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Jorge Debravo (1938-1967)

Jorge Debravo nació en Guayabo, Turrialba, el 31 de enero de 1938 y murió en San José el 4 de agosto de 1967.

Tuvo una corta pero prolífica obra que representa en la poesía costarricense un vivo "milagro abierto". Dejó en la historia de Costa Rica una imagen entrañable de poeta y de hombre excepcional que supo plasmar un hondo mensaje humano y social.

Desde sus humildes inicios, publicó sus obras y a los veintiún años ya tenía; su primer libro. Además fue galardonado con varios premios nacionales gracias a su obra.

Sin duda alguna, es uno de los mayores exponentes de la literatura costarricense y nos dejó un tributo histórico, artístico y cultural que prevalecerá eternamente.

Y para demostrar lo antes dicho, he aquí unos cuantos poemas que son mis favoritos y que espero que les gusten a todos.


CREDO

No acostumbro decir amo, te amo,
sino cuando el amor me inunda todo
desde los ojos hasta los zapatos.
Mi cuerpo es una sola verdad y cada músculo
resume una esperiencia de entusiasmo.
Una vez dije: ¡sufro! Y era que el sufrimiento
agitaba a mi lado sus cascos de caballo.
Y siempre digo: espero. Porque a mí me podrían
arrancar el recuerdo como un brazo,
pero no la esperanza que es de hueso
y cuando me la arranquen dejaré de ser esto que te estrecha las manos.
Creo en todos los frutos que tienen jugo dulce,
y creo que no hay frutos que tengan jugo amargo.
No es culpa de los frutos si tenemos
el paladar angosto y limitado.
Creo en el corazón del hombre, creo
que es de pura caricia a pesar de las manos
que a veces asesian, sin saberlo,
y manejan fusiles sanguinarios.
Creo en la libertad a pesar de los cepos,
a pesar de los campos alambrados.
Creo en la paz, amada, a pesar de las bombas
y a pesar de los cascos.
Creo que los países serán un solo sitio
de amor para los hombres, a pesar de los pactos,
a pesar de los límites, los cónsules,
a pesar de los libres que se dan por esclavos.
Y creo en el amor, en este amor de acero
que va fortaleciendo las piernas y los brazos,
que trabaja en secreto,
a escondidas del odio y del escarnio,
que debajo del traje se hace músculo,
órgano, experiencia, nervio, ganglio,
a pesar del rencor que nos inunda
el corazón de funerales pájaros.

Yo creo en el amor más que en mis ojos
y más que en el poder y el entusiasmo.

