Etica, mentira y pensamiento irracional

Mariano Querol*

 

Lo genético, lo ecológico y lo psicosocial participan en el desarrollo del futuro ser, desde el estadio de gametos. Esta influencia ha sido claramente demostrada en el zigoto y durante todo el periodo del desarrollo intrauterino, desde la concepción hasta el parto. El embrión y el feto son sensibles y guardan memoria, en el más amplio sentido, de todos los acontecimientos vividos por la madre, sean ellos placenteros o dolorosos, tanto en lo que concierne a la sensopercepción, a los afectos y a las vivencias. En un principio predomina la desdiferenciación y el ser se organiza como una unidad sistémica con su entorno. Paulatinamente se establecen diferencias, nexos y asociaciones infantiles que constituyen el fundamento del desarrollo extrauterino donde, de la vaga noción de la propia existencia, se empieza esbozar la entidad de lo otro, el otro (ser), los otros (seres), a lo que luego se agregarán las nociones de la otra (persona) y las otras personas, primariamente la madre y el padre (con las enormes diferencias que suelen haber entre ambos y el niño en desarrollo). En este contexto tanto el feto como los otros -el padre, la madre y los seres que están cercanos- gozan y sufren por los sentimientos relacionados con las sensopercepciones, usualmente, cenestésicas, de bienestar o malestar, y con las respuestas a estímulos táctiles y auditivos: el padre que acaricia que grita y golpea a la madre la que, eventualmente, acaricia y es acariciada por el hermanito que va en busca de saber lo que está pasando con este ser que viene a ser un extraño que cae en la familia, en forma sorpresiva; en conjunto el bebe se desarrolla en la medida que surgen las sensopercepciones y los sentimientos correspondientes.

El parto es un acontecimiento usualmente violento de cambio en las condiciones de vida que de intrauterina devienen en extrauterina. Con el nacimiento, la comunicación del bebe consigo mismo, consiste en un sentir, profundo y polifacético, de sentimientos y percepciones básicas tales como la de hambre, con el agrado de sentir el seno y empezar a chuparlo. Con todos estos sentires el bebé se comunica consigo mismo constituyéndose el idioma y el nexo con el exterior alcanza expresiones merced a expresiones gestuales expresivas de la situación y, naturalmente, sin que exista todavía lenguaje hablado. Merced al idioma gestual, actitudinal, mediante los movimientos y sonidos que se relacionan con los contenidos sensoriales y emocionales de su interior, el infante se vierte hacia el exterior y se comunica con el mundo a través de risas, sonrisas, miradas, gestos, llantos, pucheros, pataletas, etc.

El idioma - de idios = propio, mío, y oma = un radical griego que habla de la totalidad-, es el conjunto de los sistemas que el ser utiliza para la comunicación conmigo mismo; en el idioma el ser puede incluso mentir pero por lo general el idioma es más genuino, el ser se comunica consigo mismo en la mayor libertad, ama, odia, siente, le duele, se siente bien, se siente mal, piensa. En el idioma interno, durante el comienzo del desarrollo, los pensamientos no son con palabras; hay pensamientos que surgen simplemente como nexo sistémico, que conjunciona los polos emocionales y afectivos opuestos, en lo que no hay palabras.

Por otra parte el bebe viene a ser una esponja receptiva de todos los datos y estímulos que le llegan. El niño no tiene juicio para discriminar lo que puede ser útil o no útil, valioso o no valioso; simplemente tiene que recepcionar, aguantar o aceptar lo que le va llegando sin que tenga capacidad discriminatoria crítica, ni opinión formada al respecto, ni mucho menos posibilidad para expresar con palabras (que las escucha, las aprende, pero no las usa ya que recién está balbuceando, utilizando sílabas en lo que es la jerga infantil) lo que está viviendo, dada su receptividad y creatividad frente a esta infinitud de estímulos, sensaciones y sentimientos, en relación situaciones internas y externas internalizadas e incorporadas. En esas condiciones y estadio, es que el niño comienza a aprender el lenguaje, que constituye la posibilidad de darle nombre a lo que, hasta ese momento, ha sido innominado, incluso, a veces, para el mismo emisor del estímulo externo.

