El derecho de las naciones a la autodeterminación

V. I. Lenin
LA REVOLUCION SOCIALISTA Y
EL DERECHO DE LAS NACIONES
A LA AUTODETERMINACION

(TESIS) 




 I N D I C E 

      LA REVOLUCION SOCIALISTA Y EL DERECHO DE LAS
        NACIONES A LA AUTODETERMINACION (Tesis)

      1

        1.
       
      El imperialismo, el socialismo y la liberación de las
      naciones oprimidas

      1

      2.
      La revolución socialista y la lucha por la democracia
      2

      3.
       
      El significado del derecho a la autodeterminación y su
      relación con la federación

      5

      4.
       
      El enfoque revolucionario del proletariado frente al
      problema de la autodeterminación de las naciones

      7

      5.
      Marxismo y proudhonismo en el problema nacional
      9

      6.
       
      Tres tipos de paises, en lo que se refiere a la auto-
      determinación de las naciones

      11

      7.
       
      El socialchovinismo y la autodeterminación de las naciones

      13

      8.
       
      Las tareas concretas del proletariado en un futuro inmediato

      14

      9.
       
       
      Actitud de la socialdemocracia rusa y polaca, y de la
      II Internacional frente a la autodeterminación de las
      naciones

       
      16

      NOTAS





  


   

  LA REVOLUCION SOCIALISTA Y
  EL DERECHO DE LAS NACIONES
  A LA AUTODETERMINACION
  (TESIS) 

  1. El imperialismo, el socialismo y la liberación de las naciones oprimidas 
      El imperialismo es la fase superior del desarrollo del capitalismo. En los 
  países adelantados, el capital sobrepasó los marcos de los Estados nacionales 
  y colocó al monopolio en el lugar de la competencia, creando todas las 
  premisas objetivas para la realización del socialismo. Por eso, en Europa 
  occidental y en Estados Unidos se plantea en la orden del día la lucha 
  revolucionaria del proletariado por el derrocamiento de los gobiernos 
  capitalistas y por la expropiación de la burguesia. El imperialismo empuja a 
  las masas hacia esta lucha al agudizar en grado enorme las contradicciones de 
  clase, al empeorar la situación de las masas, tanto en el sentido económico -- 
  trusts, carestía -- como en el político: ascenso del militarismo, mayor 
  frecuencia de las guerras, recrudecimiento de la reacción, 
  
  afianzamiento y ampliación de la opresión nacional y de la rapiña 
  colonialista. El socialismo victorioso debe necesariamente realizar la 
  democracia total; por consiguiente, no sólo tiene que poner en práctica la 
  absoluta igualdad de derechos entre las naciones, sino también realizar el 
  derecho de las naciones oprimidas a su autodeterminación, es decir, el derecho 
  a la libre separación política. Los partidos socialistas que no demostraran en 
  toda su actividad, ahora, durante la revolución, como luego de su victoria, 
  ser capaces de liberar a las naciones avasalladas y construir las relaciones 
  con las mismas sobre la base de una unión libre -- y una unión libre, sin 
  libertad de separación, es una frase mentirosa --, esos partidos cometerían 
  una traición al socialismo. 
      Desde luego, la democracia también es una forma de Estado que deberá 
  desaparecer cuando desaparezca el Estado, pero eso sólo ocurrirá cuando se 
  produzca la transición del socialismo, definitivamente victorioso y 
  consolidado, al comunismo integral. 


  2. La revolución socialista y la lucha
  por la democracia 
      La revolución socialista no es un acto único, ni una batalla en un frente 
  aislado, sino toda una época de agudos conflictos de clases, una larga serie 
  de batallas en todos los frentes, es decir, en todos los problemas de la 
  economía y de la política, batallas que sólo pueden culminar con la 
  expropiación de la burguesía. Sería por completo erróneo pensar que la lucha 
  por la democracia pueda distraer al proletariado de la revolución socialista, 
  o relegarla, posponerla, etc. Por el contrario, así como es imposible un 
  socialismo victorioso que no realizara 
  