CANTO DE AMOR A LAS COSAS

Preso estoy entre largas hileras de fantasmas
y cosas diariamente conocidas
como brazos, estatuas,
hambres nunca saciadas,
sedes interminables, hombres muertos,
y sueños y ansiedades y batallas.
No hago distingos entre la piel y el cedro,
la alegría y la savia.
Igual amor derramo sobre los ataúdes
y sobre las campanas.
Igual ternura pongo en la derrota
que en la fe, en el rencor y en la esperanza
Amo todas las cosas de alegría,
de dolor o mudanza.
Amo la soledad porque es materia eterna
de la presencia humana,
y amo la lucha porque es como una yema
reventada del brazo que trabaja.
Se puede amar la piel por lo que nos protege,
se puede amar el pie por lo que nos anda,
se puede amar la piedra porque es la osamenta
del hogar y la patria,
se debe amar la cuna por lo que nos anuncia,
se puede amar la muerte por lo que nos acaba,
la amistad porque ondea como un viento,
la pasión porque arde como lámpara,
la ciudad porque cubre, cría, protege,
la guerra porque hiere, duele, aparta,
el cedro porque habita con el hombre,
junto a su misma cara,
lo alto y lo bajo, lo doliente y puro,
porque todo respira al jadeo de la historia,
y al ruido del trabajo con el hombre se agranda
con el hombre camina, retrocede,
vive, crece, descansa.
Amado seas tú, corazón, porque el vino
no madura mejor que tu roja carnaza.
Amado tú, coraje, porque llegas
donde más te reclaman.
Amado tú, azadón, porque te haces raíz
y al fin del año sales convertido en patata.
Amados seais, caminos, alas terrestres, alas
fabricadas a pura necesidad humana.
Amados seais, camiones, duras células
de la ciudad que cruje, duele, canta.
Amada tú, alegría que te haces navidad
y te vuelves campana.
Amada tú, zanahoria, corazón encendido
de las tierras aradas.
Amada tú, sagrada víscera de la atmósfera,
amorosa naranja.
Amado tú, paisaje, gran casa de cristal
que nos haces un pájaro del alma.
Amada tú, canción, vástago de caricia,
jugo delicadísimo de entraña.
Amada tú, simpleza, caverna protectora
de las almas sin humus y sin savia.
Amada seas, vaca, nodriza de la tierra,
vitamina sagrada.
Amada tú, escuela, era de vastedad
donde brotan raíces las mejores palabras.
Amada tú, osamenta, bastón de toda dicha
y de toda desgracia.
Amada tú, camisa, madre nuestra, piel nueva
que sobre nuestra piel maduras y trabajas.
Amada seas, muerte, contrapunto
de las cosas amadas.
Amado tú colchón, donde las noches largas
se vuelven pequeñitas como cuentas
cuando el placer anida en la mujer amada.
Amados tú, recuerdo y tú, prisa y tú, calma
y tú, desolación, extravagancia
de los que han muerto con la vida dentro.
Amada tú miseria, tú, esclavitud, pedazos
de la conciencia humana,
hondas engendradoras de luchas y conquistas,
y logros y batallas.
Amada seas astilla, amado seas, pedrusco
donde la piel se rompe, y tú, cuchillo
que la carne nos tajas.
Por lo que me habéis dado de dulce y armonioso,
por lo que me habéis dado de doliente, amadas
seais, hermanas cosas, amadas.
Preso me disfrutáis, preso me mantenéis,
prisioneras os tengo y os tendrán mañana
los nietos presentidos,
con el amor de todos nuestros abuelos muertos
y con el amor de los hijos que nacerán mañana.
De todos los que nacen y anochecen.
Todos los que se acercan y se marchan.


HOMBRE

Soy hombre, he nacido,
tengo piel y esperanza.
Yo exijo, por lo tanto,
que me dejen usarlas.
No soy dios: soy un hombre
(como decir un alga).
Pero exijo calor en mis raíces,
almuerzo en mis entranas.
No pido eternidades
llenas de estrellas blancas.
Pido ternura, cena,
silencio, pan y casa...

Soy hombre, es decir,
animal con palabras.
Y exijo, por lo tanto
que me dejen usarlas.


NOSOTROS LOS HOMBRES

Vengo a buscarte, hermano, porque traigo el poema,
que es traer el mundo a las espaldas.
Soy como un perro que ruge a solas, ladra
a las fieras del odio y de la angustia,
echa a rodar la vida en mitad de la noche.
Traigo sueños, tristezas, alegrías, mansedumbres,
democracias quebradas como cántaros,
religiones mohosas hasta el alma,
rebeliones en gérmen echando lenguas de humo,
árboles que no tienen
suficientes resinas amorosas.

Estamos sin amor, hermano mío
y esto es como estar ciegos en mitad de la tierra.
Traigo muertes para asustar a todos
los que juegan con muertes.
Vidas para alegrar a los mansos y tiernos,
esperanzas y uvas para los dolorosos.
Pero traigo ante todo
un deseo violento de abrazar,
atronador y grande
como tormenta oceánica.
Quiero hacer con los brazos
un solo brazo dulce
que rodee la tierra.
Yo deseo que todo, que la vida sea nuestra
como el agua y el viento.
Que nadie tenga nunca más patria que el vecino.
Que nadie diga más la finca mía, el barco...,
sino la finca nuestra, de Nosotros los Hombres


HE VISTO HOMBRES...

He visto hombres saliendo de la piedra
como de un profundo y sudoros parto.
He visto hombres tumbados en la angustia
y sacando las islas de sus brazos.

He visto hombres quemar su esclavitud
y emerger transparantes como vasos.
He visto hombres beber la libertad
y seguir arrastrando un corazón de esclavo.
He visto hombres mirar las multitudes
con las pupilas tiernas como heridas,
y hombres contemplando a un degollado
con los ojos ajenos como guijas...
Y he visto hombres huir de la batalla
y era como si huyeran de su vida.


