Por qué no creo a los creacionistas Porque

por Ferran Tarrasa


Supongamos que alguien nos dice que la Tierra y todo el Universo fue creado hace unos 6000 años mediante alguna intervención divina, tal y como se describe en el Génesis, Capítulo Uno. Podríamos intentar sacarle de su error apuntando que la datación radiactiva, mediante métodos como el U/Pb o el K/Ar, indica que la Tierra es muchísimo más vieja, alrededor de 4500 millones de años. "No, no", nos diría él, "El Pb o el Ar supuestamente radiogénicos estaban allí desde el mismo día de la Creación. La mayor parte de esos isótopos no se formaron por desintegraciones del U o del K, sino que siempre estuvieron allí". Bueno, podríamos sacar a relucir el tema de los fósiles. Los fósiles nos muestran formas de vida que se extinguieron hace millones de años, ¿no?. "No seas ridículo, claro que no", diría él. "Los fósiles fueron puestos en la Tierra cuando esta se creó. Del mismo modo que los árboles creados en el Edén tenían anillos anuales indicando un crecimiento inexistente, o Adán fue creado con ombligo y pelo indicando un nacimiento y crecimiento inexistente, los fósiles indican una evolución que nunca existió". Algo molestos, podríamos replicar que actualmente vemos galaxias que se encuentran a algunos miles de millones de años-luz de la Tierra, por lo que su luz ha viajado todos esos miles de millones de años para llegar hasta nosotros, indicando que, al menos, el Universo sí que es muy viejo. "Nada de eso", nos replicaría. "Cuando se creó el Universo, se creó con la luz ya en camino por lo que no hay ninguna contradicción". A cada intento de refutación por nuestra parte, él sacaría a relucir una explicación milagrosa construida ex-profeso para ese caso en particular que nosotros proponemos y que no puede rebatirse de ninguna manera. Como las explicaciones milagrosas siempre explicarán lo que uno quiera explicar, su hipótesis es perfecta porque da cuenta de manera concluyente de todo lo que se observa o pueda observarse en el futuro. ¿Debemos concluir, por lo tanto, que él está en lo cierto? Por supuesto, la respuesta es no.

Primeramente, debe advertirse que su hipótesis de creación instantánea de la Tierra, con sus falsas evidencias en favor de una Tierra vieja y de la evolución, y del resto del Universo hace unos 6000 años, puede aplicarse perfectamente a una creación hace 10 minutos. El Universo entero se habría formado hace 10 minutos, incluyendo a la Tierra con toda su carga de plantas, animales y seres humanos, incluyendo ciudades y demás obras de ingeniería, incluyendo a los libros de historia y a cada memoria individual, con los recuerdos de un pasado inexistente. Es una hipótesis que no puede refutarse y esa es su perdición. Una hipótesis se considera científica siempre que exista alguna manera de demostrar que es falsa. Cuando esto no sucede, cuando la hipótesis explica en su seno cualquier hecho pasado, presente o futuro, deja de ser una hipótesis científica y se convierte en un cuento de hadas. Este criterio de falsación no se verifica en el caso que se ha descrito y, por tanto, la hipótesis expuesta no es científica.

Podría parecer que me he extendido demasiado para sólo un cuento de hadas, pero resulta que esta hipótesis, (por supuesto, en la versión de 6000 años, no en la de 10 minutos), fue propuesta seriamente por el zoólogo Philip Gosse en el siglo pasado. En su obra "Omphalos", ombligo en griego, aducía precisamente la hipótesis desarrollada más arriba, para justificar el registro fósil en una Tierra supuestamente joven y creada tal y como se indica en el Génesis. No es que su hipótesis gozara de mucha popularidad entre los creacionistas de la época, ya que implicaba a un Dios malicioso que consentía en engañar a los seres humanos presentándoles pruebas de un pasado inexistente. Sin embargo, este ejemplo muestra claramente como una fe sin límites en argumentos de autoridad, (en este caso la interpretación literal de la Biblia), puede llevar a la proposición o aceptación de las ideas más alocadas.