  la democracia total, así no puede prepararse para la victoria sobre la 
  burguesía un proletariado que no libre una lucha revolucionaria general y 
  consecuente por la democracia. 
      No menos erróneo sería eliminar uno de los puntos del programa 
  democrático, por ejemplo, el derecho de las naciones a su autodeterminación, 
  fundándose en que es aparentemente "irrealizable" o "ilusorio" bajo el 
  imperialismo. La afirmación de que el derecho de las naciones a la 
  autodeterminación es irrealizable dentro de los límites del capitalismo puede 
  interpretarse en un sentido absoluto, económico, o en un sentido condicional, 
  político. 
      En el primer caso, esta afirmación es radicalmente errónea desde el punto 
  de vista teórico. En primer lugar, en este sentido son irrealizables, bajo el 
  capitalismo, por ejemplo, la moneda-trabajo o la supresión de las crisis, etc. 
  Pero es en todo sentido inexacto que la autodeterminación de las naciones sea 
  igualmente irrealizable. En segundo lugar, el solo ejemplo de haberse separado 
  Noruega de Suecia en 1905 basta para refutar la "irrealizabilidad" en ese 
  sentido. En tercer lugar, sería ridículo negar que con una pequeña 
  modificación en las relaciones mutuas, políticas y estratégicas, entre 
  Alemania e Inglaterra, por ejemplo, hoy o mañana podría ser perfectamente 
  "realizable" la formación de un nuevo Estado polaco, hindú, etc. En cuarto 
  lugar, el capital financiero, en su tendencia a la expansión, puede 
  "libremente" comprar y sobornar al más libre gobierno democrático y 
  republicano, y a los funcionarios electos de cualquier país, aunque fuera 
  "independiente". El dominio del capital financiero, lo mismo que del capital 
  en general, no puede ser eliminado con ninguna trasformación en la esfera de 
  la democracia política, y la autodeterminación per tenece entera y 
  exclusivamente a esta esfera. Pero el dominio del capital financiero no 
  destruye en absoluto la significación 
  
  de la democracia política como la forma más libre, más amplia y más clara de 
  la opresión clasista y de la lucha de clases. Por lo tanto, toda argumentación 
  sobre lo "irrealizable", en el sentido económico, de una de las 
  reivindicaciones de la democracia política bajo el capitalismo, no es más que 
  una definición teóricamente inexacta de las relaciones generales y básicas 
  entre el capitalismo y la democracia política en general. 
      En el segundo caso, esta afirmación es incompleta e inexacta. Pues no sólo 
  el derecho de las naciones a la autodeterminación, sino todas las 
  reivindicaciones fundamentales de la democracia política son "realizables" 
  bajo el imperialismo sólo en forma incompleta, deformada y como rara excepción 
  (por ejemplo, cuando Noruega se separó de Suecia en 1905). La reivindicación 
  de inmediata liberación de las colonias, que formulan todos los 
  socialdemócratas revolucionarios, es también "irrealizable" bajo el 
  capitalismo sin una serie de revoluciones. Pero lo que se infiere de ello no 
  es en modo alguno la renuncia de la socialdemocracia a la lucha inmediata y 
  decidida por todas estas reivindicaciones -- tal renuncia hubiera sido sólo 
  ventajosa para la burguesía y la reacción --, sino justamente lo contrario, la 
  necesidad de formular y poner en práctica estas demandas, no a la manera 
  reformista, sino al modo revolucionario; no dejarse constreñir por los marcos 
  de la legalidad burguesa, sino romperlos; no sentirse satisfechos con las 
  intervenciones parlamentarias y las protestas verbales, sino atraer a las 
  masas a la lucha activa, ampliando y avivando la lucha por toda demanda 
  democrática fundamental, hasta el directo ataque del proletariado contra la 
  burguesía, es decir, hasta la revolución socialista que expropia a la 
  burguesía. La revolución socialista puede estallar, no solamente a raíz de una 
  gran huelga, o una manifestación callejera, o un motín de ham- 
  
  brientos, o una insurrección militar, o un levantamiento colonial, sino 
  también a consecuencia de cualquier crisis política, como por ejemplo el caso 
  Dreyfus[1], o el incidente de Saverne[2], o de un referéndum con motivo de la 
  separación de una nación oprimida, etc. 
      El recrudecimiento de la opresión nacional bajo el imperialismo exige a la 
  socialdemocracia, no que renuncie a la lucha -- "utópica", al decir de la 
  burguesía -- por la libertad de separación de las naciones, sino, por el 
  contrario, que utilice más intensamente los conflictos que surgen también en 
  este terreno, como motivo para la acción de las masas y para los actos 
  revolucionarios contra la burguesía. 


  3. El significado del derecho a la autodeterminación
  y su relación con la federación 
      El derecho de las naciones a la autodeterminación significa exclusivamente 
  su derecho a la independencia en el sentido político, el derecho a la libre 
  separación política respecto de la nación que la oprime. En términos 
  concretos, esta reivindicación de la democracia política significa una 
  libertad total de propaganda por la separación, y la solución de ese problema 
  mediante un referéndum en la nación que se separa. De modo que esta 
  reivindicación no equivale en absoluto a la de separación, fragmentación y 
  formación de pequeños Estados. Significa sólo una manifestación consecuente de 
  lucha contra toda opresión nacional. Cuanto más próximo el régimen democrático 
  de un Estado a la plena libertad de separación, tanto más infrecuentes y 
  débiles serán en la práctica las tendencias a la separación, pues las ventajas 
  de los Estados grandes son indu- 
  
