La tercera internacional y su lugar en la historia

V. I. Lenin
LA TERCERA INTERNACIONAL
Y SU LUGAR EN LA HISTORIA





  


   

  LA TERCERA INTERNACIONAL
  Y SU LUGAR EN LA HISTORIA




      Los imperialistas de los países de la "Entente" bloquean a Rusia, tratando 
  de aislar a la República Soviética, como foco contaminador, del mundo 
  capitalista. Estas gentes, que se jactan del "democratismo" de sus 
  instituciones, están tan cegadas por el odio a la República Soviética que no 
  advierten cómo ellos mismos hacen el ridículo. Figúrense ustedes: los países 
  más adelantados, más civilizados y "democráticos", armados hasta los dientes, 
  que tienen bajo dominio militar indiviso a todo el mundo, temen como al fuego 
  el contagio ideológico procedente de un país arruinado, hambriento, atrasado y 
  que, según ellos, ¡es incluso un país semisalvaje! 
      Esta sola contradicción abre ya los ojos a las masas trabajadoras de todos 
  los países y ayuda a desenmascarar la hipocresía de los imperialistas como 
  Clemenceau, Lloyd George, Wilson y sus gobiernos. 
      Pero a nosotros nos ayuda no sólo la ceguera que el odio a los Soviets 
  causa a los capitalistas, sino también las disensiones entre ellos, que les 
  llevan a ponerse zancadillas mutua- 
  
  mente. Han organizado entre sí una verdadera conspiración del silencio, 
  temiendo más que nada la difusión de noticias verídicas sobre la República 
  Soviética, en general, y de sus documentos oficiales, en particular. Sin 
  embargo, el órgano principal de la burguesía francesa, Le Temps [319], ha 
  publicado la noticia sobre la fundación, en Moscú, de la III Internacional, de 
  la Internacional Comunista. 
      Expresamos a este órgano principal de la burguesía francesa, a este 
  portavoz del chovinismo y del imperialismo francés, nuestro más respetuoso 
  agradecimiento. Estamos dispuestos a remitir a Le Temps un mensaje solemne 
  para manifestarle nuestro reconocimiento por la ayuda que nos presta de un 
  modo tan acertado y hábil. 
      La manera en que dicho periódico ha redactado su información, basándose en 
  nuestro comunicado por radio, muestra con claridad meridiana los motivos que 
  han guiado a este órgano del dinero. Quería disparar un dardo contra Wilson, 
  como para mortificarle, cuando decía: "¡Vea qué gentes son ésas con las que 
  usted admite que se entablen negociaciones!" Los sabihondos que escriben por 
  encargo de la gente adinerada no ven que su empeño de atemorizar a Wilson con 
  los bolcheviques se transforma, a los ojos de las masas trabajadoras, en una 
  propaganda a favor de los bolcheviques. Otra vez: ¡Nuestro más respetuoso 
  agradecimiento al órgano de los millonarios franceses! 
      La III Internacional fue fundada bajo una situación mundial en que ni las 
  prohibiciones ni los pequeños y mezquinos subterfugios de los imperialistas de 
  la "Entente" o de los lacayos del capitalismo, como Scheidemann en Alemania y 
  Renner en Austria, son capaces de impedir que entre la clase obrera del mundo 
  entero se difundan las noticias acerca de 
  
  esta Internacional y las simpatías que ella despierta. Esta situación ha sido 
  creada por la revolución proletaria, que, de un modo evidente, se está 
  incrementando en todas partes cada día, cada hora. Esta situación ha sido 
  creada por el movimiento soviético entre las masas trabajadoras, el cual ha 
  alcanzado ya una potencia tal que se ha convertido verdaderamente en un 
  movimiento internacional. 
      La I Internacional (1864-1872) echó los cimientos de la organización 
  internacional de los obreros para la preparación de su ofensiva revolucionaria 
  contra el capital. La II Internacional (1889-1914) ha sido una organización 
  internacional del movimiento proletario, cuyo crecimiento se realizaba en 
  amplitud, a costa de un descenso temporal del nivel revolucionario, en el 
  fortalecimiento temporal del oportunismo, que, en fin de cuentas, llevó a 
  dicha Internacional a una bancarrota ignominiosa. 
      De hecho, la III Internacional fue creada en 1918, cuando el largo proceso 
  de la lucha contra el oportunismo y el socialchovinismo condujo sobre todo 
  durante la guerra a la formación de partidos comunistas en una serie de 
  naciones. Formalmente, la III Internacional ha sido fundada en su I 
  Congreso[320], celebrado en marzo de 1919 en Moscú. Y el rasgo más 
  característico de esta Internacional, su misión, es cumplir, llevar a la 
  práctica los preceptos del marxismo y realizar los ideales seculares del 
  socialismo y del movimiento obrero. Este rasgo, el más característico de la 
  III Internacional, se ha revelado inmediatamente en que la nueva, la tercera 
  "Asociación Internacional de los Trabajadores" ha comenzado a coincidir, ya 
  desde ahora, en cierto grado, con la Unión de Repúblicas Socialistas 
  Soviéticas. 
      La I Internacional echó los cimientos de la lucha proletaria internacional 
  por el socialismo. 
  
