Artículos 

                                                                                    

NOVIEMBRE 2006        

   

 EL APARATO: …EL MÉTODO CIENTÍFICO DE LA ORTOPEDIA MAXILAR

Carlos Barberi

Medellín-Colombia

barberi@une.net.co

(ENTREGA VIA EMAIL)

El cómo hacerlo, requiere de métodos.  

El porqué ocurre, demanda un estudio  metodológico.

Ambos constituyen el éxito clínico

 

 Concentrarse en la metodología no resolverá los problemas con los que a diario tropiezas. Sólo te ayudará a saber en que consisten. ..…Piensa el método

 

 

Este ensayo (vital para la academia y su nuevo estudiante) alude, estrictamente, a un hipotético y perfecto aparato construido e indicado en la alteración ocluso-dental para la cual ha sido concebido, asumiéndose su construcción, uso y manejo como idóneos. El documento no alude a los aparatos específicos que el lector pueda tener en su mente o los que éste ha usado con su exclusivo manejo. No insinúa los aparatos que tal laboratorio o clínico construyen, ni siquiera el aparato que el investigador muestra en su libro. Tampoco un perfecto aparato construido para tratar un erróneo diagnóstico, u otros, que por cualquier razón el paciente jamás logra usar. El escrito refiere –únicamente- un protocolo aparatologico real, tomado de la evidencia clínica que arrojó cada investigación. El concepto exacto que, tal vez, el investigador aún no logra construir con la precisión necesaria.  Alude a:   El aparato perfecto que hoy ya deberíamos operar.

 
     

 

El presente trabajo es una denuncia. Está escrito bajo una «nociva» postura monista «absolutista radical»,  equivalente a como lo están -al otro lado en la discusión-  algunos autores que centran su interés en explicar la sustentación o metodología clínica, como manera única de tratamiento, sin dar importancia al método con el cual finalmente se corregirán las alteraciones esquelético-dentales. Para contrariar tal postura, este trabajo pretende, irreverentemente, mostrar como “lo único importante en un tratamiento clínico ortopédico-ortodóncico, al aparato.  Tal vez de esta manera el operador de aparatos removibles prestará atención a éstos; entenderá su importancia y de repente así, logre verlos como algo esencial que contraría su formación monista pragmática y se hace necesario razonarlo. Entenderá entonces la necesidad de una formación dualista, y consciente de ello buscará alcanzar su formación Integral: -Pluralista-[1]. Una visión multidisciplinaria que redunde en beneficio de su praxis y aporte la anhelada Evidencia Clínica.  ¡Para aplaudir se hacen necesarias dos manos!  ¡Y es mucho mejor hacerlo en grupo! Veámoslo:

 

Se evidencia pues que el documento no pretende ser dueño absoluto de la verdad. Es sólo una narración sofista que pretende llamar la atención acerca de -uno solo- de los tantos elementos que deben estar bajo dominio clínico: «El Método Científico», el elemento que ofrece el carácter científico a esta disciplina.  ¡Eureka! ¡Hoy el aparato es el protagonista! Al fin y al cabo, ha sido siempre el procedimiento final para lograr los objetivos clínicos. Su perfecta construcción y su ideal manejo, son los únicos responsables del éxito –o del fracaso- clínico. Es el aparato el método científico; la manera como la física (la madre de las ciencias) acude a servir a esta disciplina odontológica.

 

Por tal razón, en este estudio nos negamos, con todo respeto, a aceptar las proposiciones baladíes de algunos profesores o conferencistas internacionales que aseguran en sus conferencias que ¡el aparato no es importante[2]!  Aseguran ellos que lo único importante, a la hora de un tratamiento clínico maxilofacial, es el amplio conocimiento en diagnóstico y fisiología que haya adquirido el clínico. Que con este parcial saber se alcanza el éxito clínico odontológico. Poco ha faltado para que estos académicos nos aseguren que las estructuras esquelético-dentales reconocen -en el cerebro del operador- su amplia formación académica, y no importa que tipo de aparato él use: el aparato reconocerá siempre que quien lo formuló sabe demasiado y por tal razón deberá inventar un trabajo ideal. ¡Una especie de efecto placebo!