  dables, tanto desde el punto de vista del progreso económico como de los 
  intereses de las masas, y además estas ventajas aumentan continuamente con el 
  crecimiento del capitalismo. El reconocimiento de la autodeterminación no es 
  equivalente al reconocimiento de la federación como principio. Se puede ser un 
  decidido adversario de dicho principio y partidario del centralismo 
  democrático, pero preferir la federación a la desigualdad nacional, como único 
  camino hacia el centralismo democrático total. Precisamente desde este punto 
  de vista, Marx, siendo centralista, prefería incluso la federación de Irlanda 
  e Inglaterra, antes que la sumisión forzada de Irlanda a los ingleses.[3] 
      El objetivo del socialismo no es sólo eliminar el fraccionamiento de la 
  humanidad en pequeños Estados y todo aislamiento de las naciones, no es sólo 
  el acercamiento mutuo de las naciones, sino también la fusión de éstas. Y para 
  lograr esta finalidad debemos, por una parte, explicar a las masas la 
  naturaleza reaccionaria de la idea de Renner y O. Bauer sobre la así llamada 
  "autonomía cultural nacional"[4] y, por otra parte, exigir la liberación de 
  las naciones oprimidas, no en difusas frases generales, no en declamaciones 
  desprovistas de contenido, no "postergando" el problema hasta el socialismo, 
  sino en un programa político formulado con claridad y precisión, que tenga en 
  cuenta muy especialmente la hipocresía y cobardía de los socialistas en las 
  naciones opresoras. Del mismo modo que la humanidad puede llegar a la 
  supresión de clases sólo a través del período de transición de la dictadura de 
  la clase oprimida, así también puede llegar a la inevitable fusión de las 
  naciones sólo a través del período de transición de la total liberación de 
  todas las naciones oprimidas, es decir, de su libertad de separación. 


  4. El enfoque revolucionario del proletariado
  frente al problema de la autodeterminación
  de las naciones 
      No sólo la reivindicación de la autodeterminación de las naciones, sino 
  todos los puntos de nuestro programa mínimo democrático fueron planteados 
  anteriormente, ya en los siglos XVII y XVIII, por la pequeña burguesía. Y 
  hasta estos momentos, la pequeña burguesía sigue planteándolos todos, en forma 
  utópica, sin advertir la lucha de clases, sin ver que esta lucha se aviva bajo 
  la democracia, y creyendo en el capitalismo "pacífico". Precisamente así es la 
  utopía de una pacífica unión de naciones equiparadas en derechos bajo el 
  imperialismo, utopía que engaña al pueblo y que los kautskianos defienden. En 
  oposición a esta utopía pequeñoburguesa, oportunista, el programa de la 
  socialdemocracia debe postular la división de las naciones en opresoras y 
  oprimidas, como un hecho esencial, fundamental e inevitable bajo el 
  imperialismo. 
      El proletariado de las naciones opresoras no puede limitarse a pronunciar 
  frases generales, estereotipadas, contra las anexiones y por la igualdad de 
  derechos de las naciones en general, frases que cualquier burgués pacifista 
  repite. El proletariado no puede silenciar el problema, particularmente 
  "desagradable" para la burguesía imperialista, relativo a las fronteras de un 
  Estado basado en la opresión nacional. El proletariado no puede dejar de 
  luchar contra el mantenimiento por la fuerza de las naciones oprimidas dentro 
  de las fronteras de un Estado determinado, y eso equivale justamente a luchar 
  por el derecho a la autodeterminación. Debe exigir la libertad de separación 
  política de las colonias y naciones que "su" nación oprime. En caso contrario, 
  el internacionalismo del proletariado sería 
  
  vacío y de palabra; ni la confianza, ni la solidaridad de clase entre los 
  obreros de la nación oprimida y la opresora serían posibles; quedaría sin 
  desenmascarar la hipocresía de los defensores reformistas y kautskianos de la 
  autodeterminación, quienes nada dicen de las naciones que "su propia" nación 
  oprime y retiene por la fuerza en "su propio" Estado. 
      Por otra parte, los socialistas de las naciones oprimidas de ben defender 
  y poner en práctica con especial ahínco la unidad completa e incondicional, 
  incluyendo en ello la unidad organizativa, de los obreros de la nación 
  oprimida con los de la nación opresora. Sin eso no es posible defender la 
  política independiente del proletariado y su solidaridad de clase con el 
  proletariado de otros países, en vista de todos los engaños, traiciones y 
  fraudes de la burguesía. Pues la burguesía de las naciones oprimidas siempre 
  trasforma las consignas de liberación nacional en engaño a los obreros: en la 
  política interna utiliza estas consignas para los acuerdos reaccionarios con 
  la burguesía de las naciones dominadoras (por ejemplo, los polacos de Austria 
  y Rusia, que entran en componendas con la reacción para oprimir a los judíos y 
  ucranianos); en política exterior, trata de concertar negociaciones con una de 
  las potencias imperialistas rivales, para realizar sus fines de rapiña (la 
  política de los pequeños países de los Balcanes, etc.). 
      La circunstancia de que la lucha por la libertad nacional contra una 
  potencia imperialista pueda ser apróvechada, en determinadas condiciones, por 
  otra "gran" potencia en beneficio de sus finalidades, igualmente 
  imperialistas, no puede obligar a la socialdemocracia a renunciar al 
  reconocimiento del derecho de las naciones a la autodeterminación, así como 
  tampoco los múltiples casos en que la burguesía utiliza las consignas 
  republicanas con fines de engaño político y rapiña financiera, como por 
  ejemplo en los países románicos, pueden 
  
  obligar a los socialdemócratas a renunciar a su republicanismo.[*] 


