible rastrear presiones muy fuertes en favor de estas intervenciones de la Inquisición, y todavía más : a extenderlas en el tratamiento de los asuntos indígenas. Como se sabe, previas resoluciones del Consejo de Indias excluían a los naturales de la jurisdicción del Santo Oficio. Pero el padre dominico, fray Francisco de la Cruz, que por una ironía del destino fue quemado vivo como herético en 1578, había escrito al Rey en 1566, reclamando el derecho de la Inquisición para ayudar a someter a los indios: "...someter a los indios a la Inquisición no significa que sea necesario quemarlos a todos..." (37)

Toledo se sintió animado, y concedió ciertos márgenes de acción al santo Tribunal cuando se trataba de casos de apostasía de indios, o en el caso de los dogmatizadores, esto es, de sacerdotes del viejo culto. Sin embargo, prefirió construir un sistema represivo ad hoc, calcado de la Inquisición, pero que permanecería enteramente en sus manos: el Tribunal de la Extirpación de Idolatrías, en los hechos a cargo de "visitaciones". Sus procedimientos se calcaban de los autos de tormento y de los autos de fe del Santo Oficio. naturalmente, su organización se basaba también en elementos materiales: alguaciles y cárceles.

Los alguaciles del período toledano, representan una institución extremadamente interesante: normalmente ellos respaldaban la acción de misioneros y de visitadores. Estos alguaciles permanecían en la aldea indígena, a cargo de la reducción cuando todos los otros se habían marchado. Ellos cumplían entonces allí "funciones espirituales". Ellos vigilaban a la gente y denunciaban los actos contra la fe. tenían poder suficiente como para encarcelar o aplicar castigos corporales, en tanto llegaba la siguiente "visita", aún cuando nadie sabía si volvería a aparecer por el lugar. El alguacil, en los hechos, reemplazaba al sacerdote, y por eso estaba permanentemente a cargo de la cristianización. Cuando ocurría la visita, esta cuestionaba a los indios por si tenían algún cargo en contra del alguacil... Pero toda queja era un signo de actitudes rebeldes: el más grande e imperdonable de los crímenes. Así se cerraba el ciclo.

En sus decretos, Toledo se extiende sobre el para él grato tema de las cárceles, con sus miserias y tristes privilegios que rememoraban el carácter de la estructura social. La cárcel debía alzarse en todas partes, debía estar presente en cada reducción. Los Corregidores debían preocuparse de que "sus paredes sean gruesas". la más famosa, Santa Cruz del Cercado, fue instalada en Santiago del Cercado, el ghetto indio inaugurado en Lima por Toledo. Allí iban a podrirse de por vida dogmatizadores, hechiceros y antiguos curacas. A mediados del siglo XVII, se sabía que en esa cárcel todavía sobrevivían algunos viejos de 80 a 90 años. Se comentaba también el caso del triunfo final de un confesor que trabajaba en Santa Cruz, y que obtuvo de uno de los prisioneros, en el momento de morir, el lugar donde permanecía la huaca que había salvado con su silencio durante toda su vida.

Pero ya en 1575, los inquisidores escribían: "hoy están llenas las cárceles y no tenemos a dónde poner más reos".

 

 

La extirpación de las Idolatrías:

Al conceder importancia a la religión en el mundo Inca, los españoles fueron siempre de una opinión. muchos de ellos, como el Padre Joseph de Acosta, llegaron a crear un modelo presidido por una teocracia jerarquizada, que valía como experiencia para el resto del mundo, pero que valía también como preparación providencial para los mismos indios. Pero los Conquistadores también entendieron que esos cultos tenían una relación directa con las formas económicas --que no se correspondían para nada con los intereses de los españoles. y que si eran tolerados, como religiones optativas, sólo podían venir a alimentar la resistencia nacional.

Pero el español estaba además dominado por un espíritu de cruzado, por sus propios fanatismos que jamás podrían admitir una Sacralidad diferente a la suya. E inventaron el procedimiento legal: al ocupar un nuevo territorio, se lanzaba un requerimiento, esto es, una fórmula de sujeción de los indios a la autoridad del rey, del papa y de Cristo. esto ya habíase dado en la experiencia de la conquista de otros territorios de América, y continuaba siendo la práctica actual común. con ese requerimiento, Valverde avanzó a provocar a Atahualpa, abriendo luego la senda hacia esos templos rebosantes de oro, que quedaban entregados al instinto material y profano de cualquier Conquistador. La desacralización de Pachacamac es un ejemplo de todo eso.

