Marxismo y revisionismo

V. I. Lenin
MARXISMO Y REVISIONISMO 


  MARXISMO Y REVISIONISMO 



      Es bien conocido el aforismo que dice que si los axiomas geométricos 
  afectasen los intereses de la gente, seguramente habría quien los refutase. 
  Las teorías de las ciencias naturales, que han chocado con los viejos 
  prejuicios de la teología, provocaron y siguen provocando hasta hoy la 
  oposición más enconada. Nada tiene de extraño, pues, que la doctrina de Marx, 
  que sirve en forma directa a la educación y organización de la clase de 
  vanguardia de la sociedad moderna, que señala las tareas de esa clase y 
  demuestra la sustitución inevitable -- en virtud del desarrollo económico -- 
  del régimen actual por un nuevo orden, haya debido luchar por conquistar cada 
  uno de sus pasos. 
      Inútil es decirlo, esto aplicado a la ciencia y la filosofía burguesas, 
  oficialmente enseñadas por profesores oficiales para embrutecer a las nuevas 
  generaciones de las clases poseedoras y "adiestrarlas" contra los enemigos 
  exteriores e interiores. Esta ciencia no quiere oir hablar de marxismo y lo 
  proclama refutado y aniquilado; Marx es atacado con igual celo por los jóvenes 
  doctos que hacen carrera refutando el socialismo, como por los decrépitos 
  ancianos que conservan 
  
  la tradición de toda suerte de anticuados "sistemas". Los avances del marxismo 
  y la difusión y el afianzamiento de las ideas marxistas entre la clase obrera 
  provocan inevitablemente la reiteración y agudización de esos ataques 
  burgueses contra el marxismo, que sale más fuerte, más templado y vitalizado 
  de cada uno de sus "aniquilamientos" por la ciencia oficial. 
      Pero, aun entre las doctrinas vinculadas a la lucha de la clase obrera y 
  difundidas de modo predominante entre el proletariado, el marxismo de ningún 
  modo consolidó su posición de golpe, ni mucho menos. Durante el primer medio 
  siglo de su existencia (desde la década del 40 del siglo XIX) luchó contra 
  teorías que le eran profundamente hostiles. En la primera mitad de la década 
  del 40, Marx y Engels ajustaron cuentas con los jóvenes hegelianos radicales, 
  cuyo punto de vista era el del idealismo filosófico. A fines de esa década, en 
  el campo de las doctrinas económicas pasó a primer plano la lucha contra el 
  proudhonismo. Esta lucha terminó en la década del so con la críiica de los 
  partidos y doctrinas que habían surgido en el turbulento año 1848. En la 
  década del 60, al expulsar al baliuninismo[223] de la Internacional, la lucha 
  se desplazó del campo de la teoría general a un campo más cercano al 
  movimiento obrero propiamente dicho. A comienzos de la década del 70, se 
  destacó en Alemania, por breve tiempo, el proudhonista Mühlberger; a fines de 
  ese período, el positivista Dühring. Pero la influencia de uno y otro sobre el 
  proletariado era ya insignificante. El marxismo había alcanzado un 
  indiscutible triunfo sobre todas las otras ideologías del movimiento obrero. 
      En lo fundamental, este triunfo culminó en la década del 90 del siglo 
  pasado. Hasta en los países latinos, donde se habían mantenido las tradiciones 
  del proudhonismo por 
  
  más tiempo, los partidos obreros estructuraron sus programas y su táctica 
  sobre bases marxistas. Al reanudarse en forma de congresos internacionales 
  periódicos, la organización internacional del movimiento obrero, se colocó, en 
  lo esencial, inmediatamente y casi sin lucha, en el terreno del marxismo. Pero 
  cuando el marxismo hubo desplazado a todas las doctrinas más o menos 
  integrales que le eran hostiles, las tendencias que en ellas se albergaban 
  comenzaron a buscar otros caminos. Las formas y las causas de la lucha 
  cambiaron, pero la lucha continuó. Y el marxismo comenzó su segundo medio 
  siglo de existencia (década del 90 del siglo pasado) enfrentando una corriente 
  hostil en el mismo marxismo. 
      El ex-marxista ortodoxo Bernstein dio su nombre a esta corriente al 
  proclamar con gran alharaca y con grandilocuentes expresiones las enmiendas de 
  Marx, la revisión de Marx, el revisionismo. Aun en Rusia, donde -- debido al 
  atraso económico y a la preponderancia de la población campesina oprimida por 
  los vestigios de la servidumbre -- el socialismo no marxista se ha mantenido 
  durante mucho tiempo, hoy se convierte sencillamente en revisionismo ante 
  nuestros propios ojos. Y lo mismo en el problema agrario (programa de 
  municipalización de toda la tierra) que en las cuestiones programáticas y 
  tácticas de índole general, nuestros socialpopulistas fueron sustituyendo cada 
  vez más con "enmiendas" a Marx los restos agonizantes y caducos del viejo 
  sistema, coherente a su modo y profundamente hostil al marxismo. 
      El socialismo premarxista ha sido derrotado. Continúa luchando ya no en su 
  propio terreno, sino en el del marxismo, como revisionismo. Examinemos, pues, 
  cuál es el contenido ideológico del revisionismo. 
  
