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                El Vagante

Yo vivía en mi refugio muy contento
caminaba y hablaba sin cesar.
Las mañanas y las tardes eran mias
sin ver sol pero con reloj y luz artificial

Pero un día se rompió el chip del agua
y el Vigilante la empezó a racionar.
Me sortearon y me asignaron la misión
de arreglar la computadora para sus vidas salvar

A otro refugio me enviaron, para el chip conseguir
Me dieron un mapa y la pistola que no sabía usar
Hacia el este, atravesando el desierto radioctivo,
entre ratas y escorpiones, llegué a Shady Sands.

El refugio vecino estaba desierto y en ruinas
sólo ratas, tierra y piedras bloqueando el camino.
El esfuerzo resultó completamente en vano
y hacia el sur volví a marchar empujado por un rumor.

Mezclado entre asesinos y mercaderes ambiciosos
y con tan sólo unos pocos amigos como compañía
esperanzado hacia la ciudad de los muertos partí
en Necrópolis lo peor que dejó la guerra encontré

Con la carne destruida pero aún caminando
sobrevivirían si su bomba estuviera funcionando.
En los desagües encontré la entrada a otro Refugio
y robando su chip, a los espectros de enemigos me gané

Fue casualidad que rastreando caravanas perdidas
me interné en las cuevas de la mítica Garra Mortal
donde al enorme mutante verde mutilado y moribundo conocí,
con pruebas de lo que realmente estaban robando.

Viajando de regreso, triunfador al querido refugio
cerca de la ciudad de los muertos volví a pasar
pero esta vez sólo la recorrían los gigantes verdes
masacrando a los espectros y capturando humanos aún puros.

Era un asunto demasiado grande para mi,
que sólo deseaba en mi cama volver a dormir.
Por eso hacia el Refugio Trece mi camino seguí
cargando hasta el Vigilante con el maldito chip.

En el exterior aprendí que nadie es honesto
pero yo era ingenuo incluso después de salir.
Por hablar de los enormes mutantes guerreros
para exterminarlos una vez mas se me ordenó salir.

matias ariel seoane