  5. Marxismo y proudhonismo en el
  problema nacional 
      En contraposición a los demócratas pequeñoburgueses, Marx veía en todas 
  las reivindicaciones democráticas sin excepción, no un hecho absoluto, sino la 
  expresión histórica de la lucha en las masas populares, dirigidas por la 
  burguesía, contra el feudalismo. No hay una sola de estas reivindicaciones que 
  no pudiera servir, y que no haya servido en ciertas circunstancias, de 
  instrumento de engaño de los obreros por parte de la burguesía. Destacar en 
  este sentido una de las reivindicaciones de la democracia política, o sea, la 
  autodeterminación de las naciones, para contraponerla a las demás, es 
  radicalmente falso desde el punto de vista teórico. En la práctica, el 
  proletariado sólo puede conservar su independencia subordinando su lucha por 
  todas las reivindicaciones democráticas, sin excluir la re- 


      * No es necesario decir que sería completamente ridículo rechazar el 
  derecho a la autodeterminación a causa de que del mismo dimana, al parecer, 
  "la defensa de la patria". Con igual razón -- o sea, con igual falta de 
  seriedad -- se remiten los socialchovinistas en 1914-1916 a cualquier 
  reivindicación de la democracia (por ejemplo, su republicanismo) y a cualquier 
  fórmula de lucha contra la opresión nacional, para justificar "la defensa de 
  la patria". El marxismo deduce la aceptación de la defensa de la patria en las 
  guerras, por ejemplo, en las de la Gran Revolución Francesa, o en las guerras 
  de Garibaldi en Europa, y también la negación de la defensa de la patria en la 
  guerra imperialista de 1914-1916, del análisis de las concretas 
  particularidades históricas de cada guerra, y de ningún modo de algún 
  "principio general", o de un punto cualquiera del programa. 
  
  pública, a su lucha revolucionaria por el derrocamiento de la burguesía. 
      Por otra parte, en contraposición a los proudhonianos, que "negaban" el 
  problema nacional "en nombre de la revolución social", Marx, teniendo en vista 
  más que nada los intereses de la lucha de clase del proletariado de los países 
  adelantados, destacaba en un primer plano el principio fundamental del 
  internacionalismo y del socialismo: no puede ser libre un pueblo que oprime a 
  otros pueblos[5]. Precisamente desde el punto de vista de los intereses del 
  movimiento revolucionario de los obreros alemanes, Marx exigía en 1848 que la 
  democracia victoriosa de Alemania proclamara y realizara la libertad de los 
  pueblos oprimidos por los alemanes[6]. Precisamente desde el punto de vista de 
  la lucha revolucionaria de los obreros ingleses, Marx exigía en 1869 que se 
  separara Irlanda de Inglaterra, añadiendo: "aun si después de la separación se 
  llegase a la federación"[7]. Sólo formulando esta reivindicación educaba Marx 
  realmente a los obreros ingleses en un espíritu internacionalista. Sólo así 
  pudo oponer la solución revolucionaria de ese problema histórico a los 
  oportunistas y al reformismo burgués, que hasta los momentos actuales, medio 
  siglo más tarde, todavía no realizó la "reforma" irlandesa. Sólo así pudo Marx 
  defender -- en contraposición a los apologistas del capital, que vociferan 
  sobre el carácter utópico e irrealizable de la libertad de separación de las 
  pequeñas naciones y sobre lo progresista de la concentración, no solamente 
  económica, sino también política -- el carácter progresista de esta 
  concentración cumplida de una manera no imperialista, y defender el 
  acercamiento mutuo de las naciones, no sobre una base de fuerza, sino sobre la 
  base de la libre unión de los proletarios de todos los países. Sólo así pudo 
  Marx contraponer al reconocimiento retórico y a menudo hipócrita de la 
  igualdad de 
  
  derechos y de la autodeterminación de las naciones, la acción revolucionaria 
  de las masas también para la solución de los problemas nacionales. La guerra 
  imperialista de 1914-1916 y los establos de Augías de la hipocresía 
  oportunista y kautskiana, que esta guerra puso de manifiesto, confirmaron 
  palpablemente la justeza de la política de Marx, que debe convertirse en 
  ejemplo para todos los países adelantados, pues en la actualidad cada uno de 
  ellos oprime a otras naciones.[*] 


