MIGUEL ANGEL POLO Miembro de la
 
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ETICA, CIENCIA Y RACIONALIDAD

Introducción

El presente artículo presenta la relación entre tres conceptos que juegan un papel importante en la vida actual: ética, ciencia y racionalidad. Debido a los logros de la ciencia y la tecnología, algunos pensadores creen que es posible una ética científica. Más aún, piensan que la única forma racional de la ética es que esté fundada en la ciencia. Pero, ¿es posible una ética científica?. ¿Qué significa "ética científica"?, ¿seguir las características de la ciencia?, ¿seguir el método científico?, ¿estar fundamentada en los conocimientos científicos?, ¿seguir la racionalidad científica?, ¿o hay que entenderla simplemente como la ética que debe seguir el científico? Lo que tratamos de sostener es la imposibilidad de fundamentar la ética en la tecnociencia y más bien que la ciencia (y toda actividad humana) necesita una fundamentación ética, de ese modo la ética dejaría de ser considerada como una actividad entre otras.

 

Proyectos modernos de ética científica

a)El proyecto cartesiano.- El proyecto moderno de una fundamentación científica y racional de la moral fue ideada por Descartes, quien en su Prefacio a los Principios, Descartes plantea su ideal moral fundamentado en las ciencias. Con la imagen de árbol, nos dice que la moral es una rama que "presupone un conocimiento completo de las otras ciencias" (es decir, la medicina y la mecánica) y por ello es el último nivel de sabiduría (1). Y como el desarrolo científico era incipiente, Descartes consideró suficiente tener una moral provisional.

A partir de Descartes, diversos son los modos que se buscaron para fundamentar la ética en la ciencia. Pero esa ciencia ya no tendría las características de la antigua sino estará caracterizada por la experimentación con el fin de tener eficacia (mediante la tecnología) en el dominio de la naturaleza, en la transformación del mundo.

b)Racionalidad tecnocientífica.- El impresionante desarrollo de la ciencia y la tecnología ha hecho creer a muchos pensadores que ya se podía realizar el proyecto cartesiano. Así se pensó que la ética debería basarse en la racionalidad científico-tecnológica y convertirse en "tecnoética". De ese modo, la tecnoética, al igual que la ciencia, podría describir y explicar los actos humanos, predecir y aplicar para controlar y dominar la naturaleza humana y la sociedad.

Dos intentos de fundamentar la moral en la racionalidad tecnocientífica la encontramos en Mario Bunge y Miguel Angel Quintanilla. Bunge entiende por ética científica como "la ciencia de la conducta deseable, que emplee el método científico y los conocimientos científicos acerca del individuo y la sociedad"(2), Esta ética require de tres niveles: el nivel descriptivo, el nivel normativo y el nivel metaético. Así, "la nueva ética que se prefigura constará probablemente de tres ramas: 1)la ética descriptiva, o ética psicosocial, ciencia de la conducta considerada como fenómeno psicosocial; 2)la ética normativa o ética teórica, ciencia de la conducta deseable en cada contexto; y 3)la metaciencia, o filosofía científica de la ética científica, consideración filosófica de la ética científica. El que alcancemos a ver esta nueva ética depende de la seriedad con que los éticos tomen a la ciencia y los científicos consideren los problemas morales"(3).

Por su lado, para Quintanilla el conocimiento científico es el modelo de conocimiento racional. Y su "traducción en la esfera de la filosofía práctica podría ser ésta: la acción tecnológica es el paradigma o modelo de la acción racional"(4). Y es que la tecnología está sustentada en la racionalidad científica y puede ser sometida a procedimientos rigurosos de control y evaluación. Así, "la opción por la razón conlleva irremisiblemente la opción por la racionalidad científica en el plano teórico, y por la racionalidad tecnológica, en el práctico"(5). Así quedaría establecida la tecnoética.

