La industria farmacéutica mundial ha protagonizado en los últimos años una revolución ofensiva para buscar nuevas sustancias que hagan posible lo que hasta ahora era, o parecía, imposible, como la detención del envejecimiento o evitar la pérdida de la memoria.

Y si, tal como dicen, los estados de ánimo y los sentimientos se reducen a química, es decir, se pueden traducir en reacciones de origen hormonal -un hecho que confirmaron más de dos mil expertos reunidos el pasado més de marzo en Florencia- no se descarta que en un futuro no muy lejano se disponga de una nueva generación de fármacos que, de la misma manera que ha pasado con Viagra y las prácticas sexuales, permita regular numerosos aspectos cotidianos de la vida humana y evitar el aburrimiento o el "mal de amores". De hecho, aunque parezca increíble, una investigadora italiana de la Universidad de Pisa, Donatella Marazzitti, ha demostrado que un indivíduo enamorado, igual que un ludópata, es un ser obsesionado, y que esta obsesión tiene alguna relación con la cantidad de Serotonina, ya que ha comprobado que, en los que han sido víctimas de un amor súbito, esta hormona presenta una disminución de hasta un 40 %, respecto de lo se considera el patrón normal. Un tratamiento con Serotonina, por tanto, podría ser la solución para este desbarajuste hormonal, al menos a corto plazo, ya que parece que, a largo plazo, la Serotonina tiende a incrementarse hasta recuperar sus valores habituales, y el enamoramiento tiende a disminuir, cosa que demuestra que el enamoramiento no es eterno.

También, y según las investigaciones de otros expertos, parece que un déficit de algunos neurotransmisores, como la dopamina, podria estar implicada en la sensación de aburrimiento.

La relación de algunas hormonas y neurotransmisores con los estados de ánimo se conocen desde hace tiempo, pero por el momento no hay ningún estudio que haya podido demostrar que existe una relación causa-efecto entre los dos. De todas maneras, la carrera en busca de productos farmacéuticos que permitan solucionar la infelicidad humana, tan solo acaba de comenzar. La pregunta que queda en el aire es: cuál es la frontera entre lo que puede considerarse un transtorno tratable médicamente y otros aspectos de la vida cotidiana que, hasta ahora, eran considerados como hechos normales, como estar triste, envejecer (un hecho fisiológico), o aburrirse?
 
 

Fuente: Quan la normalitat esdevé malaltia. Butlletí del Sindicat de Metges de Catalunya.Núm.2 Época IV Juny/juliol 1999