      En el campo de la filosofía, el revisionismo iba a remolque de la 
  "ciencia" académica burguesa. Los profesores "retor naban a Kant", y el 
  revisionismo se arrastraba tras los neokantianos[224]; los profesores repetían 
  las vulgaridades que los curas habían pronunciado mil veces contra el 
  materialismo filosófico, y los revisionistas, sonriendo complacidos, 
  murmuraban (repitiendo palabra por palabra el último manual) que el 
  materialismo había sido "refutado" desde hacía mucho tiempo. Los profesores 
  trataban a Hegel como a "perro muerto", y mientras ellos mismos predicaban el 
  idealismo, solo que mil veces más mezquino y superficial que el hegeliano, 
  encogiéndose desdeñosamente de hombros ante la dialéctica, los revisionistas 
  se hundían tras ellos en el pantano del envilecimiento filosófico de la 
  ciencia, sustituyendo la "sutil" (y revolucionaria) dialéctica por la "simple" 
  (y pacífica) "evolución". Los profesores ganaban su sueldo oficial ajustando 
  sus idealistas y "críticos" sistemas a la dominante "filosofía" medieval (es 
  decir, a la teología), y los revisionistas se acercaban a ellos, esforzándose 
  por hacer de la religión un "asunto privado", no en relación al Estado 
  moderno, sino en relación al partido de la clase de vanguardia. 
      No se necesita decir el verdadero significado de clase de semejantes 
  "enmiendas" a Marx: es bien evidente. Sólo señalaremos que Plejánov fue el 
  único marxista en la social democracia internacional que criticó desde el 
  punto de vista del materialismo dialéctico consecuente aquellas increíbles 
  necedades acumuladas por los revisionistas. Es tanto más necesario subrayar 
  esto con fuerza, por cuanto en nuestro tiempo se hacen tentativas 
  profundamente erróneas, destina- 
  
  das a presentar el viejo y reaccionario fárrago filosófico bajo pretexto de 
  crítica del oportunismo táctico de Plejánov.[*] 
      Pasando a la economía política, es necesario señalar, ante todo, que en 
  esta esfera las "enmiendas" de los revisionistas eran muchísimo más 
  multifacéticas y minuciosas; se trataba de sugestionar al público con "nuevos 
  datos sobre el desarrollo económico". Se decía que la concentración y 
  desplazamiento de la pequeña producción por la gran producción no se opera de 
  ningún modo en la agricultura y con extrema lentitud en el comercio y la 
  industria. Se decía que las crisis se han vuelto ahora más raras y débiles, y 
  que los cártels y trusts probablemente harían capaz al capital de eliminarlas 
  por completo. Se decía que la "teoría de la bancarrota" hacia la cual marcha 
  el capitalismo es inconsistente debido a que las contradicciones de clase 
  tienden a suavizarse y atenuarse. Y, por último, se decía que no estaría mal 
  corregir también la teoría del valor de Marx de acuerdo con Bohm-Bawerk[225]. 
      La lucha contra los revisionistas en torno de estas cuestiones sirvió para 
  reavivar de manera fecunda el pensamiento teórico del socialismo 
  internacional, tal como había ocurriclo veinte años antes con la polémica de 
  Engels contra Dühring. Los argumentos de los revisionistas fueron analizados 
  con hechos y cifras en la mano. Se demostró que embellecían sistemáticamente 
  la pequeña producción actual. Datos irrefutables prueban la superioridad 
  técnica y comercial de la 