De ese modo, haríamos de la ética una tecnología para controlar la maldad humana y hacer posible el bien. Si la moral se entiende como costumbre, entonces la ética sería una tecnología social que podría cambiar las malas costumbres e incentivar otras. Si la moral se entiende como acción determinada por los genes, entonces la ética sería una tecnología biológica. En ambos casos, se presupone lo que es moral, en vista a poderlo controlar y transformar. ¿Y quién tiene los criterios para decidir esto?, ¿quién sabe lo que es el bien con el cual medir una acción particular?,¿los científicos?, ¿y esto no sería una pérdida absoluta de la libertad y por lo tanto de la ética misma? ¿los políticos? ¿y con ello no estarían los científicos autorizados a ocultar su responsabilidad moral?

Entonces, ¿será la ética científica aquella que aplica el método científico a los estudios éticos? El método científico moderno aparece con Galileo, quien introdujo el uso del experimento en la ciencia, el cual no es el simple hecho natural, sino la reproducción artificial de un fenómeno natural. Y con ello también cambia la forma de entender la ciencia. "Conocemos científicamente algo cuando podemos hacerlo. Conocemos la regularidad de los fenómenos, esto es la ley, cuando podemos reproducirla experimentalmente detectando los elementos indispensables en esa regularidad y diferenciándolos de los que son accidentales. De allí que se diga que la ciencia moderna es operativa y no contemplativa como la antigua...Ahora podemos entender mejor por qué la ciencia actual es indesligable de la técnica. Y por qué la técnica moderna no es técnica a secas sino tecnología"(6). Si a eso le añadimos la inducción baconiana, el método científico ha permitido establecer leyes científicas, y de esa forma conocer y dominar el mundo. ¿Eso tendríamos que hacer en ética?

Seguir el método científico (problema, recolección de datos, hipótesis, experimentación, análisis de resultados, etc.), para investigar un problema, no sólo es seguir los elementos formales del método, sino presupone un objetivo, porque un método es siempre para algo. Alguno de esos elementos puede ayudarnos a clarificar nuestras reflexiones, pero no a resolver un problema. ¿Cómo resolver los problemas bioéticos, como la fecundación in vitro, siguiendo el método científico cuando la misma ciencia los posibilita? Cada avance científico-tecnológico ha planteado nuevos problemas morales, por ejemplo en el área de la medicina como nuevas técnicas de reproducción artificial, experimentación en seres humanos, etc. Además, el método científico pretende excluir las consideraciones valorativas, aquello que es fundamental a la ética.

c)Los reduccionismos científicos.- ¿Entenderemos la ética científica como aquella disciplina que está fundada en los conocimientos científicos? Pero, al hacer esto complicamos más el asunto. ¿En qué ciencia debe estar fundada la ética?, ¿la biología?, ¿la sociología?, ¿la psicología?, ¿en una síntesis de ellas?.

La teoría sociológica de la moral, representada por la obra de Lévy Bruhl La moral y las ciencias de las costumbres (1903), pretende entender la moral como "ciencia de costumbres" de una cultura, dado que no existen una ética universal de la cual se pueda dedudir las morales particulares. Pues bien, sólo partiendo del estudio científico de las costumbres -que son siempre sociales y culturales- es posible establecer una moral científica. "No puede concebirse la moral teórica sino como una "ciencia de costumbres", comprobando, clasificando, comparando objetivamente las instituciones éticas humanas, pero ella podrá dar nacimiento a un "arte moral" práctico que permita crear o eliminar en un grupo dado las tendencias sociales deseadas, así como la biología autoriza un arte médico racional y eficaz"(7). De ese modo, la filosofía moral pretendía ser superada por la ética sociológica.

Otra reducción de la moral es aquella que la fundamenta en la biología que parece explicar con exactitud los problemas morales. Mientras J. Monod excluyó la ética de la ciencia, porque consideraba que no hay que confundir conocimiento con ética, verdad con valores (8), E. O. Wilson trata de fundar la ética en la biología. A partir de su propuesta de "nueva síntesis" entre biología y sociología -que en realidad es reducción de lo social a lo biológico-, el sociobiólogo Wilson nos dice que existen "reglas epigenéticas" que nos llevan a actuar de manera egoísta o altruista. Así, la explicación de la conducta moral (altruismo, imperativos éticos, egoísmo, etc.) queda reducida a una explicación genética. De ese modo, "los genes sostienen toda la cultura...La cultura humana...es la técnica tortuosa por medio de la cual el material genético humano ha sido y será conservado intacto. No es posible demostrar otra función definitiva de la moral"(9).