      La II Internacional marcó la época de la preparación del terreno para una 
  amplia extensión del movimiento entre las masas en una serie de países. 
      La III Internacional ha recogido los frutos del trabajo de la II 
  Internacional, ha amputado la parte corrompida, oportunista, socialchovinista, 
  burguesa y pequeñoburguesa y ha comenzado a implantar la dictadura del 
  proletariado. 
      La alianza internacional de los partidos que dirigen el movimiento más 
  revolucionario del mundo, el movimiento del proletariado para el derrocamiento 
  del yugo del capital, cuenta ahora con una base más sólida que nunca: varias 
  Repúblicas Soviéticas, que convierten en realidad, en escala internacional, la 
  dictadura del proletariado, la victoria de éste sobre el capitalismo. 
      La importancia histórica universal de la III Internacional, la 
  Internacional Comunista, reside en que ha comenzado a llevar a la práctica la 
  consigna más importante de Marx, la consigna que resume el desarrollo secular 
  del socialismo y del movimiento obrero, la consigna expresada en este 
  concepto: dictadura del proletariado. 
      Esta previsión genial, esta teoría genial se está transformando en 
  realidad. 
      Estas palabras latinas están traducidas actualmente a los idiomas de todos 
  los pueblos de la Europa contemporánea más aún, a todos los idiomas del mundo. 

      Ha comenzado una nueva época en la historia universal. 
      La humanidad se sacude la última forma de esclavitud: la esclavitud 
  capitalista, o sea, la esclavitud asalariada. 
      Al liberarse de la esclavitud, la humanidad adquiere por vez primera la 
  verdadera libertad. 
      ¿Cómo ha podido suceder que haya sido precisamente uno 
  
  de los países más attasados de Europa el primero en implantar la dictadura del 
  proletariado, en organizar la República Soviética? Quizá no nos equivoquemos 
  si afirmamos que precisamente esta contradicción entre el atraso de Rusia y su 
  "salto" a la forma más elevada de democracia, a la democracia soviética o 
  proletaria, por encima de la democracia burguesa; que precisamente esta 
  contradicción ha sido una de las causas (además del peso de las costumbres 
  oportunistas y de los prejuicios filisteos sobre la mayoría de los jefes del 
  socialismo) que hizo particularmente difícil o retardó la comprensión del 
  papel de los Soviets en Occidente. 
      Las masas obreras del mundo entero percibieron instintivamente el 
  significado de los Soviets como arma de lucha del proletariado y como forma 
  del Estado proletario. Pero los "líderes", corrompidos por el oportunismo, 
  seguían y siguen rindiendo culto a la democracia burguesa, calificándola de 
  "democracia" en general. 
      ¿Es acaso sorprendente que la implantación de la dictadura del 
  proletariado haya mostrado, ante todo, la "contradicción" entre el atraso de 
  Rusia y su "salto" por encima de la democracia burguesa? Cabría extrañarse si 
  la historia nos brindara la posibilidad de implantar una nueva forma de 
  democracia s i n  una serie de contradicciones. 
      Cualquier marxista, iucluso todo hombre familiarizado con la ciencia 
  moderna en general, al que preguntáramos si es posible el paso uniforme, 
  armónicamente proporcional de los diversos países capitalistas a la dictadura 
  del proletariado, nos respondería, sin duda, negativamente. En el mundo del 
  capitalismo no hubo ni pudo haber jamás nada uniforme, ni armónico, ni 
  proporcional. Cada país ha ido desarrollando con particular relieve uno u otro 
  aspecto o rasgo, o todo un 
  
