LEJOS, SI VIAJAS HACIA EL SUR...

 

 

Lima, 21 de Octubre del 2006

 

Por  Maria Cecilia Saba

 

Luego de ciertos rumores que anunciaban su postergación, llegó la esperada noche del concierto. Estuve anticipándolo toda la semana y una tarde de sábado nunca transcurrió tan lentamente. Llegué a las 8:40pm al Centro de Convenciones del Hotel María Angola con mis amigas y mi enamorado. Nos pusimos en la cola de stand-up y esperamos que abrieran la puerta para poder ingresar. En la cola había gente de todas las edades y de todos los tipos, lo que me hizo pensar en la grandeza de una artista que, aún escondiéndose por doce años y escapando del mainstream, logra atraer tal variedad de personas.

 

“¡Nos movemos, nos movemos!” Abrieron las puertas y, previa inspección de carteras, entramos. El centro de convenciones no era muy grande y el escenario estaba a excelente altura; desde cualquier lugar podríamos ver a Christina. Compramos unas cervezas y nos sentamos en el piso a esperar que empezara el show. Conforme pasaba el tiempo, la sala se iba llenando, pero nunca se saturó. Quizás porque se trataba de una cuestión de calidad de público más que de cantidad; todos los ahí presentes (o su mayoría) eran personas que habían sido tocadas por la música de esta artista hace más de diez años y que habían procurado seguirle el rastro desde entonces. Era, por lo tanto, más que un simple concierto: era un reencuentro entre artista y sus seguidores más constantes.

 

Si bien el reencuentro estaba programado para las 9:30pm, como todo lo bueno se hizo esperar. En este caso, la espera fue de una hora. Después de algunas falsas alarmas se apagaron las luces y una cabeza rubia apareció en el escenario. Unos acordes de guitarra: comenzó el concierto.

 

“Que en sus brazos me sienta / Una niña pequeña…” Aplaudimos, gritamos y,  finalmente, cantamos Alguien que cuide de mí. Al terminar la canción, saludó al público – “¡Buenas noches! ¿Cómo estáis? ¡Doce años esperando este día!” – e introdujo uno de los temas de sus producciones en inglés: King Size. Aunque menos voces cantaron con ella esta vez, los aplausos no faltaron al final. A continuación cantó otra en inglés, A Liar to Love, esta ya reconocida por más personas.

 

Finalizada la canción, Christina se acercó al micrófono: “Quiero contar una historia. Una historia que pasó hace mucho tiempo. Al final, lo único que perdura es la amistad. Al final del largo viaje, los únicos que se quedan contigo son tus amigos.”. Por supuesto, se trataba de Tú por mí. Le siguieron Todos los chicos, White Hole, ¿Quién me querrá? y Lo siento.

 

“Yo sé que hay algunas canciones que significan algo especial para vosotros, porque me lo habéis dicho. Me lo habéis dicho en vuestras cartas, en vuestros e-mails, que han seguido mandándome durante todos estos años. A toda esa gente que ha seguido estando ahí, buscándome, a pesar de que yo me escondía, les doy las gracias de corazón. Y para todos vosotros va esta canción.” Se apagaron las luces, se oyó el ritmo marcado por la batería y de una nube de humo azul apareció ella nuevamente. “Cuatrocientos golpes contra la pared / han sido bastantes para aprender…”. Otra vez el grito del público y todos cantamos con ella 1000 Pedazos. “¡No puedo creer que recordéis la letra entera! – dijo Christina –  ¡Muchas gracias, me emociona mucho! Nunca hubiera pensado que esta canción iba a llegar tan lejos”. Por supuesto, el público estalló en gritos y aplausos. 

 

La siguiente canción fue Mi habitación. Aplausos, gritos y emoción. Al terminar, Christina jugó un poco con su guitarra, tomó agua y dijo: “El día que fui feliz no me di cuenta, porque nadie tocaba el violín, así que me quedé dormida.” Se oyeron gritos, y todos cantaron con ella Ni una maldita florecita.

 

“Nos vamos a ir con una canción sobre un chico que se fue por el mal camino… y que no tomaba mucho sol…” Era Pálido, y creo que más o menos por aquí fue que me empezó a doler la garganta, de tanto cantar y gritar. Terminada la canción, dejó la guitarra a un lado y agradeció al público. Alguien le arrojó una bufanda amarilla y ella la recogió del piso y se la envolvió en el cuello, mientras se despedía del público. Todos gritaban y pedían más, miré mi reloj y sólo había pasado una hora del concierto, faltaba media hora más. Esperé que regresara.