Sin embargo, Ayala (entre otros biólogos), tratan de salvar lo específico del ser humano, diciendo que el animal no tiene cultura como sistema de símbolos y que la ética es una cualidad humana ausente en los demás seres. Mejor dicho, Ayala nos dice que la "capacidad ética" de los demás seres está determinada por su "bagaje biológico", pero qué códigos o normas éticas debe obedecer no está determinado biológicamente: "Las normas morales según las cuales decidimos si una determinada acción es buena o mala no están especificados por la evolución biológica, sino por la evolución cultural. Las premisas de nuestros juicios morales provienen de la tradición religiosa, entre otras tradiciones sociales"(10).

Existen otras teorías que pretenden reducir la moral a una ciencia, como el reduccionismo cultural, económico, psicológico. Todas estas teorías presuponen dos cosas: i)la opinión optimista de que es posible el cumplimiento del proyecto cartesiano, es decir, la fundamentación definitiva de la moral en la ciencia; ii) además, presuponen una idea del "ser humano" y la "moral".

Por lo anterior, no queremos desconocer que existen condicionamientos biológicos, sociológicos, económicos y psicológicos en nuestro comportamiento; el problema radica en la actitud reduccionista por parte de científicos y filósofos. La vida humana no se puede reducir a un elemento (por más importante que este sea). Además, pretender hacer esto es desconocer que la ciencia no tiene teorías únicas. Lo que han hecho las investigaciones científicas es abrir un amplio panorama para la reflexión ética. Considero que la razón principal de la imposibilidad de fundamentar la ética en la ciencia es que el conocimiento científico es parcial y fragmentario, mientras que la ética -por su propia naturaleza- requiere de una visión global. Una visión fragmentaria sólo crea una ética conflictiva.

Eso quiere decir que, en un sentido radical, no necesitamos los conocimientos científicos para hacer las paces con nuestro hermano, con nuestro vecino, con nosotros mismos, con la naturaleza. ¿De qué le sirven los conocimientos científicos a los EE.UU. sin no puede dialogar y hacer las paces con Irak o cualquier otro país? Lo que necesitamos es el coraje que surge del darse cuenta de lo que uno está haciendo, pensando o diciendo. De lo contrario, los reduccionismo científicos pueden justificar las inmoralidades, en especial el dominio de seres humanos por parte de otros.

 

El dominio de la ciencia moderna

Uno de los logros culturales de la ciencia moderna fue mostrarle a la filosofía y la religión que no pueden hacer ciencia. La revolución científica moderna puso de relieve los errores científicos de Aristóteles, Tolomeo y la Iglesia Católica. Pero en los años 20 los neopositivistas exageraron los logros de la ciencia, diciendo que era el único conocimiento verdadero. Y todo lo que no estaba fundado en la ciencia era "oscurantista". Así, la filosofía, el arte, la poesía, la espiritualidad, etc., serían expresiones "oscurantistas" de las sociedades no organizadas científicamente.

Hoy día, los científicos deben estar prevenidos de la pretensión de ser los únicos descubridores y guardianes de la verdad. La ciencia no es la verdad. Las ciencias fácticas investigan un determinado nivel y aspecto de la realidad: lo que puede ser medido y comparado, la realidad sensible objeto de experimentación y control, así surgen ciencias como la física, la química, la biología, la economía, etc. Pero, la realidad no se reduce a lo sensible y cuantificable, sino que tiene una dimensión eidética (objeto de la fenomenología, la hermenéutica) y una dimensión trascendental (objeto de la religión). Así la ciencia empírica no es una visión total porque no tiene en cuenta los valores, los significados, las intenciones ni las cualidades, sino lo empírico y lo cuantitativo. La ciencia nos presenta una manera de ver aspectos de la realidad, pero no nos da un sentido unificador de la realidad ni de la vida humana. "Hay muchas realidades, y precisamente las más importantes para que la vida tenga sentido, que nunca podrán ser captadas con los métodos de la ciencia. Requieren otras vías de acceso, tales como el arte, la filosofía o la teología"(11).