  grupo de rasgos, inherentes al capitalismo y al movimiento obrero. El proceso 
  de desarrollo ha tenido lugar en forma desigual. 
      Cuando Francia llevó a cabo su gran revolución burguesa, despertando a 
  todo el continente europeo a una vida histórica nueva, Inglaterra, aunque 
  estaba mucho más desarrollada que Francia en el sentido capitalista, se puso a 
  la cabeza de la coalición contrarrevolucionaria. Pero el movimiento obrero 
  inglés de aquella época anticipó ya, genialmente, muchos de los aspectos del 
  futuro marxismo. 
      Cuando Inglaterra dio al mundo el primer movimiento proletario y 
  revolucionario, movimiento amplio, verdaderamente de masas y políticamente 
  formado, el cartismo, en el continente europeo se desarrollaban revoluciones 
  burguesas, en su mayoría débiles, mientras que en Francia estalló la primera 
  gran guerra civil entre el proletariado y la burguesía. La burguesía derrotó a 
  los diversos destacamentos nacionales del proletariado por separado y de 
  manera distinta en los diferentes países. 
      Inglaterra constituyó el modelo de país en el que, según expresión de 
  Engels, la burguesía, junto con la aristocracia aburguesada, había creado la 
  élite más aburguesada del proletariado[321]. Este país capitalista adelantado 
  resultó estar atrasado en varios decenios en el sentido de la lucha 
  revolucionaria del proletariado. Francia parecía haber agotado las fuerzas del 
  proletariado en las dos heroicas insurrecciones de la clase obrera contra la 
  burguesía en 1848 y 1871, insurrecciones que fueron una aportación valiosísima 
  en el sentido histórico universal. Luego, desde los años 70 del siglo XIX, la 
  hegemonía del movimiento obrero en la Internacional pasó a Alemania, cuando 
  este país marchaba económicamente a la 
  
  zaga de Inglaterra y Francia. Y cuando Alemania sobrepasó económicamente a 
  estos dos países, esto es, en el segundo decenio del siglo XX, a la cabeza del 
  partido obrero marxista de Alemania, que servía de modelo universal, se 
  encontraba un puñado de canallas declarados, desde Scheidemann y Noske hasta 
  David y Legien, inmunda patulea vendida a los capitalistas, los verdugos más 
  repugnantes salidos de la clase obrera al servicio de la monarquía y de la 
  burguesía contrarrevolucionaria. 
      La historia mundial conduce indefectiblemente a la dictadura del 
  proletariado. Pero no lo hace, ni mucho menos, por caminos lisos, llanos y 
  rectos. 
      Cuando Carlos Kautsky era todavía marxista, y no el renegado del marxismo 
  en que se ha convertido al luchar por la unidad con los Scheidemann y por la 
  democracia burguesa contra la democracia soviética o proletaria, escribió a 
  principios del siglo XX un artículo titulado Los eslavos y la revolución. En 
  este artículo exponía las condiciones históricas que marcaban la posibilidad 
  del paso de la hegemonía en el movimiento revolucionario mundial a los 
  eslavos. 
      Y asi sucedió en realidad. Temporalmente -- se sobrentiende que sólo por 
  un breve periodo de tiempo --, la hegemonía en la Internacional revolucionaria 
  del proletariado pasó a los rusos, tal como pasó, en diversos periodos del 
  siglo XIX, a los ingleses, luego a los franceses y más tarde a los alemanes. 
      He tenido ocasión de decir reiteradas veces: en comparación con los países 
  adelantados, a los rusos les ha sido más fácil comenzar la gran revolución 
  proletaria, pero les será más dificil continuarla y llevarla hasta el triunfo 
  definitivo, en el sentido de la organización completa de la sociedad 
  socialista. 
  
