Discurso del General Pinochet al Dejar la Comandancia en Jefe del Ejército


Santiago, 10 de Marzo de 1998.

Señoras y señores:

Inicio estas palabras con gratitud por vuestra presencia en esta ceremonia militar, la ultima con que culmina mi carrera de las armas, en la que he permanecido por 65 años, sirviéndola con gran cariño, dedicación y lealtad porque a través de ella serví a mi Patria, único norte de mi diario vivir y felicidad profunda de mi razón de ser.

Con la solemnidad de este acto se cumple lo señalado en la carta fundamental en lo relativo a la sucesión del mando de la institución castrense. Junto con ello me despido de sus soldados y la entrego al nuevo Comandante en Jefe que dispuso su excelencia el Presidente de la República. Ello lo hago como corresponde a un soldado que ha mandado un ejercito de gran calidad profesional.

Cumplí cada una de las Etapas

Hoy acude a mi mente cuando años atrás escribía mis “Memorias” y allí exprese: “cuando ingrese como cadete a la Escuela Militar y me recibió ese vetusto edificio de calle Blanco, donde se vinculan sentimientos de amor a la Patria, el cumplimiento del deber y se somete a la dura disciplina, fue para mi uno de los momentos más felices de mi vida”.

Recuerdo también que esta llegada al Instituto formador de Oficiales fue en los primeros días de marzo de 1933 y con ello “se cumplía la aspiración máxima de un muchacho adolescente”.

Quizás la divina providencia hizo que este entusiasmo vocacional se cumpliera en plenitud. Mucho más allá de lo que las condiciones ordinarias podían haberlo previsto y siempre ajeno a todo cálculo personal. Durante 65 años he caminado por la senda del deber y la disciplina y en este mismo mes de marzo hoy al mirar la larga senda del servicio y culminar con la carrera activa, mi corazón de soldado se agita y murmura desde lo hondo: ¡Gracias! ¡Gracias, Patria mía! ¡ He sido tu soldado y ello me hace feliz!, pues llegué al mando superior de mi institución después de haber cumplido regularmente cada una de las etapas de la carrera militar; recibí con alegría las destinaciones y cumplí las tareas que se me asignaban tanto en el orden táctico y operativo o académico. Entregando en cada una de todas las energías de que soy capaz. Así mismo, quiero proclamar solemnemente, en este mismo acto, que en mi espíritu se mantienen con renovado vigor los mismos ideales e ilusiones que me acompañaron desde esa lejana fecha de mi ingreso a la Escuela Militar.

No he descansado en elevar el nivel del Ejercito. Llegué al Alto Mando Superior del Ejercito con gran orgullo, y puedo decir que en todos estos años no he descansado un instante en dejar de levantar el nivel del organismo armado a una altura que es orgullo para el país. Así, en la formación del Cuerpo de Oficiales y Suboficiales se ha buscado dar mayor excelencia y entregarles superior preparación básica, al prolongarles su instrucción, lo que ha significado la permanencia de a lo menos en un año más en los Institutos Formadores.

Después de prolongados análisis sobre la materia, se elaboró el “Plan Alcázar” que, en una apretada síntesis, podemos señalar que lo realizado en cuanto a formación de oficiales ha buscado se cumplan rigurosamente los cursos de perfeccionamiento de la carrera del Oficial; se ha mantenido gran estrictez en la formación de los Oficiales de Estado Mayor, para que sirvan con mayores conocimientos en los Cuarteles Generales y en profesorado militar, como a los Ingenieros Militares se les ha entregado carreras en las industrias bélicas he instalaciones logísticas que se tienen en la institución.

Se han creado escuelas y colegios de nuestro personal, incorporando a hijos de civiles que desean dar a estos una educación y formación en un marco de mayor estrictez.

Para dar un mayor bienestar al personal que supera en parte la escasa renta que perciben, se ha programado un plan habitacional de poblaciones para Oficiales y Suboficiales y Empleados Civiles que poseen las mínimas comodidades que debe tener cualquier familia.

Se han creado clubes de campo, alojamientos para personal en tránsito que alivian sus gastos para compensar sus recursos.

En cuanto a Material Bélico, después de la experiencia de los años fines del 70 y principios del 80, cuando los países proveedores de armas nos cerraron sus puertas, y solos, sin poseer un armamento adecuado debimos enfrentar un posible “Casus Beli”, los responsables sufrían preocupaciones, inquietudes y angustias buscando una solución o si se lograba obtener algún armamento, se pagaba por ellos cuatro cinco y veces su valor verdadero, hoy se dispone de lo mínimo, pues lo podemos hacer nosotros mismos.