Hacia allá partió Hernando Pizarro, poco después de la captura de Atahualpa. En Pachacamac fue bien recibido por los indígenas, que lo creyeron un enviado del Inca. Fue derecho hacia el santuario: él ve que allí está el refugio del Diablo, Lo destruye. Luego predica la verdadera fe: toma el oro y parte.

De dudoso resultado para la conversión deben haber sido estos sermones de los Conquistadores,.. Para entonces se decía que "había en Perú tres maneras de criatianizar a los nativos: la primera, con la fuerza y la violencia, sin previa catequización y sin previa enseñanza... cuando los predicadores eran soldados y los baptizadores idiotas y los baptizados traídos en collera y cadena, atados o hechos una sarta dellos, o manadas, con apercibimiento que si no levantaban las cabezas, habían de probar que sabían las espadas y arcabuces". La segunda manera, era el resultado de la ignorancia de las lenguas (la Salvación por la vanidad de Nimrud...): cuando un Predicador se enfrentaba a los indios, les recitaba el Padrenuestro, el Credo, el ave María en latín, poniéndoles una cruz alta en públicoi y diciéndoles que se arrodillase allí:" El tercer sistema se vinculaba a la acción de "esos grandes hombvres que aprendieron el lenguaje del pueblo y fueron a luchar contra la idolatría... y se dieron en predicar el evangelio públicamente." (39)

La campaña contra la idolatría fue, en primer lugar, la realización de un inventario de los diferentes aspectos del culto tradicional, de sus diferentes objetos y lugares agrados --que resultaron ser más de los que se imaginaron sus propulsores. Pero, de todas maneras, se siguió concienzudamente con la segunda fase: templos y estatuas fueron destruídos. Hubo autos de fe en que hasta ocho mil monumentos fueron llevados para ser despedazados y quemados. Pero existía también el culto a los antepasados. Esto originó una nueva razzia, presidida de preguntas sobre dónde estaba la momia del padre, del abuelo, del bisabuelo, del marido, del hijo... para quemarlas. Nadie será capaz de explicar qué traumas originó este trato en las almas de los indios. Pero ellos buscaron entonces refugio para sus Dioses en cosas pequeñas que ocultaban bajo sus ropas. O también en su música, en sus danzas. Como todo esto sería a su turno atacado, terminó el indio sacralizando sus ríos, sus lagos, sus montañas. Este efecto pudo ser trambién el resultado de la extirpación más fácil de sus "religiones de estado", sobre todo, del culto solar. Pero los Andes vinieron a ser una enorme huaca. Al hundirse el culto solar más evidente, reaparecía una religiosidad más vieja, tomaban de nuevo forma los viejos ciclos del viaje de las almas desde sus lagunas de orígen a sus lagunas de muerte.

Pero entonces, Toledo introduce sus famosas Reducciones, "La cosa más ymportante que en esta visita se haze para lo espiritual y temporal, es rreduzir a pueblos estos naturales questauan derramados por los campos como salvajes..."(4) Y obtiene de los indios el abandono de sus tierras, que pasan a manos de los blancos, de la Corona y de la Iglesia. Los indios serán conducidos a vivir en los ghettos levantados por el ingenio virreinal a orillas del camino real. Allí estarán bajo la vigilancia de los alguaciles, de los corregidores y de los curacas traidores.

Sobrteviven varios trabajos, con testimonios de este período negro. Algunos, defendiendo la causa de los indios. El más valiente, La Crónica de Buen Gobierno, de Felipe Guaman Poma de Ayala, que junto con escribir con fuertes y críticas manos, labró los grabados que exponen los sufrimientos y la explotación del indio, contrastados con su antigua grandeza. En este libro único, los textos "ilustran" los grabados.

Toledo inicia también las "interrogaciones" que miran a denunciar la estructura religiosa que está atacando. Estas Interrogaciones son cuestionarios que adoptan la forma de sistemas cerrados, con respuestas de si o no, predeterminadas por el terror. Toledo se preocupa mucho en destruir toda traza de superioridad moral de parte de los vencidos. también busca hacer de la sucesión cristiana algo ideológicamente posible a través de la tesis de "la Preparación providencial" de los indios, cuando el gobierno inca, religioso y jerárquico, monoteísta , provee héroes culturales como Wiracocha, que podía identificarse con el Apóstol santo Tomás.