 

Sí. Obviamente que la sustentación clínica es vital en el odontólogo; sin ella un profesional no deberá ejercer. Pero también es cierto, que con ella, y sin aparatos perfectamente construidos, se hace imposible el resultado clínico exitoso ¡malográndose con ello, la buena formación académico-biológica del profesional!  Acaso, ¿Habrá en aquellos discursos protagónicos del conferencista un escondrijo de su capacidad operativa? De repente, ¿intereses particulares por un misticismo científico que sustente su prestigio? La odontología no es ciencia. El aparato sí. Su función, se asienta en la física y su implícita mecánica. …José Ortega y Gasset escribió (Misión de la Universidad: Editorial Alianza. Capítulo Cultura y Ciencia. Pág. 61, Madrid 1957): “La medicina no es ciencia, es una profesión, una actividad práctica diferente a ciencia. Es, estrictamente hablando, una disciplina perteneciente a la biología. Su función se asienta en enfermedad salud, se propone curar o mantener la salud en la especie humana”.   Igual ocurre con la odontología. Para ello debe echar mano de cuanto le aparezca útil, -científico o no científico. Frecuentemente, deberá entrar en la ciencia y tomar de ella cuanto considere eficaz para sus propósitos. La medicina y la odontología existen para aportar soluciones vitales, si son científicas mejor, pero no es estrictamente necesario que lo sean. La ciencia, al entrar en la odontología, tiene que desarticularse como tal; debe organizarse según otro centro o principio, quizás tecnológico-profesional: biotecnológico. tecno-científico.

 

El aparato es el método clínico, el método sinérgico, el método científico. Habita en él, la física y su capítulo, «Aceleración»: el estudio de vectores y derivadas. En su caso, un importante juego de vectores y derivadas extremadamente complejo, difícil de concatenar o descomponer, es ello, la materia prima de cualquier estímulo. Investigaciones rigurosas de clínicos conspicuos, han elevado el aparato a una exactitud matemática que debe respetarse al momento de su construcción y, porqué no, mediante magnas investigaciones, evolucionarse a razón de muestras significativas. No simplemente alterarse «a juicio» del técnico, o, «a gusto» del clínico.

 

Pero la cuestión de cómo el aparato se convierte en método no es algo que pueda asegurarse de manera fácil. Tiene que demostrarse. El problema para la delimitación y contenidos exactos del método científico, provienen básicamente de una vaga exégesis[3] de «método»  y de «ciencia», cuestión de nombres. El concepto «método científico» tiene en el cerebro del clínico cotidiano, una significación encumbradísima. Para él, se hace imposible que un simple aparato -esa herramienta banal construida por su técnico- pueda tener algo de científico. Recordemos que, aunque día a día, el aparato es modificado y “reinventadopor el clínico y su técnico, no fue concebido por la técnica; lo ideó la ciencia (la aceleración), es por ello científico (que tiene ciencia, nada más). La técnica (tecné) sólo lo construye a razón de simple pero excepcional destreza, y arte.  Por otro lado, el concepto «método» tampoco debe elevarse en su interpretación. Es solo el «modo de hacer» las cosas. Así pues, método científico, es el modo de hacer las cosas con ciencia. Es para nuestra discusión, ese «algo» que pude argüir el carácter científico de una disciplina. ¿Quién podría objetar que el «Trainer», vendido directamente al paciente en la farmacia de la esquina, es un método concebido por la ciencia (científico) para ejercitar la musculatura y producir cambios de forma y función en los maxilares  que adolecen de subdesarrollo? Corrige -el Trainer- desde su concepción científica sin que exista la presencia de algún clínico. ¡Demostrado!

 

Se vislumbra pues, que el motivo es, nuevamente, cuestión de nombres: lo que hoy llamamos «método científico» no es ya mas una larga lista de recetas para dar con las respuestas correctas a las preguntas científicas. Es, en una palabra, el conjunto de procedimientos mediante los cuales se ponen a prueba las hipótesis de una disciplina o ciencia. No obstante la definición de lo que es método científico, varía mucho según las escuelas. Veamos que argumentan los altos mandos de la investigación en torno a, qué es, éste.