Con el tiempo, los argumentos de aquellos que aceptan literalmente cada palabra escrita en la Biblia como verdad absoluta se han ido refinando y ahora se autodenominan a si mismos "creacionistas científicos". Afortunadamente, no todos los creyentes son literalistas bíblicos. Son sólo estos últimos, aun una minoría, los que llevados por una fe dogmática sin límites, utilizan ideas mal comprendidas, medias verdades o simplemente argumentos falsos, para intentar demostrar que la Tierra fue creada hace sólo unos 6000 años y que la evolución es una farsa urdida por el diablo. Algunos de los argumentos que emplean para ello pueden ser difíciles de rebatir para alguien que no sea especialista del campo en cuestión por lo que resulta interesante echar un vistazo a una selección de ellos. Podríamos clasificar los argumentos creacionistas en tres categorías.

  1. Aquellos argumentos destinados a probar que el origen de la vida a partir de materia inorgánica es imposible.
  2. Aquellos argumentos destinados a probar que la evolución viola las leyes establecidas por la física.
  3. Aquellos argumentos destinados a probar que la Tierra es muy joven y, por lo tanto, no es posible que hayan tenido lugar ni la evolución abiótica, ni la evolución de la vida.

En 1947 el biofísico francés Pierre Lecompte du Noüy publico un libro en el que argumentaba que la aparición de la vida a partir de materia no orgánica violaba todas las leyes de la probabilidad, que en toda la vida del Universo no se podría haber formado al azar ni una sola molécula de proteína reconocible a partir de los distintos átomos constituyentes, y por lo tanto era necesaria la presencia de un creador. Esto no es más que una versión del argumento del relojero, este viene a decir algo como esto: Supongamos que vamos por el desierto y nos tropezamos con un objeto semienterrado en la arena. Lo desenterramos y descubrimos un reloj. Un reloj es un mecanismo bastante complejo, esta constituido por muchas partes encajadas de forma precisa y delicada. ¿Es lógico pensar que todas estas piezas se han formado de manera independiente, por puro azar, y después se han agrupado de la manera que vemos para dar lugar a un reloj operativo? Por supuesto, no. Pues del mismo modo, aquí en la Tierra tenemos algo mucho más complejo que un reloj, la vida, ¿como puede pensarse que haya podido surgir por puro azar?. Analicemos con más calma esta afirmación a la que aún suele recurrir algún que otro creacionista.

El primer fallo de este argumento es pensar que los átomos se unirán de manera totalmente aleatoria. Se olvida que existen leyes químicas muy precisas que dictan como se han de agrupar los distintos átomos para formar compuestos. Por ejemplo, estas leyes obligan a que un átomo de carbono no pueda unirse a más de cuatro átomos de hidrógeno, o a que un átomo de oxigeno no se ligue con más de dos, y así sucesivamente. Las restricciones que implican las leyes de la química limitan el número de combinaciones y fuerzan a que empezando con los mismos constituyentes, sometidos a las mismas condiciones, se termine con productos muy parecidos. La evolución abiótica no estaba tratando con el puro azar, sino con un azar guiado por las leyes de la química.

A partir de los años 50 bioquímicos como Stanley Miller, Harold Urey, Cyril Ponnamperuma o Joan Oró empezaron a realizar experimentos que mostraron como a partir de los gases que se creían presentes en la atmósfera primitiva de la Tierra, (metano, agua, amoniaco, ácido sulfhídrico e hidrógeno), podían formarse compuestos orgánicos similares a aquellos necesarios para la vida, (aminoácidos, pequeñas cadena proteicas o sustancias relacionas con los nucleótidos de los ácidos nucleidos), sólo mediante la aplicación de una fuente de energía externa como descargas eléctricas o radiación ultravioleta. Es decir, contrariamente a lo que pensaba Lecompte du Noüy, las leyes químicas hacían inevitables este tipo de reacciones y los productos químicos finales de tales reacciones estaban estrechamente emparentados con la vida. Si en pocos días, las fuerzas ciegas de la química producían estas sustancias ¿que no podrían producir más de 3000 millones de años de evolución?. Actualmente, se piensa que la atmósfera primitiva de la Tierra no estaba formada por esos compuestos simples que se emplearon en el famoso experimento de Miller, Urey y otros, si no que estaba compuesta, más bien, por nitrógeno, dioxido de carbono, monóxido de carbono y vapor de agua. Incluso así, mientras que la atmósfera de la Tierra no fuera fuertemente oxidante, los tipos de reacciones descritos anteriormente podrían tener lugar. Asimismo, ahora se sabe que el bombardeo cometario en la Tierra primitiva aportó a los océanos un gran número de moléculas orgánicas, todas ellas sintetizadas por procesos naturales e inevitables. Todo indica que las leyes de la física y la química, dadas las condiciones adecuadas, no sólo permiten, si no que hacen inevitables, la síntesis de moléculas orgánicas complejas a partir de sustacias simples.

