HISTERISMOS

¡MIRACACHOS!

Este es mi aristocrático barrio de Miraflores, donde no hay aristócratas ni flores... Eso fue lo menos que se me ocurrió decir de mi barrio, cuando en esa "pampa" no había casi nada, pues a partir de la calle Manuel Muñoz Nájar, de donde brotaba el famoso "Aniz", más conocida como "Calle Grande", y sobre todo por el entorno de lo que es hoy el Parque Mayta Capac, el anchuroso y polvoriento camino conducía al balbuceante "Chapi Chico", cuando hacía inauditos esfuerzos por crecer la histórica capilla, hoy Iglesia, a la que llegaba en peregrinaje todos los primeros de mayo la bella Virgencita que moraba en la ya bien conformada Iglesia de San Antonio Abad.

Es así como paulatinamente fue surgiendo mi barrio, sin olvidar "El Pozo", que era el proyecto de una gran piscina, rodeada por graderías por sus cuatro costados, pues no era diseñada hacia abajo, a ras de tierra como se estila, sino apuntando al cielo, como una inmensa tina que pronto se convirtió en letrina, obviamente, porque aún por estos semidesérticos lares no había servicios higiénicos, y el flamante vecindario no cesaba de poner su corpórea contribución que, naturalmente, no era un granito de arena; es por eso que abundaban más moscas que humanos habitantes y pululaban los perros "chajuallas" y hasta calatos canes chinos que ya casi no se ve.

Y así, tirando cuadras, fueron asomando las manzanas cuadradas, brotando espaciadamente una que otra construcción, pero ya estaban demarcadas las presuntas esquinas en donde se arrojaba basura y desperdicios de toda laya.

Por entonces, en lo que hoy es Jorge Chávez, paralela al Parque Mayta Cápac, mis progenitores habían puesto la primera piedra, el segundo sillar, el tercer kinkón y el cuarto adoquín, hasta que creció la casa de dos plantas (una en el jardín y otra en el patio), en la que aún habito, después de largos peregrinajes, porque indudablemente, como dice la canción: "Todos Vuelven"...

Sería muy largo de contar todas las peripecias que sucedieron a través de los años, para que mi barrio dejara de ser "La Pampa", pese a que no faltan los que aún nos dicen "pampeños" a los miraflorinos, que ahora sí miramos flores: margaritas, rosas, clavelinas y juanachas hasta en el Parque Mayta Cápac, en lo que fue el "florido" "Pozo" que se abonó varios años con los aportes ventrales de los más notorios vecinos, y no quiero seguir echando flores a los cercos de lo que nunca llegó a ser ni alberca ni piscina, en donde, si mal no recuerdo, en mi palomillosa infancia, también fui honorable contribuyente de cuclillas, pues todo el mundo no dejaba de hacer lo que tiene que hacer, y perdonen la pequeñez.

Ergo, en los Carnavales se cantaba, y aún se canta: "Las cholas pampeñas montadas en burro, con las piernas ccalas enseñando el .... bueno, no obstante que ahora más se canta, según el "Loco" Pepe Mejía: "Las cholas pampeñas montadas en moto, con las piernas ccalas enseñando el .... y claro que pronunciados los versos con su respectiva y contundente rima.

Pero no debemos olvidar que a este barrio también le decían: "Miracachos", porque en las incipientes esquinas arrojaban cuernos procedentes de camales clandestinos, mucho antes del "Pub La Flor de Lima". Hoy en día es menester recalcar que ya no se ve cachos, porque los vecinos notables los esconden.