 

Y regresó. Volvió para cantar Taking Off. Concluida la canción y con fondo musical de batería y guitarras, se acercó al micrófono: “Durante diez años me he negado a tocar esta canción. Dije que no lo haría nunca más. Dije que se había acabado. Dije que nunca la volvería a tocar. Sé que ustedes esperan escucharla. No sé si voy a ser capaz… porque ahora… papá soy yo.”. Otra vez el grito de todos los fans. La guitarra tocó las primeras notas de esa canción que ya es un himno a la libertad, y Christina cantó: “Dile a papa / Que me voy de la ciudad / Dile a los chicos / ¡Que no volveré más!”. Todos gritaron, cantaron y bailaron la canción. Fue, sin duda, el mejor momento del concierto, la energía que se sentía era increíble. Christina terminó la canción con un solo de guitarra, agachándose quedar estar arrodillada en el piso, sentada sobre sus pies, con la cabeza agachada, tocando la guitarra. ¿Quién diría que tiene 42? Después de eso, agradeció nuevamente al público – “¡Gracias Lima! ¡Quiero volver pronto!” –  y salió del escenario.

 

Pero volvió y se sentó al piano. “Como me gusta que me queráis, igual los quiero yo a vosotros.” Habla de una canción sobre su primer amor… “A los catorce años (casi quince) / Con las rodillas esqueléticas y blancas…”. Pocos cantaron con ella y sus Teclas Negras, así que se pudo escuchar claramente la canción y el acompañamiento del piano. Algunos aplaudían antes de tiempo, quizás emocionados, quizás por desatinados, pero lo cierto del caso es que al final todos alzaron las manos para aplaudirla, pues al terminar la canción dio las gracias nuevamente y se despidió.

 

Pero regresó una vez más. “¿Y no tenéis que iros a dormir? Bueno, a nosotros se nos han acabado las canciones que habíamos ensayado. Ayer por la noche, mientras yo estaba dormida, ellos salieron de juerga, estuvieron por aquí, por allá, en un club con chicas… y José estuvo aprendiendo cosas – José toca batería. ¿Qué estuviste aprendiendo, Jose? ¿Ya no te acuerdas? ¿ Qué hiciste ayer por la noche, José? ¿Estuviste bailando?” –  José marcaba el tiempo en la batería – “A ver José, a que nos tocas un reggeatón.”. José seguía tocando la batería, se le unieron las guitarras, y Christina empezó a cantar en portugués: “Olha que coisa mais linda / Mais cheia de graça / É ela menina / Que vem que passa…”, y mientras cantaba Garota de Ipanema o Girl from Ipanema, empezó a bailar. Terminada la canción, se apagaron las luces de colores y sólo quedó el spotlight. Agradeció al público por última vez, llamó a sus músicos, y todos abrazados, en fila, hicieron la reverencia y se despidieron. Esta vez no regresó.

 

Se acabó el concierto y quedé con una sensación agridulce; por un lado me sentía feliz y muy agradecida por un concierto tan bueno, y por el otro sentía la pena de un final demasiado rápido. Fueron los noventa minutos más cortos de mi vida. Maldita relatividad.

 

Salimos del local y nos sentamos afuera para tomar un poco de aire. Después de unos minutos volví a entrar para preguntar por dónde saldría Christina, para ver si lograba verla y pedirle que me firmara un autógrafo. Para mi sorpresa, un buen grupo de fans se había quedado ahí adentro y estaban llamándola, pidiéndole que saliera para tomarse fotos con ellos. Me acerqué al escenario y logré escuchar a una señora que la llamaba y cuando Christina se acercó desde el interior del backstage, la señora le dijo que ella había ido al concierto del 94’ y que ahora había traído a su hija (una chica que no tendría más de 15 años) y le pidió una foto. Christina sonrió y un par de minutos después la vimos salir. Nos pusimos todos en fila y ella, con toda la paciencia del mundo y la amabilidad que la caracteriza, accedió a tomarse fotos y firmar autógrafos. Grande, grande Christina.

 

Lista de canciones:

 

01.   Alguien que cuide de mi

02.   King size

03.   A Liar to Love

04.   Tu por mi

05.   Todos los chicos

06.   White Hole

07.   ¿Quien me querrá?

08.   Lo siento

09.   1000 pedazos

10.   Mi habitación

11.   Ni una maldita florecita

12.   Pálido

13.   Taking Off

14.   Voy en un coche

15. Teclas negras

16. Girl from Ipanema (Garota de Ipanema)


 

 


 

           

Fotos: Cortesia de Walter Dyer