      * Ver el libro Ensayos sobre la filosofia del marxismo, de Bogdánov, 
  Bazárov y otros. No es oportuno analizar aquí este libro y, por el momento, me 
  limito a manifestar que en un futuro próximo demostraré en una serie de 
  artículos, o en un folleto especial, que todo lo que en él se dice sobre los 
  revisionistas neokantianos guarda también relación, en sustancia, con estos 
  "nuevos" revisionistas neohumistas y neoberkelianos. (Véase V. I. Lenin, Obras 
  Completas, t. XIV. -- Ed.) 
  
  gran producción sobre la pequeña, no sólo en la industria, sino también en la 
  agricultura. Pero la producción de mercancías está mucho menos desarrollada en 
  la agricultura y, por lo general, los estadísticos y economistas actuales no 
  saben destacar las ramas especiales y, a veces, incluso las operaciones de la 
  agricultura que expresan de qué manera la agricultura es progresivamente 
  arrastrada al proceso de intercambio de la economía mundial. La pequeña 
  producción se sostiene sobre las ruinas de la economía natural debido al 
  constante empeoramiento de la alimentación, el hambre crónica, la prolongación 
  de la jornada de trabajo, el deterioro de la calidad y atención del ganado; en 
  una palabra, debido a aquellos mismos métodos con que se sostuvo también la 
  producción artesanal contra la manufactura capitalista. En la sociedad 
  capitalista, cada avance de la ciencia y la técnica socava, inevitable e 
  inexorablemente, los cimientos de la pequeña producción. Y la tarea de la 
  economía política socialista consiste en investigar este proceso en todas sus 
  formas, no pocas veces complejas e intrincadas, y demostrar al pequeño 
  productor la imposibilidad de sostenerse en el capitalismo, la situación 
  desesperada de las explotaciones campesinas en el régimen capitalista y la 
  necesidad de que el campesino adopte el punto de vista del proletariado. Ante 
  la cuestión que nos ocupa, los revisionistas cometieron el pecado, en el 
  aspecto científico, de generalizar superficialmente algunos hechos tomados de 
  manera unilateral, al margen de su conexión con el sistema del capitalismo en 
  su conjunto; y en el aspecto político, cometieron el pecado de que, 
  inevitablemente, quisieran o no, invitaron o empujaron a los campesinos a 
  tomar la actitud del propietario (es decir, la actitud de la burguesía), en 
  vez de instarlos a adoptar el punto de vista del proletariado revolucionario. 
  
      El revisionismo salió aún peor parado en lo que se refiere a la teoría de 
  las crisis y a la teoría de la bancarrota. Sólo personas muy poco perspicaces 
  y durante muy poco tiempo podían pensar en modificar los fundamentos de la 
  doctrina de Marx bajo la influencia de algunos años de animación y prosperidad 
  industrial. Muy pronto la realidad se encargó de enseñar a los revisionistas 
  que las crisis no eran cosa del pasado: la prosperidad fue seguida por la 
  crisis. Cambiaron las formas, la sucesión, el cuadro de las distintas crisis 
  pero éstas seguían siendo parte integrante, inevitable, del régimen 
  capitalista. Mientras unifican la producción, los cártels y trusts, 
  simultáneamente, y en forma visible para todos, agravan la anarquía de la 
  producción, la inseguridad de la vida del proletariado y la opresión del 
  capital, agudizando así las contradicciones de clase en grado sin precedentes. 
  Los modernos, gigantescos trusts ponen en evidencia, de modo bien palpable y 
  en inmensas proporciones, que el capitalismo marcha hacia la bancarrota, tanto 
  en el sentido de las crisis políticas y económicas aisladas como en el del 
  hundimiento completo de todo el régimen. La reciente crisis financiera en 
  Norteamérica y el horroroso crecimiento de la desocupación en toda Europa, sin 
  hablar de la próxima crisis industrial, de la que asoman no pocos síntomas, 
  han hecho que las rccientes "teorías" de los revisionistas fueran olvidadas 
  por todos, incluidos al parecer muchos de ellos mismos. Las que no deben 
  olvidarse son las enseñanzas que esta inestabilidad de los intelectuales ha 
  brindado a la clase obrera. 
      Con respecto a la teoría del valor, sólo es necesario decir que, aparte de 
  alusiones y suspiros muy vagos, al estilo de Bohm-Bawerk, los revisionistas no 
  aportaron absolutamente nada ni dejaron, por tanto, ninguna huella en el 
  desarrollo del pensamiento científico. 
  
