"No hagan la guerra en nuetro nombre"
Los recientes acontecimientos obligan a una reflexión sobre los orígenes del malestar que hace que personas no precisamente ignorantes abracen una interpretación sesgada y anacrónica de un conjunto religioso cultural como vía de identificación y pertenencia a una sociedad que no encuentra en los parámetros "occidentales" una solución a sus males reales o imaginados.
No se puede seguir jugando al ajedrez estratégico económico y pretender dejar la partida cuando apetezca: hay seres humanos con nombre y apellidos, con padres, hijos, con memoria.
No sabemos si merecerá la pena profundizar sobre el tema aquí, cuando proliferan los análisis de todo tipo, y la movilización militar va viento en popa. Viendo los resultados de la guerra del golfo petrolífero, quién salió reforzado, dificilmente creemos que se resistan los mismos a dar otra vuelta de tuerca en su papel de gendarme mundial.

Pero  viendo las imágenes de Kabul semiderruído hay que recordar que incluso en la guerra contra la presencia de la URSS la capital no sufrió daños, que fué destruída por un comandante afghano no contento con la parte del pastel que le tocaba al finalizar la guerra de liberación en un asedio de meses (Helmaktiar o algo así se llama, pretendiente a presidente todavía), y completada la destrucción por otro comandante recién asesinado por los talibanes, Massud al que hay que reconocer no haber cedido ante éstos y su lucha casi solitaria.
La guerra civil afghana tuvo más victimas que la de liberación, y occidente, Pakistán, Irán y la ex-Urss apoyaron a sus aliados en esta guerra fraticida. Y en el futuro inmediato quién sufrirá es el pueblo afghano con la ambición de de tanto señor de la guerra, algunos de los cuales regresan de un exilio dorado.
Fué precisamente la desaparición de la URSS lo que hizo a algunas compañías petrolíferas con más poder que muchos estados idear, con el apoyo de EEUU,  un oleoducto desde Uzbekistán pasando por territorio afghano y pakistaní hasta el Índico, con el doble objetivo de debilitar la presencia Rusa y la influencia iraní. Fué cuando apoyaron a los talibán: cuando ocuparon Kabul los primeros en presentarse fueron estos cuervos.

Y los talibán jugaron su papel en el tablero de algún estratega maníaco, ponían nerviosos a los iraníes, amenazaban a las repúblicas centroasiáticas al apoyar el integrismo haciéndolas más proclives al entendimiento con los intereses estratégicos de EEUU.
Pero la partida salió mal. Esas repúblicas han encontrado un aliado en Rusia, Irán es estable y en un periodo de lentas reformas políticas, y los talibán alimentados por Pakistán intentan extender su dominio teocrático con ayuda de los siguientes aliados de Occidente, famosos por sus democracias modelo: Arabia Saudita y los Emiratos Árabes.

Entrenados con los manuales de la CIA y los  marines y fanatizados, buscan en sus acciones la confirmación de sus tesis vía represalias occidentales.

Y sirven de alimento las resoluciones de la ONU que nunca ha cumplido Israel, las provocaciones de Sharon, los malos consejos en Argelia, el bombardeo de un laboratorio civil en Sudán por mucho que despreciemos ese régimen, el pueblo rehén de Iraq, la corrupción de Kuwait y el poder saudí en los lugares santos. Todo ese conjunto se ve como una agresión, únamosla a un iluminado formado en occidente al que ahora repudia y tendremos los Bin Laden.
 Pedir un poco de cordura a un Bush envalentonado está por demás, el problema se le presenta más complicado que confirmar la pena a un condenado a la silla eléctrica, pero incluso con el dolor aún a flor de piel en esa ciudad, ver en unos medios tan mediatizados una manifestación pidiendo paz en Nueva York habre una puerta a la esperanza, la sociedad americana no es tan fundamentalistamente patriotera como pretenden sus dirigentes.
Abogar por una solución basada en el derecho internacional y la justicia social y económica, el respeto cultural y los derechos humanos como medio de evitar el caldo de cultivo de acciones irracionales de parte y parte no sigue la corriente mayoritaria actual en su reacción visceral, pero es la única que puede poner un muro a la barbarie y al recorte de libertades en nombre de la seguridad.

 El lema "No hagan la guerra en nuetro nombre" de esos manifestantes puede ser asumido desde unas peñas, en este caso sí, fundamentalmente pacíficas.

ANAI