El idioma existe como forma expresiva antes de que aparezca el lenguaje. En el Diccionario de la Real Academia (DRAE) se considera que el lenguaje y el idioma son sinónimos, lo que no permite explicar debidamente la comunicación del bebe, consigo mismo y con el mundo exterior donde están los objetos y las personas. La comunicación es de tipo preverbal, se lleva a cabo sin palabras, esta comunicación constituye el idioma que es una forma de comunicación y de expresión de lo más variada, que no es lenguaje, no usa la lengua para articular sonidos, no usa las palabras como proceso de contacto ni consigo mismo ni con el otro.

El idioma como forma de comunicación preverbal no desaparece en el proceso del desarrollo. Con el aprendizaje de las palabras se constituye el lenguaje por el cual se comienza a dar nombre a los objetos, a las cosas y a los entes. Gracias a los procesos de enseñanzas-aprendizaje, explicación-comprensión, emisión-retención, de palabras y conceptos, el infante desarrolla la posibilidad de nombrar los objetos y a las personas; usualmente en primer lugar nombra “mamá”, “papá”, “teta”, porque son los objetos, entes que más placer le causan. La repetición de esas palabras y la adquisición de otras significan que el niño va adquiriendo el lenguaje, que constituye una posibilidad de comunicación que se agrega a la previamente existente, esto es al idioma, que usa medios expresivos de tipo predominantemente corporal y sonoro, no organizado como lenguaje.

Queda claro, aunque sobreentendido, que el niño aprende que las cosas pueden recibir diferentes nombres, que una misma cosa puede ser nombrada de modo absolutamente diferente, que ciertas conductas son adecuadas y ciertas conductas son inadecuadas. Derramar la sopa esta mal y por ello el niño es amonestado, si no derrama la sopa esta bien y recibe un premio. Es así como comienza el aprendizaje en general y el de los valores en particular: lo que esta considerado como bien, bueno y lo que se considera mal, lo malo. Téngase en cuenta cuan relativos pueden ser los valores, según, quién, dónde, cuándo y cómo se los enseña. A medida que el niño va creciendo va adquiriendo el pensamiento lógico que le permite diferenciar, discriminar y ponderar el significado de los valores, con lo cual comienza a entrever y sentir la variedad y relatividad de las categorías ya que lo que está bien para una o algunas de las personas que lo rodean, esta mal para otro u otros de los personajes que están interviniendo en su educación. Todo ser humano ha estado y está sometido a este proceso educativo en valores más o menos rígidos, absolutos, inflexibles, con frecuencia contradictorios, que son inculcados con mayor o menos énfasis, ligereza o fanatismo, constituyendo las infinitas tablas de valores cuya solidez o inconsistencia dependen, además, de la congruencia y entereza de la conducta de quienes los enseñan. La tabla de valores funciona más o menos bien, como normadora de conducta, en función de todo lo dicho, sea que haya habido indoctrinación, búsqueda personal, adquisición de ellos en el curso del proceso del diario vivir.

Ha de recordarse que el componente prelógico, precategorial, mágico, del pensamiento y del sentimiento no desaparecen, antes bien se mantienen íntegros en la interioridad del ser, y todo lo que se ha aprendido, y se sigue aprendiendo en el orden de la mentalidad prelógica, se contradice con los datos y contenidos racionales, eso es del pensamiento lógico. Todo este conjunto psicológico queda en el interior de la persona, como memoria que se puede activar o no activar. Si puede activarse voluntariamente constituye el preconsciente; si no puede activarse voluntariamente queda almacenada en el inconsciente y el subconsciente; tanto el preconciente como el subconsciente y el inconsciente son inmensamente superiores en volumen, en cantidad de datos, que lo racional consciente, usando las palabras conciencia y consciente en el vario y vasto sentido que se les puede dar.

