Fundación de la Ciudad de México.

Por: Jose M. Marroqui


    Cuando llegaron por ultima vez a Temazcaltitlan, que fue el año 1325, eran éstos Cuahtlequezqui, Axolohua, Tlamacazqui y Aococalzin, los cuales tomando en cuenta "las calidades particulares del sitio, la amistad con los tepanecas, estar toda la comarca ocupada por diversas trbus, el cansancio de los mexica y el estado miserable a que estaban reducidos," determinaron al fin dar asiento definitivo a los apenados emigrantes. Al efecto, se reunieron en consejo y acordaron que los sacerdotes Axolohua y Cuauhcoatl saliesen a buscar si por alla cerca estaba el lugar prometido.

   Abriéndose éstos paso por entre juncias y cañas, encontraron al fin un corto espacio de tierra enjuta, es decir, una isleta rodeada de una agua verde, tan limpia y diáfana, que parecían sus visos esmeraldas disueltas, y en medio de ella el tenochtli o nopal, que había nacido de corazón de Copil arrojado allí muchos años antes, y en él posada una hermosa águila real, abiertas y tendidas las alas, vuelta su cabeza al sol, disfrutando su calor y en derredor multitud de plumas de muy varios y hermosos colores, despojos de las pintadas aves con que el águila se sustentaba. Pasmados contemplaban aquel hermoso cuadro con el fin de descifrarlo, cuando de improviso desapareció Axolohua sumergiendose en las aguas. Cuauhcoatl después de esperar largo tiempo, considerando la espera inutil, volvió solo a donde estaban los mexicanos aguardándolos, y les refirió lo ocurrido. Perpleja quedó la tribu entera al oir tan extraña nueva: por una parte veía cumplidas las promesas por su divinidad; mas por otra había perdido a uno de sus mejores caudillos, e indecisa, ni quería retirarse del sitio en que se encontraron los signos pronosticados por los oráculos, ni se atrevía a acercarse temerosa de ser sepultada entre las aguas. En esta angustiosa situación permaneció veinticuatro horas completas, cuando apareció Axolohua y les dijo: "No temais por lo que habéis sabido, porque aunque es verdad que yo me sumí en el lago en presencia de Cuauhcoatl, fué con particular misterio; porque en lo interior de él ví a uno por cuyo poder llegué a aquel lugar, que dijo llamarse Tlaloc, y me habló de esta manera: Sea bien venido mi querido hijo Huitzilopochtli con su pueblo, diles a todos esos mexicanos tus compañeros que este es el lugar donde han de poblar y hacer la cabeza de su señorío, y que aquí verán ensalzadas sus generaciones."

   ... A la redonda del tenochtli o tunal y del teocalli (templo) comenzaron los moradores a edificar sus pobres chozas de donde vino a la ciudad el nombre de Tenochtitlan, que significa "junto a la tuna o del nopal", y vino tambien que las armas de esta ciudad fuesen un montón de piedras, representativo de la isleta, allí el nopal nacido del corazón de Copil y sobre él posada el águila tradicional de los aztecas, venerada por ellos como cosa sagrada.

   De la culebra nada dicen los historiadores que se ocupan de este suceso; el Padre Acosta afirma que "tenía el águila en las uñas un pájaro muy galano," y pocas líneas abajo añade: "Y sus armas (las de la ciudad de México), e insignia son hasta el día de hoy, un águila sobre un tunal con un pájaro en la una mano, y con la otra sentada en el tunal." (1) Desde cuando y por qué se le puso una culebra al águila, en verdad no lo sabemos; su origen es muy antiguo, sin que por ningun documento auténtico se sepa ni que fuera parte del oráculo que guió en su dilatada peregrinación a los aztecas, ni que la tuviera en la prodigiosa visión del sacerdote Axolohua.


    Tomada tal cual del escrito de Jose M. Marroqui, "Fundación de la Ciudad de México", incluido en el libro editado "Leyendas y Costumbres de México", Editoria del Valle de México, S.A., 1980, paginas 17-19.

   (1) Historia natural y moral de las Indias, por el Padre José Acosta. Tomo II, libro VII, capitulo VII.

 

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