Entonces, ¿tiene la ciencia una moral autónoma e iluminista que puede fundamentar una nueva moral? ¿Y cuál será ese código moral de la ciencia?, ¿la honestidad, independencia, coraje, amor por la verdad y sentido de justicia? No son solamente el poder político-militar ni las viejas estructuras morales de una sociedad la que hacen cometer inmoralidades al científico, sino principalmente porque entiende que su labor científica es exclusivamente cuantitativa. De esa forma la ciencia y la tecnología se presentan como actividades neutras, sin valores ni subjetividades. Resulta importante distinguir entre la dimensión interna de la ciencia y la dimensión externa de la misma. Sería en la dimensión externa donde el científico no podría evitar los valores, es decir, en la función social de su trabajo, los fines de su investigación, los fondos de financiamiento, etc. Sin embargo, los científicos deben darse cuenta que esta división sólo es metodológica, pero no real. En la realidad hay una continuidad entre ambas dimensiones.

La ciencia es conocimiento que constantemente se renueva. Y se renueva porque -desde una visión utópica- la ciencia es una búsqueda apasionante de la verdad, expresión del "impulso-amor", como lo llamaba Russell. Si eso es así, eso revelaría que la dimensión ética ("búsqueda de la verdad", ""impulso- amor) sería algo previo a la ciencia, la ética sería condición de posibilidad de la ciencia. Pero esa dimensión moral generalmente es opacada por el predominio de la actividad cuantitativa, del "impulso-poder", y además porque la modernidad separó la verdad del bien y de la belleza. Así, la búsqueda de la verdad dejó de tener culturalmente significado moral y estético. Desde esa fragmentación, la búsqueda de una sociedad tecnocientífica no puede ir pareja con la realización de los valores con las que surge la sociedad moderna (libertad, fraternidad, igualdad), sólo puede producir una sociedad autodestructiva. Por eso, "la sociedad científica, en su forma pura..., es incompatible con la persecución de la verdad, con el amor, con el arte, con el deleite espontáneo, con todos los ideales que los hombres han protegido hasta ahora, con la única excepción de la renuncia ascética" (12).

 

Etica y racionalidad

Luego de ver la imposibilidad de que la única forma racional sea la científica, tenemos que preguntarnos ¿es posible una fundamentación racional de la ética? ¿y se puede reducir siquiera la ética a la racionalidad práctica?

Desde Kant -aunque el término aparece en Aristóteles-, la racionalidad práctica se ha convertido en sinónimo de ética. Racionalidad práctica definida como la relación de medios y fines. Para el estagirita los fines son inherentes a todo ser natural y artificial, recuerdese que el concepto aristotélico de entelequia significaba que las cosas tendían a su fin (télos) que ya estaba en ellos. Y dado que el fin del hombre es la felicidad, la práctica de las virtudes es el único medio de realizar el fin. Por lo tanto, no había en Aristóteles una ruptura temporal entre fines y medios.

Mientras que para el hombre moderno, los fines se subjetivizan y se convierten en relativos. La racionalidad práctica de Kant hacía que se considerase al ser humano como un fin en sí mismo y no sólo como medio. El fin ya no es la felicidad humana, que consiste en el cultivo del alma racional en Aristóteles, sino el fin es la humanidad vista desde la razón práctica. Kant pretendía así asegurar una ética que no sea arbitraria, pero el mismo hecho de subjetivizar la razón y la ética hizo que la razón occidental se convirtiera en arbitraria. En otras palabras, al dejar de lado el Logos universal y común de Heráclito aparecerá la razón aislada y subjetiva que producirá una ruptura temporal entre fines y medios. Y la única forma de salvar esa ruptura será creando nuevos fines, es decir, metas de personas y de grupos (contenidos en ideologías políticas o intereses corporativos), o producir fines a partir de los medios tecnocientíficos. Pero en ambos casos, la razón autoaislada recurre a la voluntad, permaneneciendo así dentro del alma conflictiva del cristianismo medieval (¿o habría que decir "realizando el alma conflictiva del cristianismo medieval"?). Parafraseando a Heráclito, dejamos de escuchar la physis, la naturaleza, lo que es, para seguir los dictados de nuestra razón-voluntad autoaislada.