La extirpación produjo su cosecha. Como decíamos, la de-composición de la poderosa organización Inca, impuesta en tiempos muy próximos a una diversidad de pueblos, produjo la reaparición de una multitud de cultos y panteones, de más difícil reducción por los nuevos cruzados. Lope García de Castro, el Gobernador precedente, decía que entre los 300.000 indios bautizados, no creía encontrar 40 buenos cristianos. Por su parte, Toledo, en sus cartas al Rey, al final de este período, dice: "Ellos siguen siendo tan idólatras como antes". Una visita realizada en el siglo siguiente a la provincia de Jauja, dice lo que sigue: "de 35 000 personas visitadas, ninguna está libre de idolatrías. Estos juicios se repiten hasta los días de la Independencia.

Y el culto católico comenzó poco a poco a acostumbrarse a las brillantes danzas de San Juan, a los majestuosos peregrinajes a los adoratorios de vírgenes y santos. En la Sierra y en la Jungla, los centros adivinatorios mantienen su vieja vida. Y el alma de los indios se alimenta de esperanzas con el mito de Inti Raimi, que habla de "la llegada de un nuevo reino, donde los indios se sentirán tranquilos bajo el sol".

En los bordes de la selva, los diferentes colores de los tejidos son la representación de un Cosmos fatástico, que a veces habla por boca de jaguares, que acunan la Creación con sus rugidos, una Creación que alguna vez se creyó repleta de frutos, iluminada por una luz más poderosa que la del Sol y las estrellas, que venía de más allá y de aquí, al mismo tiempo. Pero atrás quedaba también, en el comienzo de la eternidad, un obscuro orígen. Parecía como si con Toledo todo hubiera regresado hacia allá. Mas, ¿dónde quedaba la quinta Edad?

 

 

EPILOGO

Cuando Toledo comenzó su virreinato, la población indígena se estimaba en unos 8.000.000. de esos, quedaban vivos solamente 1.796.420, en 1586. Pero la producción de oro que había sido de 12.000.000 de maravedíes, en el período 1571-75, en 1576-1580 se ha alzado a 180.000.000.

Muchos deseaban el final de este reinado en el Perú, pero como siempre, este fue un problema de intrigas lejanas.

Un día él partió de regreso a España, llevándose consigo una parte de su séquito: hasta el final sería un funcionario de Felipe II. En la redacción de sus Memorias Virreinales, probablemente aparece un tanto orientado hacia un reconocimiento generoso. Pero volvía también con esos 500.000 pesos, que se había cuidado de "ahorrar" cuidadosamente. Su Amo, buen español, se los expropiaría al desembarcar. Se dice que por esta razón, Don Francisco de Toledo, descendiente de tantos reyes y Emperadores, se murió de rabia.

 

"Repicaron a las 12, Padre?

-Antes de las 12. la gente de Abancay sabe que esa llamada no será para ellos.

-Dirá Ud. un Sermón para los indios?

-Los consolaré. llorarán hasta desahogarse. Avivaré su fe en Dios. Les pediré que a la vuelta crucen la ciudad rezando.

-Irán en triunfo, padre, así como vienen ahora subiendo la montaña..."

(J.M. Arguedas:Los Ríos Profundos)

 

 

 

 

 

NOTAS

 

1) Véase W.Prescott, Ferdinand and Isabella (varias ediciones). también Maurice Rowdon, The Spanish Terror, London 1974.

2) "Pretendientes con mejores derechos se murieron antes..." Véase H.LK.Seaver, The Great Revolt of casile N.York, 1966,p.3-15-

3) W.Prescott, Charles V.

4) F.Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, México 1953, v.II.

5) Véase J.Lynch, Spain Under the Habsburgs, N.York,1964.

6) Véase Rowdon, ob.cit. y Th.Edward Grierson, The Fatal Inheritance. The Spaniards in Neatherland. N.York,1966.

7) Braudel, ob.cit. p. 410-533.

8) Lynch, ob.cit.

9) El Duque de Alba, hermano mayor de Don Francisco , fue uno de los principales consejeros de Felipe II, y sería Virrey en Sicilia y Flandes y conquistador de Portugal. Véase W.T.Walsh, Philip II, N.York 1937, cap. 20. también Grierson, ob.cit.

10) Véase Ruth Pike, "The Sevillan Nobility and Trade with the New world in the XVIth Century. " en Business History Review. también de ella, "Sevillan Society in the XVIth century: Slaves and Freemen", en The Hispanic American Historical Review,aug.1967,v.47 n.3.