¡Se logró, al buscar una solución definitiva, dar nacimiento a una industria de armas nacional pequeña, pero que cubre las necesidades mínimas del país y que será motivo de cierta tranquilidad para el mando militar y para el país!. Hoy con orgullo podemos decir que nuestros gobernantes se han preocupado por renovar el material obsoleto por uno más moderno y con ello levantar nuestro nivel profesional.

Exito o Aniquilamiento

Señoras y señores:

No es mi animo mirar atrás porque ello es anclarse en el pasado y no avanzar en un mundo en constante progreso; sin embargo, quiero decir dos palabras sobre una materia pasada para recuerdo de la nación misma.

Chile se enorgullecía como nación de larga tradición democrática, señera en el continente y sus Fuerzas Armadas habían contribuido a su formación y defensa.

Sin embargo, en el devenir de nuestra historia fue generándose un estado de conflicto público, cada vez más extendido, agudo e incontrolable. Conflicto que llegó ha afectar a la subsistencia de la Patria misma, como nación libre y estado soberano.

¡Eran evidentes las posibilidades de autodestrucción de Chile!.

¡Primaron entonces los “Deberes Patrióticos” por sobre toda otra consideración!.

Las Fuerzas Armadas, destinadas a asegurar y defender la integridad de la Patria, debieron en esas circunstancias extremas pronunciarse.

El Ejército e Instituciones Hermanas asumieron la conducción del Estado y se abocaron a la restauración de la institucionalidad quebrantada y la reconstrucción política y económica del país.

El estudio desapasionado de la realidad de la época hace concluir que o las Fuerzas Armadas tenían éxito en esta empresa extraordinaria, o la suerte del país volvía a etapas de aniquilamiento peor que las que existieron.

Una pieza fundamental, en el cumplimiento de esta magna tarea, fue la promulgación de una nueva Carta Fundamental, en virtud de la cual se entregó el poder supremo a la civilidad en las fechas y formas preestablecidas y plebiscitadas.

Misión Cumplida

En esta forma, la democracia chilena plena pudo retomar su rumbo.

A su vez, la instituciones armadas pudimos decir entonces: ¡Misión Cumplida!.

Cumplida la misión histórica de las Fuerzas Armadas relativas a la cosa pública, durantela cual me cupo el alto honor de ejercer el cargo de Presidente de la República, pude proseguir, de acuerdo a la Constitución, el mando superior del Ejercito hasta el día de hoy, bajo el más estricto cumplimiento de las normas que regulan las relaciones de las Fuerzas Armadas con el Poder Ejecutivo.

Autoridades, señoras y señores, amigos, compañeros de armas: Mi larga carrera profesional y al mando de este Glorioso Ejército me ha dado la posibilidad, como a pocos, de comprobar las notables virtudes que caracterizan al hombre de armas chileno. Aquellos que hicieron posible la Independencia y superación victoriosa de las grandes encrucijadas de nuestra historia.

Reitero mi gratitud más profunda por la leal y abnegada colaboración que he recibido en estos años de tantos camaradas de armas, que han entregado lo mejor de sí en el cumplimiento de las misiones que les fueron asignadas.

Rindo en ésta hora, mi más sentido homenaje a todos aquellos que ofrendaron su vida en los momentos más decididos que hemos vivido.

Mi eterna gratitud a los cinco leales soldados que cayeron en defensa de mi vida ¡Gracias a todos esos héroes!.

Por ello también, emocionado hago llegar mi gratitud a las familias de todos los soldados de este ejército, que con su comprensión y apoyo también participaron en las nobles tareas realizadas.

Asimismo, con especial consideración, formulo mi reconocimiento a todos los integrantes de la Armada, de la Fuerza Aérea y Carabineros, que en estrecha y leal acción común con la institución que he tenido el honor de comandar supieron cumplir las tareas demandadas con gran patriotismo, generosidad y eficiencia.

A mi querida esposa Lucía, vayan mis cariñosos sentimientos de amor y de gratitud, por que ella a sido para mí fuente inagotable de apoyo y comprensión y en estos 55 años de caminar juntos y sin desmayos, siempre he visto en ella la compañera abnegada y a veces heroica de todos los imperativos que exige la dura vida de las Armas. ¡ En ella he visto a la verdadera mujer del soldado! ¡ Valiente y abnegada!.

¡ A mis queridos hijos, gracias por ese cariño que siempre he recibido de todos! ¡A ellos, a mis nietos que han renovado en mí, con más fuerza, la fe y la esperanza!.

En una palabra, a todos los que han luchado y luchan por un Chile mejor en principios y doctrinas nacionales y no extranjeras.

Culmino estas palabras ¡ con mi fe en Dios! y el deseo de una Patria que se proyecta día a día mejor en bien de todos los chilenos.

¡ Viva Chile!.



Esta página fue creada el 14 de Marzo de 1998.