Fotografía de Edwin Quesada ©1997
En la década de los cuarenta, al iniciar
la labor bananera en el delta del Diquis, en la Zona Sur de Costa Rica, la
United Fruit Company sacó a la luz, producto de sus trabajos de limpieza del
bosque, fabulosas esferas de piedra de diversos tamaños y pesos, cuya forma
resultaba impresionantemente exacta.
Las investigaciones de la arqueóloga
Doris Stone en 1940-1941 y las que llevó a cabo Samuel K. Lothrop tiempo
después, mostraron poca luz sobre su origen, fechamiento y la razón de la
perfección en su manufactura.
Aun con las investigaciones realizadas
recientemente por diversos arqueólogos, seguimos encontrándonos con los mismos
enigmas de siempre. ¿Quién las fabricó? ¿Con que fin? ¿En que fecha exacta? ¿Se
utilizaron para su fabricación y transporte las herramientas que los arqueólogos
modernos señalan pero que aun no encuentran?
Aunque las esferas se
encuentran en su mayoría asociadas a sitios arqueológicos de pueblos
precolombinos, no tenemos forma de saber si fueron hechas por estos o por alguna
cultura anterior de la que no tenemos ningún dato hasta la fecha. Es posible
fechar su contexto, pero no la esfera en sí.
Se las encuentra de diversos
tamaños, desde más de dos metros hasta unos pocos centímetros de diámetro. La
gran mayoría han sido removidas de sus sitios originales y transportadas a
diversos lugares de Costa Rica para adornar los jardines de edificios públicos y
privados y residencias de gente adinerada.
Esfera en los jardines del Museo Nacional (Fotografía de Daniel Brenes ©1997)
Las teorías y especulaciones acerca de su uso y significado van
desde símbolos de poder político hasta representaciones de naves
extraterrestres, pasando por objetos de culto, acumuladores de energía telúrica
o hitos astronómicos. Lo cierto del caso, es que pasará mucho tiempo antes de
que se diga algo definitivo acerca de estas esferas, que por ahora son tan
enigmáticas como los monolitos de Stonehenge o los moais de Isla de
Pascua.
Entrada al Museo Nacional. Una esfera nos da la bienvenida con la belleza que las caracteriza. (Fotografía de Daniel Brenes ©1997)
En la época de su descubrimiento, muchas leyendas hablaban de oro y piedras preciosas que se encontraban en su interior. Esto llevó a muchas personas inescrupulosas a destruir este importante patrimonio cultural. (Fotografía de Daniel Brenes ©1997)
Las esferas fueron llevadas de la Zona Sur, su lugar de origen, al resto del país para adornar jardines y parques. Las de esta foto se encuentran abandonadas en una solitaria calle de Aserrí, al sur de San José. ¿Acaso los arqueólogos del futuro no las fecharán en 1997 de acuerdo a su contexto actual? (Fotografía de Edwin Quesada ©1997)
Esta es una de las pocas esferas que aun se encuentran en su emplazamiento original, en la finca bananera 6, en Palmar Sur. (Fotografía de Edwin Quesada ©1997)
Dos esferas que forman parte del conjunto de Finca 6. (Fotografía de Edwin Quesada ©1997)
Otra vista del grupo de Finca 6, formado principalmente por cuatro esferas formadas en un cuadrilátero con dirección Norte-Sur.(Fotografía de Edwin Quesada ©1997)
Esfera localizada en Finca "El Silencio" en Palmar Sur. Es de las más grandes encontradas hasta el momento. Su diámetro supera los dos metros. (Fotografía de Edwin Quesada ©1997)
Pese al esfuerzo de numerosas personas e instituciones, que han dado su aporte al estudio y protección de las esferas de piedra de Costa Rica, aun queda mucho trabajo por hacer.
Es mi intención con esta página del Web el llamar la atención sobre estos monumentos megalíticos que son patrimonio de toda la humanidad.
La solución a sus misterios y su preservación dependerán en gran medida de que detengamos su destrucción, su comercio y la movilización de sus emplazamientos originales, e iniciemos una campaña de divulgación y de educación acerca de estos esféricos y maravillosos signos de interrogación.
Edwin Quesada.
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