  6. Tres tipos de paises, en lo que se refiere a la
  autodeterminación de las naciones 
      En este aspecto es necesario distinguir tres tipos principales de países: 
      En primer lugar, los países capitalistas adelantados de Europa occidental 
  y Estados Unidos. Los movimientos nacionales burgués-progresistas terminaron 
  en éstos desde hace mucho tiempo. Cada una de estas "grandes" naciones oprime 
  a otras en las colonias y dentro del país. Las tareas del proletariado 


      * Suele arguirse -- por ejemplo recientemente lo hizo el chovinista alemán 
  Lensch, en los núms. 8 y 9 de Die Glocke [8] -- que la posición negativa de 
  Marx respecto del movimiento nacional de algunos pueblos, por ejemplo, los 
  checos en 1848, refuta la necesidad de reconocer la autodeterminación de las 
  naciones desde el punto de vista marxista. Pero es falso, pues en 1848 hubo 
  razones históricas y políticas para establecer una diferencia entre naciones 
  "reaccionarias" y democrático revolucionarias. Marx estaba en lo cierto al 
  condenar a las primeras y apoyar a las segundas[9]. El derecho a la 
  autodeterminación es una de las reivindicaciones de la democracia, que 
  lógicamente debe supeditarse a los intereses generales de ésta. En 1848, y 
  años siguientes, dichos intereses generales residían, en primer lugar, en la 
  lucha contra el zarismo. 
  
  de las naciones dominantes son exactamente iguales a las que tuvo el 
  proletariado de Inglaterra en el siglo XIX con respecto a Irlanda.[*] 
      En segundo lugar, el este de Europa: Austria, los Balcanes y, en especial, 
  Rusia. Aquí, el siglo XX imprimió un particular desarrollo a los movimientos 
  nacionales democrático-burgueses, y agudizó la lucha nacional. Las tareas del 
  proletariado de estos países, tanto en lo tocante a la culminación de su 
  trasformación democrático-burguesa como en lo que se refiere a la ayuda a la 
  revolución socialista de otros países, no pueden cumplirse sin defender el 
  derecho de las naciones a la autodeterminación. Aquí es particularmente 
  difícil e importante la tarea de fusionar la lucha de clase de los obreros de 
  las naciones opresoras y oprimidas. 
      En tercer lugar, los países semicoloniales, como China, Persia, Turquía y 
  todas las colonias; en total, cerca de 1.000 millones de habitantes. Aquí los 
  movimientos democrático-burgueses, en parte se encuentran apenas en su 
  comienzo y 


      * En algunos pequeños países que quedaron al margen de la guerra de 
  1914-1916, por ejemplo Holanda y Suiza, la burguesía explota enérgicamente la 
  consigna "autodeterminación de las naciones" para justificar la participación 
  en la guerra imperialista. Este es uno de los motivos que impulsa a los 
  socialdemócratas de estos países a negar el derecho de autodeterminación. Se 
  defiende con argumentos desacerta dos una política proletaria acertada, a 
  saber: negar "la defenra de la patria" en la guerra imperialista. Resulta así 
  una tergiversación del marxismo en la teoría y, en la práctica, una especie de 
  mezquina estre chez nacionalista, un olvido de los centenares de millones de 
  habitanter, de las naciones avasalladas por las "grandes potencias". El 
  camarada Gorter, en su excelente folleto Imperialismo, guerre y 
  socialdemocracia, niega desacenadamente el principio de la autodeterminación 
  de las naciones, pero aplica este principio con acierto cuando exige 
  inmediatamente "la independencia política y nacional " de las Indias 
  holandesas y desenmascara a los oportunistas holandeses, quienes rehusan 
  presentar esta reivindicación y luchar por ella. 
  
  en parte están lejos de haber terminado. Los socialistas deben exigir, no sólo 
  una incondicional e inmediata liberación sin indemnizaciones de las colonias 
  -- y esia exigencia, en su expresión política, no significa otra cosa que el 
  reconocimiento del derecho a la autodeterminación --; los socialistas deben 
  apoyar de la manera más decidida a los elementos más revolucionarios de los 
  movimientos democrático-burgueses de liberación nacional de estos países y 
  ayudar a su rebelión -- y si se da el caso, también a su guerra revolucionaria 
  -- contra las potencias imperialistas que los oprimen. 


  7. El socialchovinismo y la autodeterminación
  de las naciones 
      La época imperialista y la guerra de 1914-1916 hicieron que adquiriese 
  especial relieve la tarea de luchar contra el chovinismo y nacionalismo en los 
  países avanzados. En el problema de la autodeterminación se distinguen dos 
  matices principales entre los socialchovinistas, o sea, los oportunistas y los 
  kautskianos, quienes embellecen la guerra imperialista reaccionaria, 
  aplicándole el concepto "la defensa de la patria". 
      Por una parte, vemos a los sirvientes harto declarados de la burguesía, 
  que defienden las anexiones alegando que el imperialismo y la concentración 
  política son progresistas, y negando el derecho a la autodeterminación, 
  pretendidamente utópico, ilusorio, pequeñoburgués, etc. Entre ellos figuran 
  Cunow, Parvus y los ultraoportunistas de Alemania, una parte de los fabianos y 
  de los líderes tradeunionistas de Inglaterra, los oportunistas de Rusia: 
  Siemkovski, Libman, Iurkiévich, etc. 
      Por otra parte, vemos a los kautskianos, entre los que se cuentan 
  Vandervelde, Renaudel y muchos pacifistas de Ingla- 
  