El segundo error en el argumento de Lecompte du Noüy está en lo de "proteína reconocible". Las proteínas están compuestas de unidades básicas llamadas aminoácidos, existen unos veinte aminoácidos distintos y ya hemos visto como dichos bloques constitutivos pudieron formarse a partir de sustancias más simples en la Tierra primitiva. Las proteínas no son más que cadenas de aminoácidos pudiendo alcanzar tamaños gigantescos. Tomemos una "proteína reconocible" típica, por ejemplo la albúmina sérica, (una proteína de la sangre). Esta formada por 526 aminoácidos en un orden bien concreto; ¿cual es la probabilidad de que por azar, a partir de una sopa de aminoácidos, pueda formarse una sola molécula reconocible de albúmina sérica? Pues es bastante baja, (por decirlo suavemente), existe una probabilidad entre 2,1967·10684. Este último número es tan absolutamente gigantesco que se hace difícil establecer alguna comparación para captar su inmensidad, pensemos por un momento en que el número de segundos de vida del universo es de sólo 4,7304·1017, una absoluta miseria comparado con el número anterior. ¿De modo que Lecompte dü Noüy estaba en lo cierto? Pues no. La falacia del argumento está en exigir la aparición de una molécula de "proteína reconocible". ¿Por que deberíamos esperar la formación de tal molécula? Los procesos evolutivos no tienen ninguna dirección privilegiada, no persiguen ningún fin, no buscan, ni quieren, ni le interesan proteínas concretas, ya que no son procesos finalistas. Durante las primeras etapas de la evolución abiótica, multitud de procesos químicos naturales proporcionaron una variación química muy amplia y la selección natural actuó entre lo que había disponible. Del mismo modo que es muy difícil acertar la combinación de la Loto, pero casi siempre va a tocar a alguien; aunque sea prácticamente nula la posibilidad de aparición de una molécula proteínica concreta a priori, es seguro que van a formarse por miles y aquellas que sean útiles serán preservadas por la selección natural, que en ningún caso es un mecanismo que dependa del azar.

Las moléculas orgánicas complejas suelen ser asimétricas y por lo tanto susceptibles de presentarse en dos formas distintas, una imagen especular de la otra, que se conocen como variedad izquierda (levógira) y variedad derecha (dextrógira). Los procesos biológicos utilizan sólo una de las variedades pero los procesos inorgánicos no distinguen entre ellas. Por este motivo, otro argumento creacionista del primer tipo es que la vida no podría haber empezado a partir de reacciones inorgánicas, porque no podría haber surgido la asimetría necesaria para distinguir entre una variedad y otra. No es necesario pensar mucho para darse cuenta de que una vez producida una molécula autoreplicante que tuviera preferencia por alguna variedad, (levógira o dextrógira), esta preferencia quedaría fijada de ahí en adelante, sin necesidad de ninguna intervención divina o sobrenatural.

Entre los argumentos del segundo grupo, uno de los más habituales es afirmar que la evolución viola la segunda ley de la termodinámica. En palabras no técnicas, este principio afirma que la tendencia natural en cualquier sistema cerrado es el aumento del desorden. Es una ley clave para entender como funciona el universo y nunca se ha observado su violación. Por su parte, la evolución constituye sin ninguna duda un aumento de la complejidad y del orden de un sistema, ¿viola por tanto la segunda ley de la termodinámica? Pues no, lo que los creacionistas olvidan es que este principio se aplica a sistemas cerrados, y la Tierra no lo es. Recibe una enorme cantidad de energía procedente del Sol, y la emisión de esta energía produce una enorme cantidad de desorden en el Sol, (un aumento de entropía, técnicamente hablando), y, en conjunto, en el sistema Sol-Tierra el desorden aumenta siempre de acuerdo con la segunda ley de la termodinámica.

Dentro de este segundo grupo también suele decirse que el registro fósil es muy incompleto y que no se observan formas transicionales entre las distintas especies, pero resulta que si que se observan. O que nunca se ha observado la especiación de nuevas organismos, pero resulta que en organismos simples si que se ha observado, (en organismos más complejos el proceso es mucho más lento y, por tanto, más difícil de observar), etc....

En el tercer grupo se encuentran los argumentos que ponen en duda la antigüedad de la Tierra y por tanto, indirectamente la evolución. Algunos de estos argumentos son de lo más absurdos y aún no comprendo como algunos creacionistas los sacan a relucir. Veamos unos cuantos.