      Nos fue más fácil comenzar, en primer lugar, porque el inusual -- para la 
  Europa del siglo XX -- atraso politico de la monarquía zarista originaba un 
  empuje revolucionario de las masas de una fuerza excepcional. Segundo, porque 
  el atraso de Rusia hizo coincidir de un modo peculiar la revolución proletaria 
  contra la burguesía con la revolución campesina contra los terratenientes. De 
  ahí partimos en octubre de 1917 y no hubiéramos vencido entonces con tanta 
  facilidad de no haber partido de ahí. Ya en 1856, Marx, al referirse a Prusia, 
  indicaba la posibilidad de una combinación peculiar de la revolución 
  proletaria con una guerra campesina[322]. Los bolcheviques, desde el comienzo 
  de 1905, abogaban por la idea de la dictadura revolucionario-democrática del 
  proletariado y de los campesinos. Tercero, la revolución de 1905 contribuyó 
  muchisimo a la educación política de las masas obreras y campesinas, tanto en 
  el sentido de familiarizar a su vanguardia con la "última palabra" del 
  socialismo en Occidente, como en el sentido de la acción revolucionaria de las 
  masas. Sin este "ensayo general" de 1905, las revoluciones de 1917, tanto la 
  burguesa de febrero como la proletaria de Octubre, habrían sido imposibles. 
  Cuarto, las condiciones geográficas de Rusia le permitieron sostenerse más 
  tiempo que otros países frente a la superioridad militar de los países 
  capitalistas adelantados. Quinto, la actitud peculiar del proletariado ante 
  los campesinos facilitaba la transición de la revolución burguesa a la 
  revolución socialista, facilitaba la influencia de los proletarios de la 
  ciudad sobre las capas semiproletarias, más pobres de los trabajadores del 
  campo. Sexto, la larga escuela de lucha huelguistica y la experiencia del 
  movimiento obrero de masas de Europa facilitaron el surgimiento, en una 
  situación revolucionaria que se exacerbaba profunda y rápidamente, de una 
  
  forma tan peculiar de organización revolucionaria del proletariado como son 
  los Soviets. 
      Esta enumeración, claro está, no es completa. Pero, por ahora, podemos 
  limitarnos a ella. 
      La democracia soviética o proletaria ha nacido en Rusia. En comparación 
  con la Comuna de París, se ha dado el segundo paso de importancia histórica 
  universal. La República Soviética Proletaria y Campesina ha resultado ser la 
  primera república socialista sólida en el mundo. Esta República no puede ya 
  morir como nuevo tipo de Estado. Esta República ya no está sola en el mundo. 
      Para continuar la obra de la construcción del socialismo, para llevarla a 
  cabo, aún hace falta mucho, muchísimo. Las Repúblicas Soviéticas de los países 
  más cultos, donde el proletariado goza de mayor peso e influencia, cuentan con 
  todas las probabilidades de sobrepasar a Rusia, si es que emprenden el camino 
  de la dictadura del proletariado. 
      La II Internacional en bancarrota cstá agonizando y se pudre en vida. De 
  hecho, desempeña el papel de lacayo de la burguesía internacional. Es una 
  verdadera Internacional amarilla. Sus jefes ideológicos más destacados, como 
  Kautsky, cantan loas a la democracia burguesa, calificándola de "democracia'' 
  en general o -- lo que es más necio y burdo todavía -- de "democracia pura". 
      La democracia burguesa ha caducado, lo mismo que la II Internacional, 
  aunque cumplía un trabajo históricamente nece sario y útil, cuando estaba 
  planteada al orden del día la obra de preparar a las masas obreras en los 
  marcos de esta democracia burguesa. 
      La república burguesa más democrática ha sido siempre, y no podía ser otra 
  cosa que una máquina para la opresión de los trabajadores por el capital, un 
  instrumento del Poder 
  
  político del capital, la dictadura de la burguesía. La república democrática 
  burguesa prometía el Poder a la mayoría, lo proclamaba, pero jamás pudo 
  realizarlo, ya que existía la propiedad privada de la tierra y demás medios de 
  producción. 
      La "libertad" en la república democrática burguesa era, de hecho, la 
  libertad para los ricos. Los proletarios y los campesinos trabajadores podían 
  y debían aprovecharla con objeto de preparar sus fuerzas para derrocar el 
  capital, para vencer a la democracia burguesa; pero, de hecho, las masas 
  trabajadoras, como regla general, no podían gozar de la democracia bajo el 
  capitalismo. 
      Por vez primera en el mundo, la democracia soviética o proletaria ha 
  creado una democracia para las masas, para los trabajadores, para los obreros 
  y los pequeños campesinos. 
      Jamás ha existido en el mundo un poder estatal ejercido por la mayoría de 
  la población, un poder efectivamente de esta mayoría, como lo es el Poder 
  soviético. 
      Este reprime la "libertad" de los explotadores y de sus auxiliares, les 
  priva de la "libertad" de explotar, de la "libertad" de enriquecerse a costa 
  del hambre, de la "libertad" de luchar por la restauración del Poder del 
  capital, de la "libertad" de confabularse con la burguesía extranjera contra 
  los obreros y campesinos de su patria. 
      Que los Kautsky defiendan semejante libertad. Para ello hay que ser un 
  renegado del marxismo, un renegado del sociálismo. 
      La bancarrota de los jefes ideológicos de la II Internacional, como 
  Hilferding y Kautsky, en ninguna otra cosa se ha manifestado con tanta 
  evidencia como en su total incapacidad de comprender la significación de la 
  democracia soviética o proletaria, su relación con la Comuna de París, su 
  lugar en 
  
