Núm 31, II Época  - Abril 2001 - Edita FE-JONS  -  La Falange  


Reflexiones radicales

Julio Ruiz de Alda

      

Tolerarás al inmigrante
Antonio Martín Beaumont

Inmigración sí pero controlada
Emilio L. Sánchez Toro

Editorial FE

Reconciliación
José Mª Gª de Tuñón

Una cuestión de dignidad
Miguel Ángel Loma

Puerto Rico
Redacción

      

Una prez por España
Enrique Olagüe

Juan Carlos Rodríguez Ibarra nos tiene acostumbrados a algunas salidas de tono, más propias de un pensador independiente que de un miembro de uno de los partidos del pensamiento único. Ahora no se le ha ocurrido otra cosa que promover la creación de un impuesto especial que gravará los beneficios de la banca que opere en Extremadura y no reinvierta en ese territorio sus beneficios. No está mal la idea.

No puede ser mala cuando inmediatamente ha sido contestada desde los foros liberales y desde el propio gobierno, tachándola de demagógica, irrealizable al amparo de las leyes de la Unión Europea y hasta de franquista por remedar lo dispuesto para que las Cajas de Ahorro reinviertan en proyectos sociales parte de sus beneficios. Bienvenido Sr. Ibarra a la incomprensión. Vaya usted aprendiendo, pero mientras tanto cuente con nuestro apoyo, aunque sólo sea para este proyecto suyo. A nosotros nos da igual quien sea el que haga las cosas bien, pues no en vano lo que queremos es que haya justicia sin importarnos si somos nosotros o cualquier otro el que la ponga en práctica. Y es de justicia que la banca, que se nutre de los ahorros de todos, repercuta sus beneficios en todos y no sólo en sus accionistas.
Hablando de banca, estos señores reconocen unos beneficios en 2000 de 773.000 millones de pesetas. Si se me permite simplificar, como somos unos 39.800.000 españoles el reparto de este beneficio nos arroja un total de 19.422 pesetas de beneficio por españolito. Id pensando que haréis con vuestra parte cuando FE-JONS, La Falange gane las elecciones.
La negociación entre patronal y sindicatos sigue adelante. El gobierno, de liberal que es, se quiere inhibir y dejar que sean los “agentes sociales” quienes le den hecha la nueva reforma laboral. Así que cada cual a lo suyo y los empresarios ya han puesto encima de la mesa el recorte de las indemnizaciones por despido. Desde Falange comprendemos que las empresas deben disponer de una cierta flexibilidad laboral para poder reestructuras las explotaciones manteniendo la eficiencia y evitando caer en problemas de sobredimensión o exceso de personal que podrían poner en peligro la continuidad de la empresa. Por lo que no pasamos es porque los motivos para recortar plantillas sean exclusivamente mantener el nivel de beneficios de los empresarios, que es la causa que justifica el 99 por cien de los despidos en España. Se deben contemplar los despidos por causas objetivas, dando posibilidades a las empresas a establecer plantillas que puedan mantener sin perjudicar la función social de las empresas, pero al tiempo se han de orquestar medidas de garantía a los trabajadores, que son inexorablemente los más débiles en las relaciones laborales, para evitar que su futuro este al arbitrio de la cuenta corriente de los accionistas de sus empresas. Todo esto es evitable, con un verdadero sindicalismo revolucionario al que UGT y CCOO ya han renunciado. Un sindicalismo que involucre a los trabajadores en sus empresas mediante el sindicato de empresa que tome decisiones dentro de la empresa con criterios de viabilidad económica y progreso social de sus trabajadores. Vamos, nacional sindicalismo. En eso estamos.

Marcial

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