      En la esfera política, el revisionismo intentó revisar realmente los 
  fundamentos del marxismo, o sea, la teoría de la lucha de clases. La libertad 
  política, la democracia, el su frngio universal -- nos decían los 
  revisionistas -- destruyen el terreno para la lucha de clases y desmienten la 
  vieja tesis del Manifiesto Comunista de que los obreros no tienen patria. 
  Puesto que en la democracia prevalece "la voluntad de la mayoría", según 
  ellos, no se debe considerar al Estado como órgano de dominación de clase ni 
  negarse a establecer alianzas con la burguesía progresista, socialreformista, 
  contra los reaccionarios. 
      Es indiscutible que estas objeciones de los revisionistas se reducían a un 
  sistema bastante armónico de concepciones, a saber: las bien conocidas 
  concepciones liberalburguesas. Los liberales han dicho siempre que el 
  parlamentarismo burgués destruye las clases y diferencias de clase, ya que 
  todos los ciudadanos sin distinción gozan del derecho a votar e intervenir en 
  los asuntos de Estado. Toda la historia de Europa durante la segunda mitad del 
  siglo XIX, toda la historia de la revolución rusa a comienzos del siglo XX en 
  señan de manera patente lo absurdo de tales conceptos. Con las libertades del 
  capitalismo "democrático", las diferencias económicas, lejos de atenuarse, se 
  acentúan y agravan. El parlamentarismo no elimina, sino que pone al desnudo el 
  carácter innato de las repúblicas burguesas más democráticas como órganos de 
  opresión de clase. Al ayudar a ilustrar y organizar a masas de población 
  incomparablemente más vas tas que las que antes participaban en forma activa 
  en los acontecimientos políticos, el parlamentarismo no contribuye a la 
  eliminacion de las crisis y revoluciones políticas, sino a la agudización de 
  la guerra civil durante esas revoluciones. Los acontecimientos de París, en la 
  primavera de 1871, y los 
  
  de Rusia, en el invierno de 1905, revelaron con suma claridad que dicha 
  agudización se produce indefectiblemente. Para aplastar el movimiento 
  proletario, la burguesía francesa no vaciló ni un segundo en pactar con el 
  enemigo de toda la nación, con las tropas extranjeras que habían arruinado a 
  su patria. Quien no comprenda la inevitable dialéctica interna del 
  parlamentarismo y de la democracia burguesa, que lleva a solucionar la disputa 
  por la violencia de las masas de un modo todavía más tajante que en tiempos 
  anteriores, jamás podrá, basándose en ese parlamentarismo, realizar una 
  propaganda y agitación consecuente y de principio que prepare realmente a las 
  masas obreras para una participación victoriosa en tales "disputas". La 
  experiencia de las alianzas, acuerdos, bloques con el liberalismo 
  socialreformista en la Europa Occidental y con el reformismo liberal (kadetes) 
  en la revolución rusa, muestra de manera convincente que esos acuerdos, al 
  unir a los elementos combativos con los elementos menos capaces de luchar, con 
  los más vacilantes y traidores, sólo embotan la conciencia de las masas, y no 
  refuerzan, sino que debilitan la importancia real de su lucha. El 
  millerandismo francés -- la más grande experiencia de aplicación de la táctica 
  política revisionista en una escala de amplitud realmente nacional -- nos ha 
  ofrecido una valoración práctica del revisionismo que el proletariado del 
  mundo entero jamás olvidará. 
      El complemento natural de las tendencias económicas y políticas del 
  revisionismo era su actitud hacia la meta final del movimiento socialista. "El 
  objetivo final no es nada; el movimiento lo es todo": esta expresión 
  proverbial de Bernstein pone en evidencia la esencia del revisionismo mejor 
  que muchas largas disertaciones. Determinar su comportamiento caso por caso, 
  adaptarse a los acontecimientos del 
  
