Los estudios sociológicos efectuados en diferentes paises europeos, y también en Catalunya, para discernir el grado de satisfacción de los médicos con su situación profesional ofrecen unas cifras alarmantes de insatisfacción y de desilusión. Es cierto que el grado de insatisfacción es solamente moderado en algunos, pero alcanza niveles extremos en casi un 10-15 % de los médicos, para quienes se ha acuñado el término de burnout syndrome , o "médicos quemados", como consecuencia del estrés laboral, en quienes la insatisfacción se acompaña de angustia y desinterés para la práctica de la profesión.

Según nuestro parecer la profesión médica padece colectivamente en este final de siglo una mezcla de frustración e irritación que le conduce a actitudes victimistas y a un estado de queja constante por las condiciones de trabajo, por la escasa retribución, por la incomprensión de los políticos sanitarios y de sus delegados en las instituciones sanitarias y por la exigencia de los pacientes.

Porqué hemos llegado a esta situación emocional? De qué se quejan los médicos? Probablemente la frustración surge al comprobar que  no se han cumplido las espectativas que el médico se había formado al inicio de su actividad profesional. Esperaba que la medicina fuese una profesión orientada al servicio del paciente individual, ejercida de una manera independiente sin trabas burocráticas, que permitiera obtener un reconocimiento social y una retribución satisfactoria. En la realidad, la medicina continúa siendo una profesión de servicio, pero se ejerce en el marco de organizaciones complejas y burocratizadas, con desaparición de la autonomía profesional y con un grave deterioro de las relaciones médico-paciente, a causa de la insatisfacción y la actitud a menudo exigente, desconfiada y hipercrítica, de los usuarios del sistema sanitario.

El médico ha dejado de ser un elemento socialmente respetado para convertirse en un asalariado con retribuciones a veces inferiores a las de otros profesionales con una titulación equivalente, y cuya actividad profesional comporta menos exigencias y menos responsabilidades.

La irritación se origina por la incomprensión de la causa de los cambios en su estatus y por el escepticismo sobre una posible mejora de la situación. Los médicos tienen la sensación que se ha roto el contrato social que de manera implícita los relacionaba con la sociedad, contrato por el que el médico se compromete a un esfuerzo duro y prolongado de preparación (carrera y formación especializada), muy superior a la exigida a otros profesionales, a ocupar gran parte de su tiempo libre en mantener la competencia en una profesión que avanza vertiginosamente en conocimientos y tecnología, y a ejercer sin limitaciones horarias una actividad exigente al servicio de los pacientes, esperando como contrapartida la consideración, el bienestar económico y el derecho a decidir la forma de ejercer la profesión.

El contrato social existente se ha roto unilateralmente, porque la sociedad esperaba hoy día más cosas del médico y de la medicina como profesión. Ésta ha dejado de ser una actividad liberal ejercida de manera individual para pasar a ejercerse en el marco de un sistema público, financiado por todos los ciudadanos, con limitaciones económicas, pero al que se le exige además de eficacia, eficiencia y calidad.

El dsconcierto de los médicos surge cuando advierten que ha desaparecido su papel hegemónico en el sistema sanitario, y son sustituidos en los niveles dirigentes por profesionales de la gestión a quienes se ha encomendado el mantenimiento de uno de los elementos claves del Estado del bienestar, como es el sistema sanitario, por su naturaleza de universal, gratuito y equitativo.

A los médicos se les culpabiliza además de contribuir a las dificultades financieras del sistema sanitario, ya que el incremento progresivo de los costos se atribuye en gran medida a los gastos de prescripción farmacéutica y al uso de tecnologías complejas. Y como la guinda del pastel, no es socialmente aceptada la queja de los médicos cuando dicen que se les paga poco. Las reiteradas reclamaciones de elementos de motivación e incentivación para los trabajadores del sistema sanitario en forma de sistemas de promoción profesional (carrera) son aceptadas desde el punto de vista formal, pero no se dan los pasos necesarios para su implantación en la mayoría de instituciones.

Tienen razón los médicos de estar insatisfechos?. Seguramente sí porque se les pide que hagan más, que lo que hacen lo hagan mejor, con un menor coste y sin ningún premio. Pero no tienen razón al abandonarse al desencanto, sin esforzarse para proponer un nuevo contrato social.

Miquel Bruguera
President del Col.legi de Metges de Barcelona
Publicat a "Jano", 9-15 d'abril de 1999



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