  terra y Francia. Ellos están por la unidad con los anteriormente mencionados, 
  y en la práctica coinciden por completo con éstos, al defender el derecho a la 
  autodeterminación de un modo puramente retórico e hipócrita: consideran 
  "excesiva" (zu viel verlangt: Kautsky en Neue Zeit [*] del 21 de mayo de 1915) 
  la reivindicación de la libertad de separación política, no sostienen la 
  necesidad de la táctica revolucionaria de los socialistas de las naciones 
  opresoras, sino que, por el contrario, ocultan sus obligaciones 
  revolucionarias, justifican su oportunismo, facilitan su engaño al pueblo, 
  eluden el problema de las fronteras de un Estado que retiene por la fuerza 
  bajo su dominio a naciones privadas de derechos, etc. 
      Tanto unos como otros son oportunistas que prostituyen el marxismo, 
  habiendo perdido toda capacidad para comprender la significación teórica y la 
  urgencia práctica de la táctica que Marx explicó con el ejemplo de Irlanda. 
      En cuanto a las anexiones en particular, este problema ad quirió una 
  especial actualidad a raíz de la guerra. ¿Pero qué es una anexión? Es fácil 
  advertir que la protesta contra las anexiones, o bien se resume en el 
  reconocimiento de la autodeterminación de las naciones, o se basa en una 
  fraseología pacifista, que defiende el statu quo y se opone a toda violencia, 
  incluso revolucionaria. Semejante fraseología es fundamentalmente falsa e 
  incompatible con el marxismo. 


  8. Las tareas concretas del proletariado
  en un futuro inmediato 
      La revolución socialista puede comenzar en el futuro más cercano. En este 
  caso, se planteará al proletariado la tarea 


      * Tiempo Nuevo -- N. de T. 
  
  inmediata de la conquista del Poder, la expropiación de los bancos y la 
  realización de otras medidas dictatoriales. La burguesía -- y en especial modo 
  la intelectualidad de tipo fabiano y kautskiano -- procurará en ese momento 
  parcializar y frenar la revolución, imponiéndole objetivos democráticos, 
  limitados. Todas las demandas puramente democráticas, en condiciones de un 
  ataque ya iniciado del proletariado contra los fundamentos del Poder burgués, 
  pueden desempeñar en cierto sentido el papel de obstáculo para la revolución; 
  pero la necesidad de proclamar y realizar la libertad de todos los pueblos 
  oprimidos (es decir, su derecho a la autodeterminación) sera. tan urgente en 
  la revolución socialista como lo fue para la victoria de la revolución 
  democrático-burguesa, por ejemplo, en Alemania en 1848, o en Rusia en 1905. 
      Sin embargo, es posible que antes del comienzo de la revolución socialista 
  pasen 5, 10 ó más años. Entonces la tarea por realizar será la educación 
  revolucionaria de las masas en un sentido tal, que haga imposible la 
  permanencia en el partido obrero de socialistas-chovinistas y oportunistas, y 
  su victoria, semejante a la victoria de 1914-1916. Los socialistas deberán 
  explicar a las masas que los socialistas ingleses -- que no exigen la libertad 
  de separación de las colonias y de Irlanda --, los socialistas alemanes -- que 
  no exigen la libertad de separación para las colonias --, los alsacianos, 
  daneses y polacos -- que no extienden la inmediata propaganda revolucionaria y 
  la acción revolucionaria de masas a la esfera de la lucha contra la opresión 
  nacional, que no aprovechan incidentes tales como el de Saverne para 12 más 
  amplia propaganda ilegal en el proletariado de la nación opresora, para 
  organizar manifestaciones callejeras y actos revolucionarios de masas --; los 
  socialistas rusos -- los que no exigen la libertad de separación de Finlandia, 
  Polonia, Ucrania, etc. --, se comportan como 
  
  chovinistas, como lacayos, cubiertos de sangre y lodo, de las monarquías 
  imperialistas y la burguesía imperialista. 


