Pero viendo las imágenes de Kabul
semiderruído hay que recordar que incluso en la guerra contra la
presencia de la URSS la capital no sufrió daños, que fué
destruída por un comandante afghano no contento con la parte del
pastel que le tocaba al finalizar la guerra de liberación en un
asedio de meses (Helmaktiar o algo así se llama, pretendiente a
presidente todavía), y completada la destrucción por otro
comandante recién asesinado por los talibanes, Massud al que hay
que reconocer no haber cedido ante éstos y su lucha casi solitaria.
La guerra civil afghana tuvo más victimas
que la de liberación, y occidente, Pakistán, Irán
y la ex-Urss apoyaron a sus aliados en esta guerra fraticida. Y en el futuro
inmediato quién sufrirá es el pueblo afghano con la ambición
de de tanto señor de la guerra, algunos de los cuales regresan de
un exilio dorado.
Fué precisamente la desaparición
de la URSS lo que hizo a algunas compañías petrolíferas
con más poder que muchos estados idear, con el apoyo de EEUU,
un oleoducto desde Uzbekistán pasando por territorio afghano y pakistaní
hasta el Índico, con el doble objetivo de debilitar la presencia
Rusa y la influencia iraní. Fué cuando apoyaron a los talibán:
cuando ocuparon Kabul los primeros en presentarse fueron estos cuervos.
Y los talibán jugaron su papel en el
tablero de algún estratega maníaco, ponían nerviosos
a los iraníes, amenazaban a las repúblicas centroasiáticas
al apoyar el integrismo haciéndolas más proclives al entendimiento
con los intereses estratégicos de EEUU.
Pero la partida salió mal. Esas repúblicas
han encontrado un aliado en Rusia, Irán es estable y en un periodo
de lentas reformas políticas, y los talibán alimentados por
Pakistán intentan extender su dominio teocrático con ayuda
de los siguientes aliados de Occidente, famosos por sus democracias modelo:
Arabia Saudita y los Emiratos Árabes.
Entrenados con los manuales de la CIA y los marines y fanatizados, buscan en sus acciones la confirmación de sus tesis vía represalias occidentales.
Y sirven de alimento las resoluciones de la
ONU que nunca ha cumplido Israel, las provocaciones de Sharon, los malos
consejos en Argelia, el bombardeo de un laboratorio civil en Sudán
por mucho que despreciemos ese régimen, el pueblo rehén de
Iraq, la corrupción de Kuwait y el poder saudí en los lugares
santos. Todo ese conjunto se ve como una agresión, únamosla
a un iluminado formado en occidente al que ahora repudia y tendremos los
Bin Laden.
Pedir un poco de cordura a un Bush envalentonado
está por demás, el problema se le presenta más complicado
que confirmar la pena a un condenado a la silla eléctrica, pero
incluso con el dolor aún a flor de piel en esa ciudad, ver en unos
medios tan mediatizados una manifestación pidiendo paz en Nueva
York habre una puerta a la esperanza, la sociedad americana no es tan fundamentalistamente
patriotera como pretenden sus dirigentes.
Abogar por una solución basada en el
derecho internacional y la justicia social y económica, el respeto
cultural y los derechos humanos como medio de evitar el caldo de cultivo
de acciones irracionales de parte y parte no sigue la corriente mayoritaria
actual en su reacción visceral, pero es la única que puede
poner un muro a la barbarie y al recorte de libertades en nombre de la
seguridad.
El lema "No hagan la guerra en nuetro nombre" de esos manifestantes puede ser asumido desde unas peñas, en este caso sí, fundamentalmente pacíficas.
ANAI