  día, a los virajes de las minucias políticas, olvidar los intereses cardinales 
  del proletariado y los rasgos fundamentales de todo el régimen capitalista, de 
  toda la evolución del capitalismo, sacrificar esos intereses cardinales en 
  aras de las ventajas verdaderas o supuestas del momento: ésta es la política 
  del revisionismo. Y de la esencia misma de esta política se deduce, con toda 
  evidencia, que puede adoptar formas infinitamente diversas y que cada problema 
  más o menos "nuevo", cada viraje más o menos inesperado e imprevisto de los 
  acontecimientos -- aunque sólo altere la línea fundamental del desarrollo en 
  proporciones mínimas y por el plazo más corto --, provocará siempre, sin 
  falta, una u otra variedad de revisionismo. 
      El carácter inevitable del revisionismo está determinado por sus raíces de 
  clase en la sociedad actual. El revisionismo es un fenómeno internacional. 
  Para ningún socialista que reflexione y tenga un mínimo de conocimientos puede 
  existir ni la más pequeña duda de que la relación entre ortodoxos y 
  bernsteinianos en Alemania, entre guesdistas y jauresistas[226] (ahora, en 
  particular, broussistas) en Francia, entre la Federación Socialdemócrata y el 
  Partido Laborista Independiente en Inglaterra, entre Brouckere y Vandervelde 
  en Bélgica, entre integralistas[227] y reformistas en Italia, entre 
  bolcheviques y mencheviques en Rusia es, en todas partes, en lo sustancial, 
  una y la misma pese a la inmensa diversidad de las condiciones nacionales y de 
  los factores históricos en la actual situación de todos esos países. En 
  realidad, la "división" en el movimiento socialista internacional de nuestra 
  época se produce ya, ahora, en los diversos países del mundo, esencialmente en 
  una misma línea, lo cual muestra el formidable paso adelante que se ha dado en 
  comparación con lo que ocurría hace 30 ó 40 años, cuando en los diversos 
  países 
  
  luchaban tendencias heterogéneas dentro del movimiento socialista 
  internacional único. Y ese "revisionismo de izquier da" que se perfila hoy en 
  los países latinos como "sindicalismo revolucionario"[228] se adapta también 
  al marxismo "enmendándolo": Labriola en Italia, Lagardelle en Francia, apelan 
  muy a menudo del Marx mal comprendido al Marx bien compreadido. 
      No podemos detenernos a examinar aquí el contenido ideológico de este 
  revisionismo, que dista mucho de estar tan desarrollado como el revisionismo 
  oportunista y que no se ha trasformado en internacional, ni afrontado una sola 
  batalla práctica importante con el partido socialista de ningún país. Por eso, 
  nos limitaremos al "revisionismo de derecha" descrito antes. 
      ¿En qué descansa su carácter inevitable en la sociedad capitalista? ¿Por 
  qué es más profundo que las diferencias de las particularidades nacionales y 
  el grado de desarrollo del capitalismo? Porque en todo país capitalista 
  existen siempre, al lado del proletariado, extensas capas de pequeña 
  burguesía, de pequeños propietarios. El capitalismo ha nacido y sigue 
  naciendo, constantemente, de la pequeña producción. Una serie de nuevas "capas 
  medias" son inevitablemente formadas, una y otra vez por el capitalismo 
  (apéndices de las fábricas, trabajo a domicilio, pequeños talleres diseminados 
  por todo el país para hacer frente a las exigencias de la gran industria, por 
  ejemplo de la industria de bicicletas y automóviles, etc.). Esos nuevos 
  pequeños productores son nuevamente arrojados, de modo no menos infalible, a 
  las filas del proletariado. Es muy natural que la concepción del mundo 
  pequeñoburguesa irrumpa una y otra vez en las filas de los grandes partidos 
  obreros. Es muy natural que así suceda, y así sucederá siempre hasta llegar a 
  la revolución proletaria, 
  
  pues sería un profundo error pensar que es necesario que la mayoría de la 
  población se proletarice "por completo" para que esa revolución sea posible. 
  La experiencia que hoy vivimos, a menudo sólo en el campo ideológico, es decir 
  las discusiones sobre las enmiendas teóricas a Marx; lo que hoy surge en la 
  práctica sólo en problemas aislados y parciales del movimiento obrero tales 
  como las diferencias tácticas con los revisionistas y la división que se 
  produce en base a ellas, todo ello lo experimentará en escala 
  incomparablemente mayor la clase obrera cuando la revolución proletaria 
  agudice todos los problemas en litigio, concentre todas las diferencias en los 
  puntos que tienen la importancia más inmediata para determinar la conducta de 
  las masas, y en el fragor del combate haga necesario separar los enemigos de 
  los amigos, echar a los malos aliados para asestar golpes decisivos al 
  enemigo. 
      La lucha ideológica, librada a fines del siglo XIX por el marxismo 
  revolucionario contra el revisionismo no es más que el preludio de los grandes 
  combates revolucionarios del proletariado que, pese a todas las vacilaciones y 
  debilidades de los filisteos, avanza hacia el triunfo completo de su causa. 