 

Por método científico se entiende hoy el mecanismo que utiliza la ciencia al momento de proceder a exponer y/o confirmar sus teorías. Las teorías científicas destinadas a explicar los fenómenos observados, deben apoyarse en experimentos que certifiquen su validez; que demuestren su evidencia. Así fueron estableciéndose cada uno de los aparatos existentes; de uso en uso se hicieron método, …repetible, …científico. El pilar básico del método científico es su reproducibilidad; la propiedad que tiene un determinado experimento de repetirse de manera similar: …Como se hace con los aparatos. El método científico es la “comprobación de la hipótesis por experimentación y demostración”. Definición que sigue correspondiendo a una visión filosófica, denominada positivismo. Para ésta, los únicos enunciados valederos son aquellos que pueden ser corroborados por los hechos. Los enunciados de la ciencia son verdaderos o falsos y han de ser filtrados por medio del método científico”.

 

…Para otros autores, el método científico es más simple todavía; sólo alude a la investigación hipotética -puesta en letras- sobre el papel: teórica (nacida de la mera observación); no la verificación material de ella. Algo así como, “los materiales para la construcción del edificio, puestos en el lugar de la obra, acompañados tal vez de un plano arquitectónico”. Olvidamos que, en el aparato, están materializadas, paulatinas investigaciones clínico-científicas. Es él, la trayectoria evolutiva de la investigación. Una especie de solidificación del conocimiento. En él reposan, el cómo se originan las alteraciones dentales y esqueléticas, “sabe” así como redireccionar las estructuras a un equilibrio autónomo que logre una normo-relación oclusal, estable en sí misma: «Engranaje-Engrama». Consecutivas investigaciones le enseñaron cómo se  alteraron la forma y su función. Fue concebido -por la investigación- para  contraponer tal desequilibrio. El aparato es «un positivo», tomado del «negativo» diagnóstico. Es él, el único responsable de decodificar una alteración oclusal.

 

A esta altura del documento se hace pertinente una aclaración. No sólo para que tengamos en cuenta su variada significación, sino también, para que no lo tomemos a la ligera, como si se tratase de un asunto de mera expresión lingüística: Método y Metodología, son dos conceptos diferentes. Ocasionalmente se usan –creando confusión- indistintamente los términos, método, metodología y metódica. El vocablo método proviene de las raíces griegas: meth, que significa meta, y odos, que significa vía.  Es la vía para llegar a la meta.  Es el procedimiento final para lograr los objetivos.  Metodología, en cambio, es el estudio del método; el estudio de los métodos que se siguen en una investigación científica o doctrinal. Es el «logos» de los métodos de una disciplina o ciencia.  Metódica es un procedimiento hecho con métodos. Que usa el método para lograr sus objetivos.

 

Apoyados en la anterior explicación, la ortopedia maxilar es una disciplina que estudia, investiga, y evoluciona, una metodología clínica: el porqué ocurren las alteraciones esquelético-dentales; y, el porqué sí pueden ser restablecidas. Lo logra mediante la aplicación de métodos (el cómo) que buscan revertir lo que se considera procesos de desarrollo alterados o para-fisiológicos.  Es así, una disciplina metódica; cuyo contenido «físico-mecánico» de sus métodos puede proveerle un carácter científico.

 

Los aparatos y, la manera como se manejan, son el método clínico-científico. Su responsabilidad reside en generar vectores y derivadas. Esto es, estímulos recipro-direccionales que, finalmente, producirán resultados.  Cambiarán forma y función. La sustentación clínica del aparato, es la metodología (diagnóstico, histología, fisiología, crecimiento y desarrollo…). La responsabilidad de ella es -mediante la investigación y su trayectoria evolutiva- demostrar la evidencia clínica.   Ambos -método y metodología- constituyen la cientificidad biofísica: El sentido vital de las ciencias humanas: Saber para Prever, Prever para Actuar: el plan de trabajo que confrontará al diagnóstico. El aparato (activador, placa, terapéutica) es el método finito mediante el cual se obtendrá el resultado clínico. Su construcción y su manejo son determinantes en ello. Son ambos, los aportes de la ciencia a una especialidad clínico-odontológica llamada ortopedia maxilar; la “ciencia” del equilibrio (cuerpo-músculo-oclusión). 