11) Véase Earl Hamilton,American Treasure and Price Revolution in Spain (1501-1650), Cambridge U.Press, Harvard, También Pierre Chaunu, L'Espagne de Charles V. SEDES,Paris 1973,v.2, c.5.

12) Véase pedro Gutiérrez de Santa Clara, Historia de las Guerras Civiles del Perú (atlas, madrid 1964,vol. V, cap. LIX). Uno puede recordar el célebre poema "A las ruinas de Itálica" en esos versos:"..."los Infantes de Aragón qué se fizieron", al leer las sombrían conclusiones del cronista: "Asimismo es de considerar de los muchos capitanes y hombres principales y soldados y vecinos que se hallaron en la conquista destas regiones, así los que sirvieron a Vuesa Majestad como los que siguieron la parte de los tiranos que hubo en ella. ¿Qué se hicieron todos estos? ¿adónde fueron ? Ciertamente que ya son muertos y están ya olvidados los unos y los otros, y como sombra se pasaron y declinaron desta presente vida, que todo ello fue tragicomedia y elegía de desventura y miseria y una vanidad de vanidades... muertos y descabezados, sin dalles sepultura, y fueron manjar de los brutos animales y de las aves de rapiña, y otrpos fueron ahorcados y hechos cuartos.".

13) Concilio de Lima, T.I,p.29

14) Joseph de Acosta,Historia Natural de las Indias, p. 140.

15)José Toribio Medina, La Inquisición en Lima (Proceso al Padre Luis López)

16) Citado por Duviols,la lutte contre les religions autochtones dans le Perou Colonial.

17) Véase de Espinoza,Compendio y descripción de las Indias,cap. LXXXIV.

18) Véase Grimm, The Reformation Era. También Chadwick,The Reformation

19) véase Lloyd Macham, "Church and Colonial Spanish America", en C.Wilgus,Colonial Spanish America, Washington 1936.

20) Para encontrar algo semejante habría que retroceeder hasta el siglo IV, en la historia de Constantino y de sus sucesores inmediatos.

21) Véase S. Zavala.

22) Menéndez Pidal intenta refutar el ataque de Las casas "contra todos los Imperios". Egaña considera las reducciones "como una política muy conveniente para el indio" (Historia de la Iglesia en la América Española, p.189).

23) véase Gutiérrez de Santa Clara, ob.cit.

24) Colección de documentos virreynales, carta del 28 de enero de 1568.

25) F.Zimmerman, Francisco de Toledo, Ihowa 1946.

26) Means, ob.cit. p.117 sgts.

27) el libro fundeamental para el estudio de la extirpación es el de P.Duviols.

28) J.T.Medina, ob cit, cap. I.

29) Id. p.15

30) Id.

31) Id. p. 30

32) "Documento sobre Chucuito" . En Rev. Historia y Cultura, Lima 1970.

33) J.T.Medina ob.cit. p.101

34) Id. p.102. En todas estas "declaraciones", el escriba dejó su estilo, censurándose púdicamente, en latín: "A otra, Francisca de Solís "la abracaba y besaba allí en el oratorio et manus sub vestum... Y a Gerónima de Hozco "quedándose a solas para confesarla ,vi eam compellere voluit et carnaliter cum ea jacere, et quamis ad hoc non pervenisset, pollutionem habuit".

Véase también maurice Birckel, "El padre Miguel Fuentes, SJ y la Inquisición de Lima", En rev. Historia y Cultura, Lima 1972.

35) Véase Antonio Vásquez de Espinoza, ob.cit.

36) Francisco de Aguirre fue una figura principal de la Conquista de Chile y Tucumán. Pero sentía una gran afición por las mujeres de sus soldados. Toledo atribuyó esta virtud a un caso de hechicería.

37) Cita de Duviols, p.218.

38) id.

39) Anónimo, Relación de las Costumbres antiguas de los Naturales del Pirú, vol.209, Biblioteca de Autores Españoles, madrid 1968, p. 181 sgts. Vésae también en la misma colección Pablo José de Arriaga, Extirpación de la Idolatría del Pirú, p.192 sgts.

  1. En R.Levillier, Gobernantes del Perú, cartas y papeles, siglo XVI., t. IV,p.115. carta del CVirrey Toledo al Rey, Cuzco, Primero de marzo de 1572.