De lo anterior, podemos deducir que la racionalidad práctica y subjetiva encubre y alimenta el conflicto, produciendo la irracionalidad práctica. De ese modo, el moderno se propuso ser más racional que antes, o mejor dicho de ser verdaderamente racional, engendrando así un gran movimiento de irracionalidad. Y es que ha sido una gran ilusión -alimentada desde Platón- que la razón es la que podía crear un mundo racional y coherente, superando toda sombra, toda opinión, toda irracionalidad. Las armas de última generación requieren un alto grado de racionalidad tecnológica, pero encubre la irracionalidad de sus fines con su aparente neutralidad: terminar con vidas humanas.

Si bien es cierto, necesitamos ser coherentes en nuestra conducta, pero por hipostasiar la razón estamos siendo lo contrario. Un sano juicio nos dice que es necesario hacer algo urgente para superar la crisis ecológica, pero la última Cumbre de la Tierra promovida por la ONU (Junio 1997) tiene un balance negativo: ningún país, menos EE.UU., se han fijado metas concretas. Es decir, las metas grupales (nacionales, económicas, institucionales, etc.) no les permiten ver que hay acciones urgentes a realizar. Y las grandes potencias son expresiones de esa racionalidad europea fragmentada. Y así, nuestra historia va de expresiones racionales a consecuencias irracionales, creando conflictos sin fin. Entonces, ¿qué volverá coherente nuestra acción si no es el pensamiento racional ni el pensamiento irracional? No es el pensamiento mismo lo que nos hará coherentes, porque el pensamiento no es una acción originaria sino derivada de la memoria. Sólo puede serlo una acción originaria y fundamental, la que denominamos atención. Esta acción originaria nos puede permitir por lo menos dos cosas: no confundir el mapa con el territorio, las palabras con la realidad y, como consecuencia, no sobrevalorar los pensamientos. Desde esta percepción mental o alerta atención como fundamento se puede realizar toda actividad, sea científica, política, filosófica, etc. El pensamiento puede ser racional no a partir de sí mismo sino sólo fundado en la percepción total que unifica a la vez la vida y los valores.

 

Tres reflexiones finales

a)¿Por qué se cree que es indispensable una ética científica? Una de las razones es la idea moderna de autonomía, lo cual implica un rechazo a toda moral absolutista, metafísica, naturalista. Y la ciencia es la forma como el ser humano podrá ser dueño de su destino. Esta idea ilustrada no es sino soberbia occidental, quizá producto de la evolución del cristianismo.

La tecnociencia nos muestra su poder en todos los campos y no admite competidores. Ningún conocimiento tradicional puede competir con la tecnociencia oficial porque es considerada arcaica. Y de ese modo se piensa que el calificativo de "científico" puede dar seguridad, prestigio, firmeza a cualquier reflexión, como por ejemplo a la reflexión ética. Seguridad con su método, instrumentos de medición, etc., etc. Pero todo esto es la ilusión de la que Heidegger llamó la "interpretación técnica del pensar". La vida -a pesar del proyecto moderno- no ha perdido su riqueza, su misterio, su inmensidad. Y las acciones humanas -a pesar de la tecnociencia puesta ya en marcha- no deja de tener su carácter impredecible, no manipulable.