      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Lenin
      Apuntos sobre
      el texto abajo







  


  NOTAS 



    [223] El bakuninismo: corriente anarquista cuya denominación tiene origen en 
  M. A. Bakunin. El bakuninismo formuló la teoría de la "igualación" de las 
  clsses, consideró que la abolición del derecho de sucesión era punto inicial 
  de la revolución social y preconizó el abandono de todas las actividades 
  políticas de la clase obrera. La tesis fundamental del bakuninismo era la 
  negación de la dictadura del proletariado y de su partido, sostuvo que el 
  Estado era fuente de todo tipo de desgracias, por lo que debía ser abolido de 
  todas maneras. Y, finalmente, cayó en la anarquía. El bakuninismo era enemigo 
  encarnizado del marxismo. Bakunin y sus seguidores efectuaron en la I 
  Internacional actividades conspirativas escisionistas intentando en vano 
  usurpar la dirección del movimiento obrero internaeional. En 1872 Bakunin fue 
  expulsado de la I Internacional. 
      Marx y Engels condenaron severamente la teoría y la táctica de los 
  bakuninistas. Lenin calificó esa corriente como "la concepción del 
  pequeñoburgués que no tiene esperanza de salvarse". (V. I. Lenin, "En memoria 
  de Herzen", Obras Completas, t. XVIII.)    [] 
    [224] Neokantianos: partidarios de la corriente filosófica burguesa surgida 
  en Alemania en la segunda mitad del siglo XIX. Reproducía las tesis idealistas 
  más reaccionarias de la filosofía de Kant. Bajo la consigna de "retorno a 
  Kant", los neokantianos combatían el materialismo dialéctico e histórico, 
  trataban de conciliar la ciencia con la filosofía idealista de Kant, negaban 
  la "cosa en sí", rechazaban la admisión de ley objetiva de la sociedad. En la 
  socialdemocracia alemana, los neokantianos (E. Berns- 
  
  tein, C. Schmidt y otros) revisaron la filosofía de Marx, su teoria económica 
  y sus tesis sobre la lucha de clases y la dictadura del proletariado. En 
  Rusia, los partidarios del neokantismo fueron los "marxistas legales", los 
  eseristas y mencheviques.    [] 
    [225] Eugen Böhm-Bawerk fue un vulgar economista burgués austríaco, uno de 
  los representantes de la llamada "eseuela austríaca" en economía política. Se 
  oponia a la teoría marxista de la plusvalía, afirmaba que la gananeia surge 
  como diferencia entre la valoración subjetiva de los bienes actuales y la de 
  los futuros, y no como resultado de la explotación de los obreros por los 
  capitalistas. Encubriendo las contradicciones del capitalismo, trató de 
  distraer la atención de la clase obrera de la lucha revolucionaria.    [pág. 
  274] 
    [226] Jauresistas: partidarios del socialista francés J. Jaures, quien 
  conjuntamente con A. Millerand, formó en los años 90 del siglo XIX el grupo de 
  los "socialistas independientes", y eneabezó el ala derecha, reformista, del 
  movimiento socialista de Francia. Con el pretexto de una supuesta "libertad de 
  crítica", los jauresistas propugnaban la revisión de las tesis fundamentales 
  del marxismo y predicaban la colaboración de clase del proletariado con la 
  burguesía. En 1902 formaron el Partido Socialista Francés, de tendencia 
  reformista.    [] 
    [227] Los integralistas: partidarios de una corriente socialista 
  pequeñoburguesa en el movimiento obrero de Francia, Italia y Bélgica de fines 
  del siglo XIX. Ellos se pronunciaban porque el socialismo se apoyase no sólo 
  en la clase obrera, sino en "todos los que sufrían", sin distinción de clase, 
  defendían la paz entre las clases y combatían la lucha de clases. Los 
  representantes principales de los integralistas eran el francés Benoit Malon y 
  el italiano Enrico Ferri. En la década del 90, sobre una serie de problemas 
  lucharon los integralistas italianos contra los reformistas que ocupaban 
  posiciones oportunistas extremas y colaboraban con la burguesía reaccionaria.  
    [] 
    [228] Sindicalismo revolucionario: corriente semianarquista pequeñoburgue sa 
  aparecida en el movimiento obrero de varios países de Europa Occidental a 
  fines del siglo XIX. 
      Los sindicalistas negaban la nccesidad de la lucha política de la clase 
  obrera, el papel dirigente del partido y la dictadura del proletariado. 
  Consideraban que los sindicatos pueden, organizando la huelga general de los 
  obreros, derrocar el capitalismo sin revolución y tomar en sus manos la 
  dirección de la producción.    [] 




      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Lenin





    Source: geocities.com/textosmarxista