  9. Actitud de la socialdemocracia rusa y polaca,
  y de la II Internacional frente a la
  autodeterminación de las naciones 
      Las divergencias entre los socialdemócratas revolucionarios de Rusia y los 
  socialdemócratas polacos en torno al problema de la autodeterminación se 
  habían manifestado ya en 1903, en el Congreso que aprobó el programa del 
  P.0.S.D.R. y que, pese a la protesta de la delegación socialdemócrata polaca, 
  incluyó en dicho programa el parágrafo 9, que reconoce el derecho de las 
  naciones a la autodeterminación. Desde entonces, los socialdemócratas polacos 
  nunca repitieron, en nombre de su Partido, la proposición de eliminar el 
  parágrafo 9 del programa de nuestro Partido, o de sustituirlo por alguna otra 
  formulación. 
      En Rusia, donde pertenece a las naciones oprimidas no me nos del 57 por 
  ciento de la población, más de 100 millones de personas; donde estas naciones 
  ocupan principalmente las regiones periféricas; donde parte de estas naciones 
  es más culta que los gran rusos; donde el régimen político se distingue por su 
  carácter particularmente bárbaro y medieval; donde todavía no se llevó a cabo 
  la revolución democrático-burguesa, el reconocimiento del derecho a la libre 
  separación de Rusia por parte de las naciones oprimidas por el zarismo, es 
  absolutamente obligatorio para los socialdemócratas, en nombre de sus 
  objetivos democráticos y socialistas. Nuestro Partido, reconstituido en enero 
  de 1912, aprobó en 1913 una resolución[10] en la 
  
  que confirmó el derecho a la autodeterminación y 1a explicó precisamente en el 
  sentido concreto que acabamos de señalar. El desenfreno del chovinismo gran 
  ruso en 1914-1916, que se operó tanto en la burguesía como en los socialistas 
  oportunistas (Rubanóvich, Plejánov, Nashe Dielo, etc.), nos impulsa más aún a 
  insistir en esta exigencia y a afirmar que quienes la niegan sirven de apoyo 
  en la práctica, al chovinismo gran ruso y al zarismo. Nuestro Partido declara 
  que declina rotundamente toda responsabilidad por tales manifestaciones contra 
  el derecho a la autodeterminación. 
      La reciente formulación de la posición de la socialdemocracia polaca en el 
  problema nacional (la declaración de la socialdemocracia polaca en la 
  Conferencia de Zimmerwald) con tiene las siguientes ideas: 
      Dicha declaración fustiga al gobierno alemán y a otros gobiernos que 
  consideran a las "regiones polacas" como una prenda en el próximo juego de las 
  compensaciones, "privando al pueblo polaco de la posibilidad de resolver por 
  sí mismo su destino ", "La socialdemocracia polaca protesta categórica y 
  solemnemente contra el fraccionamiento y el desmembramiento de un país entero 
  " . . . Fustiga a los socialistas que dejaron en manos de los Hohenzollern. . 
  . "la causa de la liberación de los pueblos oprimidos ". Expresa la convicción 
  de que sólo la participación en la inminente lucha del proletariado 
  revolucionario internacional, la lucha por el socialismo, "romperé las cadenas 
  de la opresión nacional, destruirá todas las formas de la dominación 
  extranjera y asegurará al pueblo polaco la posibilidad de un libre y amplio 
  desarrollo en todos los aspectos, en calidad de miembro igual de la unión de 
  los pueblos". La declaración califica a la guerra de "doblemente fratricida" 
  "para los polacos " (Boletín de la Comisión Socialista Internacional, núm. 2, 
  , 27 de setiembre de 1915; 
  
  la traducción rusa apareció en la recopilación La Internacional y la guerra, 
  ). 
      Estas tesis no difieren, en lo esencial, del reconocimiento del derecho de 
  las naciones a la autodeterminación, pero adolecen de nebulosidad y vaguedad 
  de las formulaciones políticas, mayores aún que en la mayoría de los programas 
  y resoluciones de la II Internacional. Cualquier tentativa de expesar estas 
  ideas en formulaciones políticas precisas, y de determinar si son aplicables 
  al régimen capitalista, o sólo al socialista, demostrará con la mayor 
  evidencia el error que cometen los socialdemócratas polacos al negar la 
  autodeterminación de las naciones. 
      La resolución del Congreso Socialista Internacional de Londres, de 1896, 
  que reconoce el derecho de las naciones a la autodeterminación, debe 
  completarse, en base a las tesis que acabamos de exponer, con las siguientes 
  indicaciones: 1) de la particular urgencia de dicha reivindicación bajo el 
  imperialismo; 2) del carácter políticamente condicional y del contenido 
  clasista de todas las reivindicaciones de la democracia política, sin excluir 
  a ésta; 3) de la necesidad de diferenciar las tareas concretas de los 
  socialdemócratas de las naciones opresoras y los de las naciones oprimidas; 4) 
  del reconocimiento inconsecuente, puramente retórico y por lo tanto hipócrita 
  en su significación política, que hacen de la autodeterminación los 
  oportunistas y los kautskianos; 5) de la coincidencia real con los chovinistas 
  por parte de aquellos socialdemócratas, particularmente los de las grandes 
  potencias (los gran rusos, anglo-norteamericanos, alemanes, franceses, 
  italianos, japoneses, etc.), que no defienden la libertad de separación de las 
  colonias y países oprimidos por "su" nación; 6) de la necesidad de supeditar 
  la lucha por esa reivindicación, como asimismo por todas las reivindicaciones 
  fundamentales de la demo- 
  