 

¿Puede denominarse científica aquella actividad orientada al conocimiento que emplea el método científico? En una disciplina, el ánimo de conocimiento, obliga a investigar; la investigación lleva al método científico, éste, es igual a conocimiento científico. En consecuencia, sí en una disciplina existe un método –de la ciencia- que lleve a la investigación, ésta conseguiría llamarse ciencia. Pese a ello, casi podría decirse que se denominan disciplinas científicas aquellas cuyos representantes se auto-denominan científicos en auto-diferenciación frente a los representantes de otros tipos del saber como el de la filosofía por eje..

 

No obstante, para que un trozo de conocimiento merezca ser llamado «científico», no basta -ni siquiera es necesario- que sea verdadero. Más bien debemos razonar, cómo hemos llegado a saber -o a presumir- que el enunciado en cuestión es verdadero. Se debe estar en condición de analizar las operaciones, empírico-racionales, por las cuales una teoría es verificable de una manera objetiva. Ahora, quienes no deseen que se exija la verdad acerca de un conocimiento, deben abstenerse de llamar científicas a sus propias creencias, aun cuando lleven bonitos nombres, compuestos a veces por raíces griegas. Pero en odontología, pocos autores hacen énfasis en la importancia de la técnica, la tecnología, la biotecnología,…la ciencia.  Y la palabra científico proviene de ciencia; ésta, del Latín -scientia- conocimiento. Es el proceso de adquisición y refinado, del conocimiento empírico. Es la organización de un conocimiento específico.  …Si en la odontología se aceptara la importancia de la ciencia, -como dice Guillermo Mayoral en el prefacio de su obra, Ficción y Realidad en Ortodoncia- (Ed. Aguiram- Barcelona 1994; pág. VII), no estaríamos aún discutiendo…: hemos  desarrollado una larga tradición de habladurías científica. […] Una visión parroquial de ciencia. […] De empirismos practicones. […] Hemos de aceptar que nuestros tratamientos son controversiales y se hace necesario un diálogo erudito.  ...Científico Per Se.

 

El prefacio de Mayoral dice así:

 

(Lysle E. Johnston, Jr., y Robert W. Browne. The University of Michigan)

Sí se creyera verdaderamente en la importancia de la ciencia, no estaríamos aún discutiendo; 60 años después de la introducción de la técnica cefalométrica, cuestiones relativamente triviales como si se pueden o no, mover distalmente los molares o intruir los incisivos inferiores. Es más, por mucho que pretendamos que fuera de otra manera, el respeto por el escepticismo y el método científico se contempla con inusitada frecuencia como instrucciones irreales, quijotescas y descorteses en el ordenado fluir del comercio odontológico. El infortunado desenlace de éste enfoque "practicante" del ejercicio clínico es que estamos intelectualmente indefensos ante las diversas controversias que se han ido acumulando año tras año y que han llegado ahora a dominar la especialidad: ¿Los aparatos funcionales hacen crecer la mandíbula? ¿La extracción de bicúspides causa disfunción craniomandibular? ¿La expansión dentaria puede ser estable? ¿Tiene la terapia respiratoria un lugar en la práctica ortodóncica contemporánea? La lista es infinita, y la resolución de cada uno de estos temas en discusión sería muy significativa tanto para la ortodoncia como para la salud pública”.

 

Pero el dominio inmanente de las ciencias, no procede de su peculiar y propia pretensión de «Poder», sino de una profunda «esencia» que habita en ella y que, aún hoy, no queremos ver. Esencia que puede caracterizarse en tres enunciados de Heidegger, escritos  en su obra: ¿Qué significa pensar? (Editorial Trotta S.A., Madrid, 2005, pág. 209): 1) La ciencia moderna se funda en la esencia de la técnica. 2) Pero la esencia de la técnica no es algo técnico. 3) La esencia de la técnica no es una hechura meramente humana que pueda dominarse con la  mera soberanía humana... 