Uno de los habituales es sembrar dudas en los métodos de datación por Carbono-14, Potasio/Argón, Uranio/Plomo, etc... Se ha llegado a afirmar por ejemplo que las velocidades de desintegración radiactiva cambian con el tiempo. Lo que no aclaran es como podría suceder esto. ¿Este cambio se daría sólo en la Tierra o tendría lugar en otros lugares del Universo?; si fuera esto último, la estructura de las distintas estrellas se vería afectada de modos distintos porque tienen distintas edades y sería claramente visible, pero esto no se observa. Además si la tasa de desintegración radiactiva hubiera sido tan alta en la antigüedad como para simular rocas de una antigüedad de más de 4000 millones de años cuando en realidad son de menos de 10000 años, el calor generado hubiera sido tan grande que toda la Tierra se habría fundido y aún estaría fundida.

Otra crítica que se hace a la datación radiactiva es que a veces ha dado resultados absurdos, esto en si mismo no es ninguna tragedia, sólo se trata de tener claro el origen de la roca que se quiere datar, si no se conoce el contexto geológico de donde procede se pueden cometer errores. Un resultado incorrecto aislado no constituye ninguna prueba de que el método no sea válido.

Los creacionistas arguyen que alteraciones de las rocas pueden haber hecho desaparecer a parte de los radionúclidos padres, (el uranio en el método del U/Pb y el potasio en el método del K/Ar, por ejemplo), de modo que las rocas parecerían mucho más viejas de lo que realmente son. ¿Y según ellos que alteración podría haber afectado a todas las rocas? El diluvio universal, por supuesto. Lastima que no exista ninguna evidencia que apoye la pasada existencia de este cataclismo global. Por si fuera poco, se dispone de técnicas de datación que no dependen de la cantidad de radionúclido padre presente, (las técnicas isocrónicas Pb/Pb, por ejemplo), y por tanto son inmunes a diluvios y demás cataclismos globales.

Por mucho que moleste a los creacionistas, la verdad es que se dispone de una gran variedad de técnicas de datación basadas en distintos isótopos y en distintas clases de radiactividad (alfa y beta). El hecho de que todas las medidas sean coincidentes, (incluyendo a las técnicas isocrónicas), indican que los resultados son totalmente fiables y nos muestran que la edad de la Tierra es de unos 4500 millones de años con un margen de error muy pequeño.

Otro punto que algunos creacionistas destacan como prueba irrefutable de que la Tierra es joven es que, si esta fuera vieja, la atmósfera de la Tierra debería estar saturada de helio. El helio se origina como producto de la desintegración de distintos radionúclidos, mientras que por otra parte también existe una aportación procedente del viento solar. Los creacionistas aducen que dado que el helio, una vez formado o capturado, no puede escapar de la Tierra, 4500 millones de años de acumulación habrían saturado la atmósfera de helio, como esto no es así la Tierra tiene que ser mucho más joven. Sin embargo, sucede que el helio sí escapa de la atmósfera y o bien los creacionistas no lo saben, o bien hacen ver que no lo saben.

Otro más se relaciona con los cometas. Cada vez que los cometas pasan cerca del Sol pierden parte de su masa y como los cometas son cuerpos más bien pequeños tienen una vida limitada. Dado que aún se observan cometas, todo el sistema solar debe ser muy joven. Parece que otra vez se hacen los olvidadizos, ya que no se han enterado de la existencia de la nube de Kuiper y de la nube de Oort, que son las fuentes de nuevos cometas, tanto de período corto como de período largo.

Más tonterías se relacionan con el diámetro del Sol y una supuesta contracción solar que resulta que no existe; con la aportación de ingentes cantidades de polvo cósmico que resulta que no son tan ingentes; con la disminución de la velocidad de la luz con el tiempo que resulta que no existe y así sucesivamente.

Rebatir todos los argumentos creacionistas llevaría todo un libro. Parece pues que estamos ante un caso similar al de Philip Gosse, no importa las evidencias que se suministren, las creencias y la fe son más fuertes. Siempre que algún argumento creacionista es demolido se alza otro, tanto o más ridículo, de forma casi inmediata. Cerrar los ojos a la evidencia no es nunca una buena salida y confundir deseos y creencias con la realidad no conduce nunca a nada.


Actualizado a 23 Diciembre 2005.

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