El mar, origen y destino El mar, origen y destino,

Ediciones de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
Morelia, Michoacán, México, 1993, 86 pp.
Portada: Ibarra.
“El avance de las horas” p. 32.
 

El avance de las horas

Yo que quise aprovechar lo irrepetible de la vida
he perdido tiempo sin desearlo.

Pronuncié palabras innecesarias de rabia y desencanto
que frustraron intentos y procesos;
algunos días dejé correr las horas
sin generar riquezas esenciales;
en ocasiones amé sin propiciar acaso plenitudes;
toqué objetos y personas
a los cuales no pude embellecer o enriquecerlos;
no aprendí a usar correctamente las palabras,
algunas se perdieron en un mar de imprecisiones
y entorpecieron claridad y exactitud en el mensaje,
distanciando,
en lugar de propiciar entendimiento y convivencia;
hice el amor;
las mujeres matizaron mi cuerpo con sus labios
y encendieron mi fuego sus pensamientos y caricias
sin lograr, a veces, borrarles sus fantasmas;
renegué de senderos sin destino
y hubo puertos de arribo que no conocieron desembarco
porque el viento llevó la historia
por otras tempestades;
tuve que repetir los sueños en varias ocasiones
porque mis manos no pudieron hacerlos realidad
de madrugada;
mis manos, vacías y pulcras,
no conocieron tierra de labranza
ni rudeza y grasa del obrero;
carentes de coraje,
no crearon valor,
pero aprendieron a tomarlo todo.

Pero busqué,
busqué.
Recorrí los caminos
incansable,
esperando paciente a inaugurar los días;
ansioso,
tomé la savia de la vida
y bebí dulces aguas de prometedores manantiales;
aprendí de los albatros la placidez del vuelo
y la agudeza para observar al mundo y los mortales.
 


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