 

…Se hace hoy necesario entender que cualquier teoría, por desarrollada que esté, es una reproducción incompleta y grosera del objeto; que se convierte, además, en un obstáculo a las leyes de desarrollo de la ciencia. La mala interpretación de ello, ha dado lugar a que científicos aislados,  e incluso escuelas enteras, cometan serios errores y se alejen de manera inocente de la verdad. La verdad científica surge con frecuencia como resultado de la confrontación de opiniones[4]. El único juez seguro en esta pugna es la praxis -y su observación- no la autoridad de algunos.

 

 

·        Los párrafos de sobra, a manera de síntesis:

 

¡El aparato no es importante. Sólo la investigación clínica lo es! Quizá exclamaciones, como ésta, han dado lugar a que hoy una auxiliar de consultorio, sola, en la cocina de su vivienda, construya aparatos para prestigiosos clínicos de su localidad: ¿Métodos experimentales? ¿Quién forma a las personas que construyen los aparatos? ¿Qué papel ha tomado la cátedra odontológica frente a ello? ¿Qué tanta formación o capacidad ha obtenido el clínico para la dirección del técnico al momento de la  construcción de sus aparatos? ¿Quiénes serían un biotecnólogo o un biofísico en ortopedia maxilar?  Preguntas como estas pueden inquirir que quizá olvidamos que en la construcción de cada aparato, asoman al cerebro de su constructor, gran cantidad de decisiones clínicas a tomar. Decisiones que ni un técnico, que en otro momento haya completado su formación académica en odontología, podría tomar sin las ayudas diagnósticas que le permitan hacerlo. Requeriría, además, el futuro croquis del plan de trabajo profesional. Ésto es, la secuencia ordenada que se dará al tratamiento.

 

Pero en las escuelas de técnicos el importante clínico -de alta trayectoria- operador de aparatos (¡y conocedor de su técnica constructiva!), no tiene cabida económica como profesor. Tampoco en él, o en la institución técnica, existe disposición para su vinculación como formador del técnico, al momento de la toma de decisiones clínicas. Así, sólo la capacitación en habilidad y destreza manual está al día para el estudiante de laboratorio dental, presto a recibirse como técnico.  …no como biotecnólogo. Dicha formación estará a cargo de algunos técnicos que su capacidad operaría no logro rentar en el mercado; la academia (el plan B) se hizo más lucrativa para ellos. Así, las decisiones clínicas al momento de la construcción de un aparato, siguen siendo resueltas bajo una visión absolutamente técnica, y en consecuencia, económica (…precio miserable, tratamiento miserable, resultado...,). La tecnología y la biotecnología –el «logos» y el «bios»- aún no se hacen presentes en la construcción del método científico con el cual los clínicos operadores de aparatos removibles, logran sus resultados: …Aterrizarán su amplia formación académica en aquello que en la actualidad llamamos, orgullosamente, Odontología Basada en Evidencia OBE.  

 

Así, sus fracasos se deben más a la poca importancia dada a su metódica, que a sus importantes investigaciones metodologicas. Sus desatinos habitan en su talón, no en su cabeza. Sus mezquinos comentarios surgen desde los resultados por mala praxis mecánica. No por falta de investigación. Tampoco por intereses perniciosos o comerciales de otras terapéuticas que, obviamente, se sorprenden con algunos de sus adversos resultados.

 

[…] Debe la investigación universal tomar conciencia de esto. Conviene instaurar dentro de las facultades de odontología (o escuelas de ingeniería) estamentos capaces de suplir la urgente necesidad de las especialidades que trabajan con aparatologías removibles. …Se hace hoy necesario llenar de conocimiento el camino baldío (físico) que ha existido entre lo meramente técnico y lo absolutamente clínico -biológico- cuando de buscar resultados clínicos exitosos se trata. Corresponde ya a la academia formar un especialista -no técnico, no clínico- pero conocedor a plenitud de ambos campos del saber. ¿Un Biofísico? Debemos ya entender que «no es igual técnica que tecnología», que «no es igual tecnología que biotecnología». Son estos, apenas, importantes peldaños en la búsqueda -o reconocimiento- de una tecnociencia capaz de confrontar el diagnóstico a partir de metodologías y métodos veraces. Y, si un perfecto y multi-vectorial método funciona -o no, será éste un elemento justiciero para el juzgamiento de la evidencia o falsación clínica: será un método científico; de repente, sólo un modo experimental.