  cracia política, a la directa lucha revolucionaria de masas por el 
  derrocamiento de los gobiernos burgueses y por la realización del socialismo. 
      Trasladar a la Internacional el punto de vista de algunas pequeñas 
  naciones, y en especial de los socialdemócratas polacos, a quienes su lucha 
  contra la burguesía polaca, que engaña al pueblo con las consignas 
  nacionalistas, llevó a negar erróneamente la autodeterminación, habría sido un 
  error teórico, habría sido suplantar el marxismo por el proudhonismo, y en la 
  práctica equivaldría a un involuntario apoyo al más peligroso chovinismo y 
  oportunismo de las grandes potencias. 
  La Redacción de Sotsial-Demokrat,
  órgano  central  del  P. O. S. D. R. 

      Poscriptum. En Neue Zeit del 3 de marzo de 1916, que acaba de aparecer, 
  Kautsky tiende abiertamente la mano cristiana de conciliación al representante 
  del más sucio chovinismo alemán, Austerlitz, cuando rechaza la libertad de 
  separación de las naciones oprimidas para la Austria de los Habsburgo, pero la 
  admite para la Polonia rusa, para brindar un servicio de lacayo a Hindenburg y 
  Guillermo II. ¡Difícil sería desear un modo mejor de autodesenmascararse para 
  el kautskismo! 










      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Lenin
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  NOTAS 



    [1] EI caso Dreyfus: proceso de provocación organizado en 1894 por los 
  círculos reaccionarios monárquicos del militarismo francés contra el oficial 
  judio Dreyfus, del Estado Mayor General, que fue falsamente acusado de 
  espionaje y de traición al Estado. Dreyfus fue condenado por el Tribunal 
  Militar a prisión perpetua. El movimiento social que se desarrolló en Francia 
  en favor de la revisión del caso Dreyfus se realizó en medio de una lucha 
  encarnizada entre los republicanos y los monárquicos, y dio por resultado la 
  absolución de Dreyfus en 1906. 
      Lenin llamó al caso Dreyfus "una de entre las miles y miles de ver 
  gonzosas maquinaciones del militarismo reaccionario".    [] 
    [2] El incidente de Saverne se produjo en la ciudad de Saverne (Alsacia) en 
  noviembre de 1913, a consecuencia de las vejaciones infligidas a los 
  alsacianos por parte de un oficial prusiano. Esto provocó un indignado 
  estallido de la población, francesa en su mayoría, contra el yugo del 
  militarismo prusiano. Con respecto a este incidente, véase el artículo de V. 
  I. Lenin "Saverne", Obras Completas, t. XIX.    [] 
    [3] Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXXI, cartas del 2 y 30 
  de noviembre de 1867 a Engels.    [] 
    [4] Respecto a la crítica de la llamada "autonomia cultural nacional", ideas 
  reaccionarias de K. Renner y O. Bauer, véase los trabajos de Lenin "La 
  autonomia 'cultural nacional'" (V. I. Lenin, Obras Completas, t. XIX) y "Notas 
  críticas sobre el problema nacional" (Obras Completas, t. XX) y también el 
  trabajo de Stalin "El marxismo y la cuestión nacional" (J. V. Stalin, Obras, 
  t. II).    [] 
    [5] Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XVIII.    [] 
  
    [6] Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. V. La tesis que cita 
  Lenin es de F. Engels y Lenin la tomó del libro Aus dem literarischen Nachlass 
  von Karl Marx, Friedrich Engels und Ferdinand Lassalle (Hrsg. von Franz 
  Mehring, Stuttgart, 1902, Bd. III, S. 108-114), donde no se indica quién es el 
  autor de ese artículo. -- N. de T.    [] 
    [7] Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXXI, carta del 2 de 
  noviembre de 1867 a Engels.    [] 
    [8] Die Glocke (La Campana ): Revista quincenal editada en Munich, y 
  posteriormente en Berlín, de 1915 a 1925, por el miembro del Partido 
  Socialdemócrata alemán, el socialchovinista Parvus (Helphand), agente del 
  imperialismo alemán.    [] 
    [9] Véase C. Marx y P. Engels, Obras Completas, t. VI. Lenin utilizó el 
  libro Aus dem literarischen Nachlass von Karl Marx, Friedrich Engels und 
  Ferdinand Lassalle (Hrsg. von Franz Mehring, Stuttgart, 1902, Bd. III, S. 
  246-264), donde no se indica quién es el autor de ese artículo.    [] 
    [10] Lenin se refiere a la resolución sobre el problema nacional, escrita 
  por él y aprobada por la Conferencia del C.C. del P.O.S.D.R. con los 
  militantes responsables del Partido, que tuvo lugar el 6-14 de octubre de 
  1913, en el pueblo de Poronin (cerca de Cracovia). Por razones de 
  conspiración, solían llamar a esta conferencia "de verano" o "de agosto". La 
  resolución se publicó en el tomo XIX.    [] 




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      Desde Marx
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