Un rostro propio y un corazón verdadero.

Guillermo Marín Ruiz


 En la actualidad no podríamos entender a la cultura grecolatina sin Sócrates y Platón, la Revolución Francesa sin los enciclopedistas y el socialismo sin Marx y Engels. De la misma forma, los mexicanos no podremos entendernos a nosotros mismos, al México campesino y al México Antiguo, al "México profundo" , sin conocer los valores y principios de la Toltecáyotl, patrimonio filosófico de nuestra civilización Madre.

 Durante los últimos cinco siglos los mexicanos nos la hemos pasado negando a nuestra Cultura Madre y tratando de convertirnos en lo que nunca seremos. Durante este tiempo, hemos sido negados, explotados y despreciados por nuestros colonizadores y nos hemos condenado a vivir en el "Laberinto de la soledad", como escribió el poeta Octavio Paz.

 Los mexicanos somos un pueblo mestizo que ha negado y desconoce la "otra parte" de su rostro y de su corazón. Para llegar a la totalidad, necesitamos integrar armoniosamente las dos partes que nos conforman y recurrir al acervo de sabiduría de las dos civilizaciones que nos han dado la vida. Tenemos que ser dignos herederos de las dos culturas que nos conforman, pues a mayor diversidad mayor riqueza, mayores recursos, mayores posibilidades. Desconocer y negar la otra parte de nosotros mismos, aquella que se forjó a sí misma durante siete mil quinientos años y sólo querer buscar nuestra herencia en los últimos quinientos años de colonización europea, es condenarnos eternamente al vasallaje servil y denigrante.

 Actualmente los europeos que tratan de volver a sus raíces espirituales y buscan la armonía con la naturaleza, están dirigiendo sus ojos en la cultura Celta, misma que se supone existió hace miles de años y que resulta más "impreciso y borroso" su rostro, que el de la cultura tolteca.

 Existe todo un movimiento de revaloración que hace música, poesía, literatura y que en conjunto, busca una nueva reinterpretación del mundo y la vida, una vuelta a la naturaleza, ante el grotesco y desolador mundo que nos imponen los mercaderes. La pregunta es, ¿por qué nosotros no podemos hacer nuestra la antigua cultura Tolteca?

 La modernidad no esta divorciada de la tradición. Podemos ser la vanguardia de la modernidad y al mismo tiempo, el valuarte de la tradición. Japón es un claro ejemplo. Los japoneses son la nación que representa la punta de la tecnología y al mismo tiempo, son un pueblo muy tradicional, que preserva y atesora orgulloso sus tradiciones y antigua cultura.

 Es común que en las sociedades contemporáneas con un origen colonial, como es el caso de toda América latina, los criollos al desplazar a los peninsulares españoles del poder económico y político a través de las "guerras de independencia", rechazaron las culturas originarias y trataron de mantener un contacto permanente con Europa. Los criollos no rechazaron la cultura europea, solo desplazaron a los europeos y quisieron ocupar su lugar en el sistema de castas y la explotación.

 La diferencia con las colonias inglesas en América del Norte, fue que los colonizadores rechazaron la cultura europea y crearon su propio modelo, donde la libertad económica y religiosa, fueron las bases de su nueva sociedad. Es por ello que en la actualidad en América latina se mantiene un "neocolonialismo criollo", donde no se creó, con las nuevas naciones en el siglo XIX, una nueva filosofía y cultura como sucedió con los anglosajones, sino que se repitió el modelo colonial del siglo XVI, donde se copiaban los elementos culturales de Europa y se despreciaban las culturas originarias o indígenas.

 De esta manera en las sociedades colonizadas de América latina, desde sus "independencias" se ha mantenido por las oligarquías criollas, una permanente y vigorosa copia de modelos y elementos culturales europeos, y al mismo tiempo, un feroz rechazo, desprecio y desvalorización a las formas y elementos culturales de los pueblos originarios. El sentimiento de minusvalía comienza por los propios criollos, que se sienten inferiores a los europeos, que en España no son españoles y en México no son indígenas. Los mestizos sufren del mismo mal. Desprecian el origen cultural indígena del que provienen y son despreciados por los criollos. Unos y otros, quedan sin un rostro propio y están permanentemente rechazados. Se sienten inferiores e impotentes, razón por la cual buscan "un rostro ajeno" con el cual no sean rechazados.

 La base de la educación en el México antiguo era "formar un rostro propio y un corazón verdadero" en los estudiantes.

 El Guerreo del tercer milenio requiere tener las bases sólidas de su milenario pasado, para poder construir con fundamentos su fututo. Sólo como "Guerreros Toltecas" podrán vencer los desafíos del presente y construir su propio futuro, sin imitaciones y sí, con recreaciones de la antigua cultura "propia nuestra" y por supuesto con apropiaciones de otras culturas. El futuro de aquellos mexicanos que no quieren morir en la enajenación y embrutecimiento de sus mentes y espíritus, se encuentra en su pasado. Sólo con un rostro propio y no imitado. Sólo con un corazón verdadero y no extraviado. Sólo como Guerreros de la Muerte Florecida se puede enfrentar este descomunal desafió.

 Tenemos que acabar para siempre el colonialismo cultural y espiritual. No van a ser las instituciones y los intereses coloniales los que impulsaran a los mexicanos a reencontrar su propio camino. Tenemos que ponerle punto final a las historias de "La batalla de la noche triste", a través de incendiar la noche de la colonización con "batallas floridas", con dardos de conciencia, con corazones florecidos, con espíritus templados. Cada persona conciente tiene que despertar al "enemigo interior" y tendrá que enfrentar su propia batalla. Ya no son tiempos de cofradías ni hermandades. La aurora en el Anáhuac empieza a despuntar y sólo aquellas personas que estén en el camino podrán sobrevivir a los difíciles tiempos del porvenir.

 El futuro inmediato requiere de Guerreros. Personas, hombres y mujeres, que estén dispuestos a la lucha sin tregua, capaces de soportar las mayores penurias con templaza y sobriedad. Seres humanos sensibles y concientes, capaces de recrear con imaginación y talento la sabiduría de los Viejos Abuelos toltecas. Individuos con un gran poder sobre sí mismos, disciplinados, austeros, firmes como la piedra y tiernos como las flores. Espíritus templados, de vida sobria y austera, con una rica vida interior, abrevando en la sabiduría ancestral, transformando el presente con su pasado, diseñando y construyendo un futuro propio.

 Personas viendo al futuro, con una base sólida en el presente y una profunda raíz en el pasado y con luminosas aspiraciones en el futuro.

 

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 Capitulo extractado de Los Guerreros de la Muerte Florida, reflexiones para sobrevivir el caos, escrito por Guillermo Marín Ruiz.