 

El problema se ha tornado complejo. En algunos lugares del mundo, importantes grupos académicos han intentado trabajar con placas o activadores sin prestar atención a la construcción del aparato y su meticuloso manejo clínico. Usan, durante años, aparatologías construidas “a razón de simple técnica que no ofrecen siquiera la posibilidad de cualquier manejo clínico por parte de su operador (odontólogo, estomatólogo). Tiempo después, luego de espinosos descalabros, cansados de ver que “su aparatología” no responde, no solo optan por abandonarla, sino que además pregonan a los cuatro vientos que la aparatología removible no funciona de la misma manera como lo aseguran la literatura y la academia.  O peor aún, que el discurso académico y la investigación son mentirosos. Tampoco ha faltado estudiantes que nunca se percataron de que su “aparatología” jamás funcionó,…y siguen utilizándola; ellos aseguran de antemano, que luego deberá el paciente terminar su tratamiento con brackets (igual como ocurriría si ellos no hubiesen actuado). Adentrados en tal retórica, ya hoy se hace imposible disuadirlos.

 

No han dado importancia al aparato, por ende, nunca lo han tenido para su manejo. Conocen su metodología clínica, en la cual la literatura clínica ha sido exuberante -de repente ambigua- y esperaron con ello el resultado clínico exitoso, que en definitiva no se hace presente.  Así, al no ver aparecer resultados, abandonaron su empeño, optaron por no usarla más o cambiar de terapéutica.  Pero el manejo clínico de placas activas, es el comienzo obligatorio de la formación integral, y el enfoque «multi-dimencional» del clínico en la conquista de las alteraciones maxilo-mandibulares infantiles. Que no sólo son dentales; son también esqueléticas: …Concomitantes. Mediante su manejo ideal se entenderá, luego, el –funcionalismo-: el ponderador[5] de forma y función. Se aprenderá así a redireccionar un desarrollo: ¡Saber, Prever, Actuar!  Tal vez aquí se haga menester apropiarnos  de las palabras de la doctora Simoes: “No puede un clínico que no domine a plenitud profesional la construcción de  aparatologías, ni ordenar, ni manejar, los aparatos de dicha terapéutica”.

 

Mientras…, la ortodoncia correctiva -Ciencia Por Excelencia- fortalece cada día más su cientifismo aparatológico: Troqueles de alta precisión digital; nuevas aleaciones y un sinnúmero de investigaciones biofísicas continúan el aporte a su profusa BioMecánica.  Sus aparatologías hoy tienen que ser precisas, deben usarse sin el mayor desgaste de su operador. Para ello han trabajado arduamente físicos, biólogos, matemáticos…  ¡Con ella no se puede fallar!  ¿Será que con la aparatología removible sí se puede? …¿Por qué?

 

 

Esta presentación -resultado de meditación y experiencia- no intenta ser un «tratado exhaustivo» acerca del tema propuesto  Es -antes que formativa- una propuesta sugestiva. Su objetivo es estimular a los profesionales de las disciplinas ortopédico-ortodóncicas al propio descubrimiento y comprensión de la verdad que aquí  subyace. En Ortopedia Maxilar el concepto «método científico» debe ser repensado acercándose más a esta definición: Proceso del conocimiento caracterizado por el uso constante e irrestricto de la capacidad Crítica de la razón; proceso que busca esclarecer la explicación de los fenómenos ateniéndose a lo ecuánimemente investigado y demostrado. El verdadero sostén y alimento de la ciencia ha sido La Crítica; la contrastación objetiva de los hechos.  Por ello, no se puede tener una verdad como única; a ésta sólo se  llega por simple candidez.  Nuestro conocimiento científico -el más perfecto que tenemos- es hipotético y perfectible. Pero.., nos apropiamos del saber, olvidando, intencionalmente, que el saber es patrimonio de la humanidad. La verdad absoluta sólo ha sido dominio de metafísicos esencialitas que, no satisfechos con los misterios del mundo de la ciencia, se inventan universos paralelos. Son ellos, detractores de la ciencia.  Su culto la momifica, la transforma de potenciadora del conocimiento, a impulsora de dogmas. …Fuente de credos e ideologías, generándose con ello el sostén de la ignorancia ilustrada que cree saber todo de nada.