GEOGRAFIA DEL LAPIZ

Este cilindro es pequeño y torpe.
Esta hecho de madera y de grafito.
Se llama lápiz.
Con el se escriben notas.
algunas veces se hacen dibujos
y se escriben versos.
Entonces se vuelven deliciosos
y toman un olor a luna llena.
Los lapices se mueven solos
cuando los usan los espiritistas.
Yo los he visto agitarse como si tuvieran miedo
y escribir líneas macabras
en el fondo sinistro de la noche.

Este es un lápiz ignorado, anónimo.
Le compre en la tienda de Don Pedro.
Esta aprendiendo apenas
el arte de sollozar.


MIEDO

Alguien tose en la noche
y en toda la ciudad resuena el tumbo.
Las paredes se quedan silenciosas
y el miedo se descuelga por los muros.
Y es que el miedo es verdad y el miedo vive
y el miedo anda descalzo por las calles
y el miedo entra a al iglesia
y a las escuelas y a los festivales.


Se le ve al profesor debajo del abrigo
y al músico en el hueco frutal de la guitarra.
Se le nota al chofer en la camisa.
Se le ve al diputado en la corbata.
Lo lleva el abogado en la cartera.
Lo porta el sacerdote en la sotana.
Le pesa a la maestra sobre el lápiz.
Le duele al orador en la garganta.
Y es que el miedo es verdad y el miedo vive
y el miedo anda silbando
y el miedo hace que andemos despacito
contando con angustia nuestros pasos.


PEQUEÑO FUNERAL

Para tí y yo acabaron los diciembres
de viento frío y alcoba sola.
Tu patria se ha ido lejos de mi patria
y tu boca no encaja ya en mi boca.
Nos agarró el Destino por los brazos
y no nos permitió la despedida.
Algún dios rencoroso partió en cuatro
pedazos nuestras últimas caricias.

No podremos volver a tomar juntos
el desayuno, en platos hermanados,
nuestras piernas en cruz bajo la mesa.
Nuestras manos no son ya nuestras manos.
Se nos ha muerto -como un buen amigo-
en la sala del alma, el entusiasmo.


LOS MUERTOS NO SE AMAN, NI SE BESAN, AMIGA

Los muertos no se aman, ni se besan, amiga.
Sólo un recuerdo, un miedo y una fosa.
Un poco de dolor en las manos amigas
y un pedazo de tierra más negra y más porosa.
Por eso quiero amarte, amiga, esposa mía,
cada vez que le arranque una astilla al trabajo.
Amarte de rodillas, amarte en la agonía,
amarte por encima, por dentro y por debajo.

Todo se desmorona, se ahueca y se desgasta.
Nosotros, grito a grito, tendremos que gastarnos.
Por eso hemos de darnos noche a noche en subasta
hasta que no nos queden esquinas para amarnos.
Por eso yo te pido hasta el rencor los besos
y los mundos calientes de tu cuerpo excitado.
Porque el amor, amiga, nos vive entre los huesos
y muy pronto tendremos los huesos apagados.

¡Qué gran beso
sería el beso
con que yo te besaría!
Sin marcha ni retroceso
contigo me quedaría...
Qué gran beso
sería el beso
con que yo te besaría
Desde la tierra a tu hueso
mi amor se recogería...

Como un cuerpo sin regreso,
con tu piel me quedaría,
dándote el beso
más beso
que tu vida encontraría

Bibliografía

Jorge Debravo. Vórtices. Editorial Costa Rica, 2da. ed.
San José, Costa Rica. 1977.

Jorge Debravo. Canciones Cotidianas. Editorial Costa Rica, 2da. ed.
San José, Costa Rica. 1977.

Jorge Debravo. Milagro Abierto. Editorial Costa Rica, 3ra. ed.
San José, Costa Rica. 1987.

Jorge Debravo. Antología Mayor. Editorial Costa Rica, 5ta. ed.
San José, Costa Rica. 1989.

Jorge Debravo. El Grito más Humano. Editorial Costa Rica, 3ra. ed.
San José, Costa Rica. 1987.

Copyright © Margarita Salazar Herrera y Herederos de Jorge Debravo. Las poesías aquí presentadas son obras intelectuales protegidas en favor de sus herederos.

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Versión en Inglés

Muy pronto tendré una versión en Inglés de mis páginas.  Por el momento me encuentro trabajando en la misma así que vuelvan pronto para revisar los cambios.

 


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