  la historia, su necesidad como forma de díctadura del proletariado. 
      El periódico Die Freiheit ("La Libertad")[323], órgano de prensa de la 
  socialdemocracia alemana "independiente" (léase: mezquina, filistea, 
  pequeñoburguesa), publica en su Nƒ 74, del 11 de febrero de 1919, un 
  llamamiento titulado "Al proletariado revolucionario de Alemania". 
      Este llamamiento está firmado por la dirección de dicho partido y por toda 
  su minoría de la "Asamblea Nacional", la "Constituyente" alemana. 
      En él se acusa a los Scheidemann de tener la intención de eliminar los 
  Soviets y propone -- ¡no se rían! -- combinar los Soviets con la 
  Constituyente, conferir a los Soviets ciertos derechos estatales, un 
  determinado lugar en la Constitución. 
      ¡Conciliar, unir la dictadura de la burguesía con la dictadura del 
  proletariado! ¡Qué sencillo! ¡Qué idea filistea más genial! 
      Sólo es de lamentar que la hayan experimentado ya bajo Kerenski, en Rusia, 
  los mencheviques y eseristas unidos, esos demócratas pequeñoburgueses que se 
  creen socialistas. 
      Quien, al leer a Marx, no haya comprendido que en la sociedad capitalista, 
  en cada situación grave, en cada importante conflicto de clases, sólo es 
  posible la dictadura de la burguesía o la dictadura del proletariado, no ha 
  comprendido nada de la doctrina económica ni de la doctrina política de Marx. 
      Pero la idea genialmente filistea de Hilferding, Kautsky y Cía. de unir de 
  un modo pacifico la dictadura de la burguesía con la dictadura del 
  proletariado exige un análisis especial, siempre que se quiera analizar a 
  fondo los absurdos económicos y políticos acumulados en este notabilisimo y 
  ridiculísimo 
  
  llamamiento del 11 de febrero. Habrá que aplazarlo, pues, para otro artículo*. 


  Moscú, 15 de abril de 1919. 






   
   



      * Véase V. I. Lenin, "Los héroes de la Internacional Berna", Obras 
  Completas, t. XXIX. 




      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Lenin
      Apuntos sobre
      el texto abajo







  


  NOTAS 



    [319] Le Temps, diario aparecido en París de 1861 a 1942; representaba los 
  intereses del círculo gobernante francés y fue, en realidad, el órgano oficial 
  del Ministerio de los Asuntos Exteriores.    [] 
    [320] El I Congreso de la Internacional Comunista se realizó en Moscú entre 
  el 2 y el 6 de marzo de 1919; participaron 52 delegados, de 30 países: 34 con 
  voz y voto y 18 con voz. El Congreso fue dirigido directamente por Lenin. 
      El informe de Lenin, sobre el problema principal de la orden del día, la 
  democracia burguesa y la dictadura del proletariado, fue presentado en la 
  sesión diurna del 4 de marzo. El Congreso aprobó, sin discusiones por 
  unanimidad, las tesis de Lenin y resolvió trasmitirlas al Buró del Comité 
  Ejecutivo de la Internacional Comunista encargándolo de darles la mayor 
  difusión posible; ratificó, además, una resolución propuesta por Lenin como 
  complemento de las tesis. 
      Por iniciativa de Lenin se aprobó unánimemente una resolución respecto a 
  la disolución del grupo de Zimmerwald. El Congreso ratificó la plataforma de 
  la Internacional Comunista y aprobó un manifiesto en el que llamaba a los 
  proletarios de todo el mundo a luchar por la conquista del Poder y por la 
  dictadura del proletariado; decidió además crear dos órganos dirigentes: el 
  Comité Ejecutivo y el Buró, elegido por éste, compuesto por cinco miembros.    
  [] 
    [321] Véase la carta de F. Engels a C. Marx de 7 de octubre de 1858.    
  [] 
    [322] Véase la carta de C. Marx a F. Engels fechada 16 de abril de 1856.    
  [] 
    [323] Die Freiheit ("La Libertad"): órgano diario del Partido Independiente 
  Centrista Socialdemócrata Alemán; apareció en Berlín desde noviembre de 1918 
  hasta octubre de 1922.    [] 




      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Lenin





    Source: geocities.com/textosmarxista