 

 

 

Carlos Barberi

Medellín-Colombia, 10/2006

Tel. (574)263-97-57   Celular. (57)(315) 823-56-37

barberi@une.net.co


 


[1] “Si encuentro a alguien capaz de ver las cosas en su unidad y en su multiplicidad, ese es el hombre que yo busco como a un Dios”.    …Platón (Fedro)

[2] Hemos seguido un camino equivocado al considerar la información de manera separada.  Es indispensable examinar siempre el conjunto: Información más neguentropía.

[3] Wittgenstein -en su Tractatus- delimita el uso del lenguaje a un elemento adecuado sólo a la descripción de lo fáctico. Con ello busca liberar nuestro pensamiento de las confusiones debidas al mal uso del lenguaje -aquello que da lugar a nuestros cotidianos malentendidos-. Para Wittgenstein no existe otra exégesis de «método» que vaya más allá del sentido metafórico: método es «camino»  a la meta, nada más.

 

[4] Una de las herramientas más poderosas de la ciencia -la única universal- es el Contrasentido manejado por un excepcional -y justo- investigador.              -B. Mendelbrot                  

 

[5] Las placas activas, aunque también promueven el cambio de relación maxila-mandibula, básicamente buscan cambiar el tamaño de las arcadas y alinear sus dientes. De manera distinta, los aparatos funcionales, aunque además hacen tamaño de los maxilares; primordialmente relacionan las arcadas dentales en una nueva relación, cómoda y estable, nacida desde la re-armonización muscular que resiembran.

 

 

Referencias

 

1. Atkins P.W. La segunda ley… (la entropía);  1984. (Biblioteca Scientific American), Barcelona 1992.

2. Bunge M. La ciencia, su Método y su filosofía. 1959. Editorial Panamericana, Bogotá, 1996.

3. Descartes R. El discurso del método. 1637. Edicomunicación, Barcelona, 1998.

4. Ibarbo J. Incertidumbre y objetividad en el conocimiento, 2003. Todográficas Ltda., Medellín, 2003.

5. Kédrov y Spirikin. La ciencia. 1967. Editorial Nauta, Moscú, 1967.

6. Mardoñones y Ursua: Filosofía de las ciencias humanas y sociales. 1982. Ediciones Coyoacán, México, 2001.

7. Morin E. El método. 1977. Ediciones Cátedra, Madrid, 2001.

8. Popper K. Tolerancia y responsabilidad intelectual. 1982. Editorial Tecnos, Madrid, 2002.

9. Popper K. Sociedad abierta, universo abierto. 1980. Editorial Tecnos, Madrid, 2002.

10. Popper K. Conjeturas y refutaciones. 1963. Editorial Paidós: Barcelona.

11. Popper K. La sociedad abierta y sus enemigos. 1957. Editorial Paidós, Buenos Aires.

12. Popper y Lorenz. El porvenir está abierto. 1984. (Metatemas 28) Turquets Editores, Barcelona, 1992.

13. Schrodinger E. Ciencia y humanismo. 1951. (Metatemas 10) Turquets Editores, Barcelona, 1998.

14. Schrodinger E. ¿Qué es la vida? 1944. (Metatemas 1) Turquets Editores, Barcelona, 2001.

15. Vogel S. Ancas y palancas. Mecánica natural y mecánica humana. 1998. (Metatemas 63).

 

 

 

 ÍNDICE ARTÍCULOS

Home

 arriba

 

 

 

  BoliviaDental 

 

                 Copyright 2002 .Todos los derechos reservados.

JCM Web master y director general BoliviaDental. 2002-2007©