En el curso del desarrollo y del aprendizaje, asentándose en el bagaje de lo prelógico que trae de épocas anteriores del desarrollo, el niño empieza a “jugar” con las emociones con las palabras, con la lógica y con, aún sin saberlo, la sintaxis. El juego es un proceso progresivo: al jugar con las palabras, con la lógica y con lo prelógico el niño descubre que hay cosas, hechos, ideas, mandatos que generan risa, otras que causan asombro, sorpresa, otras que determinan cólera, rabia, otras generan miedo y es así como se comienza a aprender y aprehender sentimientos y se aprende a nombrarlos y encadenarlos de acuerdo a normas, llamadas sintácticas: en el proceso del juego ha nacido el lenguaje, el discurso, el verbo. El aprendizaje del niño acontece en todas las áreas: el niño juega con todo lo que tiene a la mano, todo lo aprende; lo que al adulto le puede tomar algunas semanas de esfuerzo y memorización, al niño le suelen bastar algunos minutos. Los adultos se preguntan: “¿Cómo se da cuenta siendo tan chiquito?”, sin considerar que el niño tiene mayor receptividad intelectual, mas capacidad de memorizar, más capacidad de raciocinar que el adulto; por eso es que los niños aprenden con facilidad varios idiomas simultáneamente, cosa que es bastante difícil en un adulto. Los niños aprenden cosas cuya complejidad es enorme, y que les cortaría mucho aprenderlas de adultos; la inteligencia infantil es más rápida, más feraz, más creativa que la del adulto.

El juego es una secuencia de procesos psicológicos y psicomotores libres, voluntarios y que brotan espontáneamente; se fundamenta en el pensamiento prelógico y mágico, en la imaginación y en la fantasía y por ello adjudica diversas significaciones y nombres a las mismas cosas, objetos y palabras; inversamente, se dicen las mismas cosas y sienten afectos similares tratándose de objetos diferentes: una hoja, puede ser un bote, un pedazo de tubo es un camión y cualquier objeto alargado es un cañón. El juego es mágico y falsea la realidad. Cuando esto acontece en relación con conceptos de valor, durante el juego el mismo juego hace decir cosas terribles y, cuando se trata de jugar con lo que constituyen verdades consideradas absolutas el juego significa mentir jugando y, muchas veces, el niño al falsear la realidad, sin darse cuenta contradice valores; pero si está jugando eso no se llama mentira, sino fabulación: el niño se cuenta cuentos y les cuenta cuentos a los demás. No puede olvidarse que la fábula es el origen de los mitos. Los mitos se ordenan con los ritos y rituales, y se asiste al origen de las religiones. Recuérdese que la ontogenia es una expresión abreviada de la filogenia.

En la especie y el individuo el proceso es similar bien que, naturalmente, acontece de modo muy rápido y por ello es casi imperceptible. Lo cierto es que el niño comienza a darse cuenta de que hay cosas que corresponden a lo que los adultos esperan de él y hay cosas que no. Usualmente lo que corresponde, lo que se espera del niño, es que aplique y repita lo que se le ha enseñado y ello tiene una presencia rigidízante, conformando el pensamiento precategorial, enseñado y por ende introyectado, acríticamente, antes de que se instaure el pensamiento lógico, categorial, unicasual. Durante el proceso del desarrollo individual, entre los 4 y los 8 años puede apreciarse cómo el pensamiento prelógico, mágico, es el que le permite al niño moverse en el mundo de los adultos, e imite las partes pertinentes de las conductas contradictorias de los adultos; el niño se da cuenta, que ciertos aspectos de su pensamiento y su conducta le resultan y otros no le resultan: recibe regalos si le escribe a Papa Noel y cree ( o dice creer) en él, así como al papá le resulta mentir para escaparse de noche diciendo se va a trabajar; el niño ha visto que no se va a trabajar sino pues se da cuenta que sale para cualquier otro menester que no es trabajar (ya que sale con otro perfume, sale más alegre). Es así como el niño se percata que falsear la realidad puede dar resultados apetecidos –si no se percatan del engaño- y ahí empieza la utilización de la mentira. Ya no se trata de falsear la verdad lúdicamente, con toda la fuerza de imaginación creativa en todas sus formas. De la creatividad del pensamiento prelógico, que es por naturaleza indomeñable, nace la mentira. Al mismo tiempo la relativización mágica de lo razonado le confiere un valor relativo: el pensamiento irracional es el que permite que el ser humano, viva más tranquilamente frente a todas las necedades contradictorias que pudieran pensar él o los otros, o con todos los fenómenos imaginarios que pudiera pretender, lograr o sentir, o con todo aquello hacia lo que le diera la gana de orientar el pensamiento; al mismo tiempo el pensamiento racional es lo que lo constriñe a seguir determinadas normas. Pero si sigue determinadas normas, puede darse cuenta que muchos aspectos de su pensamiento irracional, prelógico, precategorial y mágico no corresponden con la realidad, como por ejemplo lo que le pueden haber enseñado y forzado a aprender, respecto a la existencia de Dios: que Dios tiene que ser un señor con barbita, que además son 3 partes de Dios; el niño se da cuenta que Dios (u otros dioses) puede (n) no tener barbita y que eso de un dios trinitario no cuadra. Ello da pie a relativizar lo pretendidamente absoluto, el niño es muy inteligente pero, si relativiza lo que le han enseñado como lo absoluto, se lo castiga. Lo irracional planteado como absoluto y como verdad apodíctica puede ser una versión falseada de la realidad pero si se persiste en el aserto, a sabiendas de que es falso, se está frente a la aparición de la mentira, El pensamiento mágico irracional, es ilimitado en su creatividad, que esta limitada por el pensamiento lógico racional en la estructuración fenoménica de la realidad. El pensamiento mágico es el que ha permitido que la humanidad haya sobrevivido y que se siga manejando, en la forma en que se conduce en los lugares y sociedades en los que no existen lenguajes rigidizados, de métrica forzada y de sintaxis anquilosada, sino en las que se utilizan los lenguajes conceptuales imprecisos, sin limitación técnica, cantados, con expresión simbólica, poética, donde la comunicación va más de acuerdo con el pensamiento prelógico, que no ha de estar, prístinamente, influido por las categorías éticas, morales y otras no racionales consideradas absolutas que han calado hondo sobre todo en occidente; el oriente tiene otro modo de pensar, de sentir, y su lenguaje es desdiferenciado y enriquecido por contenidos prelógicos con fuerte carga emocional, riqueza expresiva y posibilidad de comunicación simbólica.