b) La ciencia moderna, "la ciencia de la manipulación", caracterizada por la cuantificación, no reconoce que se sustenta en cierto sistema de valores, en una visión del mundo y de la vida humana: la del hombre dueño de sí y del mundo, el mundo no como algo dado sino algo por crear con nuestra voluntad, el hombre pasa a ser el nuevo Dios. Así, la supuesta carencia de valores de la tecnología moderna encubre valores de seguridad, independencia, libertad sin límites, razón y poder, es decir, encubre la voluntad de poder. De ahí que la tecnociencia no admita algún principio regulador "externo": ni moral ni religioso ni social.

c) Felizmente -a pesar de la mentalidad tecnocientífica y de los miles de científicos dedicados a la investigación de armas destructivas- existe una "ciencia de la comprensión", manifestada en científicos que encuentran orden, belleza y bondad en la percepción del mundo y en su actividad científica, y entienden que es la moral (atender a la morada en que vivimos) el fundamento de la ciencia, la que puede dar sentido a su actividad. Es el resurgir de lo que antaño se llamó "sabiduría".

La sabiduría es la que puede reorientar a la ciencia y a la tecnología. A partir de ahí, el científico podrá considerar la moralidad de su actividad tanto por su dimensión social como por su dimensión ecológica. No a partir de conceptos como "sociedad", "colectividad", "nación", "racionalidad", etc., sino a partir de la atención a las relaciones que establece con el mundo y los demás, es decir a partir de hacer las paces con la naturaleza, y quien hace las paces con la naturaleza difícilmente puede manipular a los otros seres humanos.

 

Miguel Angel Polo Santillán

 

NOTAS

(1)El mismo proyecto lo expone en la sexta parte de su Discurso del Método llegó a escribir:"esas nociones (de la física) me han enseñado que es posible llegar a conocimientos muy útiles para la vida, y que, en lugar de la filosofía especulativa, enseñada en las escuelas, es posible encontrar una (filosofía práctica), por medio de la cual, conociendo la fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y de los demás cuerpos que nos rodean, tan distintamente como conocemos los oficios varios de nuestros artesanos, podríamos aprovecharlas del mismo modo, en todos los usos a que sean propias, y de esa suerte hacernos como dueños y poseedores de la naturaleza"(1). Así, Descartes creaba la utopía tecnológica de la modernidad, de decir que la tecnociencia nos ayudaría a vivir mejor, a ser felices, controlando racionalmente la naturaleza y las pasiones. Descartes, Discurso del método. Meditaciones metafísicas, Lima: Editorial Universo, 1976, p. 50.

(2)Bunge, Etica y ciencia, Buenos Aires: Siglo Veinte, 1972, p.15

(3)Bunge, Ibid., p.81

(4)M.A.Quintanilla, A favor de la razón. Ensayos de filosofía moral, Madrid: Taurus, 1981, p.112

(5)Diego Gracia, "Fundamentación de la Bioética",en Fundamentación de la Bioética y manipulación genética, J. Gafo (Editor), Madrid: UPCM, 1988, p.49

(6)Antonio Peña "La Ciencia de la Naturaleza en la Antiguedad y el Medioevo", en VV.AA. Las ciencias naturales y la concepción del mundo de hoy, Lima: Ignacio Prado Pastor (Editor), 1979, p.252.

(7)F. Gregoire, Las grandes doctrinas morales, Buenos Aires: Compañía General Fabril Editora, 1962, p. 126

(8)Monod llegó a escribir:"el conocimiento excluye todo juicio de valor...en tanto que la ética, por esencia no objetiva, está por siempre excluida del campo del conocimiento". El azar y la necesidad, Barcelona: Barral, 1971, p. 188.

(9)Wilson, Sobre la naturaleza humana, citado por Ruiz de la Peña, Las nuevas antropologías, Santander: Sal Terrae, 1983, págs. 236-237.

(10)F. Ayala, La naturaleza inacabada, Barcelona: Salvat, 1987, p.262

(11)L. González-Carvajal, Ibid. p. 73

(12)Russell, La perspectiva científica, Madrid: Sarpe, 1984,

p.212.

 

 

Miguel Angel Polo Santillán

UNMSM