En suma el conflicto entre pensamiento prelógico, precategorial, mágico, irracional y el pensamiento lógico rígido falseado por un prejuicio absolutista, dogmático, apodíctico, deviene en la relativización de lo pretendidamente absoluto, incluyendo la ética. Se explica cómo es que la mentira comienza como fabulaciones en el niño y luego, cuando este tiene conciencia, de que lo que está diciendo no corresponde a la realidad, y que con la utilización de ello en su conducta obtiene ventajas, se convierte en mentira. La persona miente por muchas razones, desde la defensa hasta el ataque, desde el hacer el bien hasta el hacer daño, desde la inseguridad, hasta el exceso de seguridad como para saber que puede dañar al otro impunemente.

La mentira es normal en todo ser humano cuando es niño; el niño juega y el juego es un proceso, de fantasía con fabulaciones, en el cual el niño miente al principio sin saber y luego a sabiendas, con el pasar del tiempo, empieza a mentirle a los demás. El niño descubre la mentira como mentira, como posibilidad de manejo y de entrar al mundo del adulto, porque a su vez se da cuenta que el adulto miente. Es sobre todo en la adolescencia en que la mentira comienza a ser utilizada como un medio sistemático ganancial.

La mentira en el adulto corresponde a una forma de partición de si mismo, de incapacidad para integrarse como ser y, lo que es peor se da como un propósito destinado a dañar al otro.

La mentira sirve como mecanismo de defensa ante el propio miedo, a que se sepa la verdad; quien miente se genera un sentimiento por ese sentido de omnipotencia inconsciente, el mentir tranquiliza al mentiroso e inquieta, o irrita, al que capta la mentira. La sobreestimación y naturalmente la soberbia pueden conducir a la mentira grandiosa, convirtiéndola en un mecanismo de ataque.

La mentira puede servir para lograr ganar algo. ¿Qué se pretende ganar?. Por lo general lo que se busca es poder, ascendiente, aceptación. El medio más simple es, para los codiciosos, positivistas limitados, el ganar dinero que para esos individuos equivale a poder. Para otros la codicia se orienta hacia el poder político. Usualmente la psicodinamia del proceso del mentir es complejo y entonces todos estos mecanismos entran todos en juego conjuntamente.

Con frecuencia el mentiroso confunde la verdad con la mentira entre otras cosas porque no se puede tener presente todas las falsedades irracionales que han dicho. Esto lleva al orden, para unos normal y para otros psicopatológico de la mitomanía, referible a la realidad, a lo artístico y a lo político.

 

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MQ/rr/MENTIRA 05/08/2006-23/01/2007



* Mariano Querol, médico siquiatra peruano, profesor emérito de la Universidad Cayetano Heredia y autor de Memoria del cautiverio.